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domingo, 2 de junio de 2019

Novedades y realidades por @garciasim



Por Simón García


La lentitud para obtener éxitos frente al poder dominante en Venezuela indica que aún no comprendemos su naturaleza y lo subestimamos. Este limitado conocimiento sobre el adversario, conduce recurrentemente al mismo resultado: nuestros intentos para debilitarlo lo fortalecen.

Los principales obstáculos y dificultades para cambiar están distribuidos entre un agente empoderado que la profundiza, la coalición dominante encabezada por Maduro; y un agente débil, la coalición emergente encabezada por Guaidó, que en medio de aciertos en sus luchas monta policías acostados a sus fortalezas.

No ha terminado de encajar la conclusión que para solucionar la contradicción principal entre el conjunto del país y el tipo de régimen cuyos fracasos crearon y mantienen las crisis, son indispensables entendimientos entre distintas expresiones democráticas en la sociedad y en sus instituciones públicas, más allá de la línea divisoria poder/oposición. Si no se producen se desnacionalizarán las decisiones, entraremos definitivamente al tablero de la geopolítica global y se alejará una salida pacífica y electoral que asegure gobernabilidad y estabilidad al día después.

La maraña de intereses dominantes es tan compacta porque a la madeja de su proyecto político, inicialmente justiciero, se le sobreponen otras madejas delictivas, organizadas a escala internacional y que obtienen ganancias a costa de nuestro país.

Se calcula que la economía interna del narcotráfico, para mencionar una de estas madejas criminales, genera más renta que la del petróleo. Otra sofisticación, integrada a las nuevas tecnologías de opresión y control social, es la capacidad de las autocracias para alojar en la resistencia política bloques de pensamiento de la anticultura autoritaria.

La terquedad de los hechos multiplica sanas demandas internas para dejar el vamos bien y pasar a descubrir que es lo que anda mal entre nosotros. Mayores voces piden examinar la ruta y actualizar la estrategia para conservar el liderazgo de Guaidó y ampliar la unidad que lo fortalece. No para fracturar sino para unificar a la oposición, al campo más amplio campo de las fuerzas democráticas y a un país partido en tres segmentos.


Emergen novedades, entre ellas: 1. Agrietamiento en la alianza radical extremista que venía hegemonizando la oposición, 2. Se ha entrado al tablero de la negociación, sin abandonar los otros, 3. Avanza el posicionamiento práctico de una alianza radical moderada, incluyendo figuras independientes, organizaciones sociales y partidos sin representación parlamentaria.4. El intento de quebrar a la FANB está cediendo paso a la demanda de redefinir su lealtad a la Constitución y su papel en la reconstrucción nacional. 5. Se han producido afinaciones positivas en la Iglesia, expresadas en al Cardenal Baltazar Porras, la Conferencia episcopal y sacerdotes influyentes como Ugalde y Virtuoso.

Maduro defenderá su usurpación hasta lo último. La oposición puede amenazar con la fuerza, pero los dragones los tiene EEUU, una democracia que decidirá según sus propios intereses como potencia. El 30A no es la vía. El medio eficaz es el voto libre y de todos.

Pero una elección presidencial sólo es posible si sectores de la coalición de poder lo imponen porque implique mejores beneficios para ella, en vez de desgastarse y pender de la espada de una implosión social o que algún día llegue el lobo.

Avanzar hacia ese objetivo requiere una política transicional que encare la solución del cese de la usurpación vinculada al cese del sufrimiento de la mayoría y la destrucción del país y con una fórmula concreta de redistribución del poder entre los dos polos antagónicos.

02-06-19




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