Carlos Tablante 02 de mayo de 2019
@TablanteOficial
El
artículo 350 de la Constitución dice: “El pueblo de Venezuela, fiel a su
tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad,
desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los
valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos”.
Continúa
en Venezuela una fase disruptiva y compleja para el restablecimiento del orden
constitucional y el cese de la destrucción producto de una cleptocracia que se
adueñó de las instituciones a través de la corrupción y la impunidad, tratando
de sustituir las leyes por un Estado delincuente, convertido hoy en una
trinchera por Nicolás Maduro, principal responsable del desastre que vive la
nación, aferrado al poder con una ambición sin límites, a costa del sufrimiento
de un pueblo que no tiene medicinas ni alimentos, dentro de una profunda crisis
humanitaria que debe ser atendida con urgencia.
Juan
Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional y con base al artículo 233
Presidente interino de la República, lidera la transición de una alternativa
democrática y plural para un gobierno de unidad nacional, con el reconocimiento
de la mayor parte de la comunidad internacional, y con el objetivo de lograr
una masiva movilización popular que en su fase final se convierta en una
rebelión electoral, es decir, la realización de elecciones libres y
democráticas para sustituir a la tiranía.
En la
mañana de este martes, Guaidó ordenó la liberación de Leopoldo López, preso
ilegalmente durante cinco años, orden que fue acatada por los militares y
policías que lo custodiaban en su arresto domiciliario. Esto demuestra una gran
debilidad de Maduro quien mira con sospechas a su más cercano círculo donde es
evidente que no hay respeto ni lealtad por considerar que su presencia en
Miraflores está agotada y es inviable.
Maduro
debe ceder y facilitar la transición a la democracia para lograr que el país
salga del abismo donde se encuentra, esa es la exigencia que se está haciendo.
Debería renunciar a mantenerse en el poder a costa de lo que sea, ya que no
tiene ninguna capacidad para ofrecer respuestas a los grandes males que sufre
la población.
Desde
la Asamblea Nacional se deben construir los puentes necesarios para evitar
cualquier conflicto armado o actos de violencia que generen un mayor
derramamiento de sangre.
Si
bien es cierto que todos debemos reconocer la valentía y el coraje de quienes
están al frente de este poderoso movimiento por la libertad, también es
necesario tener en cuenta que estamos en la hora de los contactos, con el apoyo
de la comunidad internacional, en especial del Grupo de Lima y la Unión
Europea. Más allá de la observación de los acontecimientos, los actores
sociales y políticos debemos involucrarnos y comprometernos para tratar de
evitar mayores daños que en un posterior balance podamos lamentar.
Estas
horas son decisivas para que la Fuerza Armada Nacional respalde al Poder
Legislativo a fin de restituir la plena vigencia de la Constitución de la
República y producir un desenlace en medio de estos eventos, lo menos
traumático posible.
Lo
ideal es un acuerdo para la realización de elecciones libres con todas las
garantías, sin presos políticos, sin inhabilitaciones, con un árbitro independiente
y el acompañamiento de observadores internacionales que sean garantes de un
proceso electoral verdaderamente democrático.
Como
siempre he dicho, la única rebelión posible y deseable es la de los votos. El
llamado de Guaidó es a la paz y al rescate de la libertad y la democracia.
Los
eventos están en pleno desarrollo y aun es temprano para hablar de un desenlace
histórico que permita superar la tragedia que padece el pueblo venezolano.
Si los
principales barrios populares se movilizan y expresan su indignación con el
apoyo de la Fuerza Armada Nacional, Maduro debería apartarse y de ese modo
ayudar a encontrar una salida política a la emergencia institucional y
humanitaria que padecemos.
Los
venezolanos estamos obligados por el artículo 333 de nuestra Constitución a
colaborar en el restablecimiento de la efectiva vigencia de la Constitución.
Resulta
insoportable sobrevivir ahora en Venezuela en medio del caos, el colapso de los
servicios públicos, la violencia y en resumen, la crisis humanitaria.
Sin
embargo, el remedio frente a la desesperación y la angustia no puede se la
pérdida de la serenidad y de la racionalidad política que ha sido el principal
llamado de quienes tienen la responsabilidad de la conducción de este gran
movimiento por el cambio político urgente que reclama Venezuela.
Según
informaciones de última hora, en lugar de propiciar una salida democrática a la
crisis, el TSJ del régimen de nuevo ha escogido el camino de ponerse a la
cabeza de una cacería represiva para criminalizar a los dirigentes de los
partidos políticos en un reiterado intento por liquidar a la disidencia y a los
que propician el cambio que reclaman los venezolanos.
Hasta
los más cercanos colaboradores de Maduro saben que este desastre no puede
continuar. Estamos en las horas decisivas. Seguimos en pie de lucha!
Carlos
Tablante
@TablanteOficial
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