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miércoles, 14 de octubre de 2020

Dinamismo por @aveledounidad

 Por Ramón Guillermo Aveledo

La política, como la vida, nos plantea constantemente cosas nuevas. No puede el líder político o quien quiera serlo, dar por permanente e inmodificable lo conocido. En la vieja caja de trucos del lugarcomunismo discursivo está eso de “la política es dinámica”, tan ripioso como poco comprendido, porque el dinamismo de lo político no es un pretexto para el camaleonismo, como se lo usa con viciosa frecuencia, sino un dato real acerca de la naturaleza de los procesos sociales y por lo tanto, los relativos a la conquista, preservación y ejercicio del poder. Ejercicio que es sobre todo, repitámoslo aunque suene ideal, un servicio.

Las relaciones internacionales mostrarán una marcada tendencia a cambiar a raíz de la pandemia del COVID 19. No me refiero a las elecciones presidenciales estadounidenses a celebrarse en unos días. Deliberadamente me he abstenido de analizarlas en mis artículos, básicamente para ahorrarme discusiones inconducentes, aunque las siga con la atención que merecen. Pero la cosa mundial es bastante más sencilla y mucho más compleja.


La expansión universal del Coronavirus tiene un impacto enorme que debe proyectarse durante un buen tiempo. Ha afectado la salud y la vida de millones, no son pocos los que la han perdido. Pero sus secuelas se notan ya en las economías nacionales y desde luego en la global, en términos de producción, trabajo, acceso a bienes y servicios, costo para producirlos y para adquirirlos. Eso, cómo no, presenta nuevas exigencias a los gobernantes y a quienes quieren serlo. Las prioridades mundiales cambiarán. Los líderes tendrán que volcar su atención a esos reclamos y los que la ocupaban pasarán a un plano menos importante.

En Venezuela tendremos una elección parlamentaria estéril en diciembre. El grupo en el poder se ha empeñado tercamente en su realización contra todo elemento de lógica objetiva sanitaria, social y de política interna e internacional. Estéril como en el diccionario “que no da fruto o no produce nada”. Pese a los esfuerzos de venezolanos y la insistencia de la Unión Europea, de realizarse los comicios estaremos en una de esas típicas situaciones suma cero para los actores y resta mucho para nuestro pueblo.

Enero trae un paisaje de nuevos retos para una oposición que precisa superar la división y la debilidad cuando la sociedad reclama más un cambio. Ese “éxito” del poder, escasamente atribuible a méritos salvo los de la trapacería, es ventaja inútil cuando el país se va tornando cada vez menos gobernable. Que la política alternativa se reinvente es imperativo, porque apostar a la prolongación indefinida del status quo es tan supersticioso como confiar en las pócimas mágicas del socialismo del siglo XXI. Y el nacimiento de un liderazgo nuevo no ocurre por arte de magia ni emerge como la Venus de Boticelli. Hay que atreverse a promoverlo sin sentarse a esperar por él, porque tomará un tiempo que no tenemos.

“De las cosas nuevas” Rerum Novarum, tituló León XIII su encíclica que en 1891 planteó la cuestión social, desde entonces una constante en la doctrina social de la Iglesia católica que acaba de revisitar Francisco en Fratelli Tutti “Hermanos todos”, con una visión actualizada de la globalización, la nueva pobreza, la falsa promesa de protección “mafiosa” a los indefensos, las migraciones. Reivindica la humanidad y su destino común en responsabilidad fraterna.

Nutritivo alimento para un reformismo audaz capaz de ser esperanzador, como el que debe alentar al liderazgo. Materia prima para reflexión y acción urgentes.

11-10-20

https://elnuevopais.net/2020/10/12/ramon-guillermo-aveledo-dinamismo/


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