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martes, 16 de abril de 2019

Venezuela: Cierre de ciclo, transición y reconstrucción por @polis360



Por Piero Trepiccione


La fenomenología del poder se rige por ciclos. La historia lo ha demostrado hasta la saciedad. Han existido ciclos muy largos y muy cortos así como de término medio en el marco del ejercicio de la política. Su duración depende de múltiples variables. Narrativa legítima, apoyo popular, apoyo militar, solidez económica, alianzas geopolíticas, niveles de oxigenación y rotación de cuadros, constructos ideológicos, entre otros. En el caso de Venezuela no cabe duda que se está cerrando un ciclo.

La marca política “revolución bolivariana” perdió hace rato la conectividad emocional con la amplia mayoría de la población fundamentalmente, por  haber impedido su oxigenación constante y la capacidad de adaptación a nuevas circunstancias económicas y sociales.

Ante la necesidad de leer correctamente el entorno, optó por dejarse atrapar por la “ceguera situacional” y permitir la burocratización de sus cuadros al mejor estilo de la “ley de hierro de la oligarquía” esbozada por Robert Michels con una claridad meridiana. Esto, la ha dejado cada vez más debilitada y sin posibilidad de recuperación en el corto o mediano plazo. Es decir, se ha cumplido su ciclo de poder en Venezuela y está en fase de sustitución por una nueva marca política.

Cuando se presenta el fin de un ciclo político, se abren las ventanas para un proceso de transición que debe ejecutar un realineamiento de fuerzas políticas y sociales cuyo objetivo central es definir las líneas estratégicas y un nuevo pacto nacional que establezca los parámetros de funcionamiento del sistema político. La transición puede nacer desde diferentes perspectivas, desde las más pacíficas y constitucionales, por ejemplo, el fin del puntofijismo ocurrió por vía electoral en 1998, dando paso más por la desintegración y debilitamiento de los actores protagonistas que por agrupamiento de fuerzas bélicas.

Pero también ha nacido desde hechos sangrientos y complejos como hemos visto en diferentes naciones alrededor del planeta (Rusia, Túnez, Egipto, El Salvador, Nicaragua, entre muchos otros) en Venezuela, todas las fuerzas se están aglutinando para  aislar y minimizar la capacidad de maniobra de Nicolás Maduro y poder así tender un puente de plata que permita su sacrificio político (hasta ahora todas las variables apuntan en esa dirección) y permita una transición con un formato de “ancha base”  que relance la democracia y la economía del país.


Luego viene el inicio de la reconstrucción que no deja de ser complejo pero también esperanzador. En esta fase se debe jugar a la “macropolítica”. Venezuela ha sido la punta de lanza de la inestabilidad  del continente durante más de una década. Usó su petróleo comoherramienta geopolítica y geoestratégica para influir en la luchas internas de poder de muchos países de la región y cambió la correlación de fuerzas en la Organización de Estados Americanos; aunque el hecho más significativo y grave tiene que ver con la migración compulsiva de los últimos tiempos que amenaza con volver a encender el hemisferio dándole la razón a el exdirector de la CIA, George Tenet, quien en su último informe presentado al senado de los Estados Unidos, daba cuenta de la enormes dificultades políticas y polarización que se avecinaban por aquel tiempo y que terminarían convirtiéndose en realidad.

Adiós al ciclo del rentismo

Por ello, muchos países del hemisferio alineados con organismos financieros multilaterales y corporaciones transnacionales deben aupar el relanzamiento de la economía venezolana y de su democracia. Deben convertir en un gran ejemplo para la región y el mundo lo que significa un modelo transparente y dinámico, de cara a aislar y debilitar a las fuerzas políticas que llenaron de odio y polarización a todo el continente.

Es una tarea nada fácil, pero necesaria. Y así lo han entendido las principales agencias de inteligencia de más de sesenta países alineados en aupar la transición y la reconstrucción de Venezuela en el corto plazo. Pero todo ello, debe contar con el aval y el esfuerzo de los venezolanos, principales protagonistas del cambio. Hasta los milagros deben ser promovidos y estimulados por la gente. El milagro de la reconstrucción de Venezuela debe ser una tarea de todos y todas, sin excusas. Esta es la mejor oportunidad histórica para decirle adiós al rentismoy adentrarnos en una nueva era de productividad y desarrollo sustentable.

14-04-19




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