Opus Dei 17 de junio de 2023
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Comentario del 11.º domingo del Tiempo
ordinario (Ciclo A). “La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por
tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies”. Decir sí al Señor
cuando nos lo pide, es el camino para formar nuestro querer y nuestras
convicciones como el de un apóstol bueno y fiel.
Evangelio
(Mt 9, 36 - 10,8)
Al ver
a las multitudes se llenó de compasión por ellas, porque estaban maltratadas y
abatidas como ovejas que no tienen pastor.
Entonces
les dijo a sus discípulos:
—La
mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies
que envíe obreros a su mies.
Habiendo
llamado a sus doce discípulos, les dio potestad para expulsar a los espíritus
impuros y para curar todas las enfermedades y dolencias. Los nombres de los
doce apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés;
Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el
publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas Iscariote,
el que le entregó. A estos doce los envió Jesús, después de darles estas
instrucciones:
—No
vayáis a tierra de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; sino id
primero a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id y predicad: «El Reino de
los Cielos está al llegar». Curad a los enfermos, resucitad a los muertos,
sanad a los leprosos, expulsad los demonios. Gratuitamente lo recibisteis,
dadlo gratuitamente.
Comentario
El
Evangelio de hoy comienza con la compasión de Jesús. Al ver a aquellos hombres,
quiere lo mejor para ellos y, al comprobar que van sin rumbo, les ofrece lo
mejor que tiene: Dios mismo. Esa compasión le mueve a actuar en favor de las
personas que tiene delante.
Jesús
toma la iniciativa y elige a los apóstoles para llevar a Dios al mundo entero.
Pide orar para que Dios envíe obreros a su mies. Con esta enseñanza de Jesús,
nos queda claro que el protagonista de la salvación es Él, no nosotros; que los
medios más importantes para llevar a los corazones la fe no son los medios
humanos, sino los sobrenaturales. Lo primero no es poner en marcha actividades
apostólicas, hablar, escribir, moverse de un lado a otro del mundo. Lo primero
es orar. San Josemaría, siguiendo esta enseñanza de Jesús, escribía “Primero,
oración; después, expiación; en tercer lugar, muy en "tercer lugar",
acción”1. El
apostolado solo será eficaz si se fundamenta en la oración, en la unión de amor
con Dios. ¿Y quiénes son esos obreros que tanta falta hacen? Todos los
cristianos: laicos, sacerdotes, religiosos... Todos estamos llamados por Dios a
llevar al mundo entero la buena noticia de la salvación.
Jesús
hace partícipes a los doce de su misión. Cuando los escoge les llama
“apóstoles” que significa enviados, pues los envía a realizar lo que él mismo
hizo desde el inicio de su vida pública: curar enfermos, resucitar muertos,
sanar leprosos, expulsar demonios. Eran tareas que sobrepasaban con mucho las
posibilidades humanas de aquellos doce hombres, la mayoría de ellos pescadores,
sin una especial preparación.
¿y
cuál es el contenido del mensaje que Jesús da a los discípulos? El Reino de
Dios. Dios cree tanto en la instauración del Reino de los cielos y en la
redención de los corazones humanos, que “se atreve”, por decirlo así, a contar
con los apóstoles para llevarla a cabo. Al igual que los apóstoles, tu y yo
también estamos involucrados en esta misión. Dios espera nuestra libre
respuesta y cooperación para que el Reino sea una realidad.
Jesús
también cuenta con nosotros, hoy, ahora, sin esperar a un momento más propicio,
en el que nos sintamos más preparados y mejor dispuestos, cosa que nunca
sucederá, porque nunca seremos dignos embajadores de su mensaje de salvación.
Hemos de decir que sí, ya, ahora, cuando Él pasa y nos lo pide: y sobre nuestra
generosidad, ya sabe Dios formar a un apóstol, eficaz y fiel.
[1]
San Josemaría. Camino 82
Tomado de: https://opusdei.org/es-ve/gospel/
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