Luis Manuel Esculpí diciembre de 2014
La palabra no los compromete, su
retórica pretende evadir realidades. Las incoherencias acompañan siempre el
discurso. Son diestros en simular dominio de las situaciones. Los voceros no
poseen la elocuencia y el histrionismo del Comandante. En las constantes
declaraciones y permanentes cadenas imitan el lenguaje y modales del
Expresidente, sin alcanzar el éxito esperado. La credibilidad no los acompaña.
La audiencia se reduce cada día. Sus atrevimientos suplen carencias. Desestiman
la opinión pública tratándola como ignara. La crisis en todas las esferas los
agobia. Crece la incertidumbre, incluso, entre muchos de los que antes fueron
copartidarios aumentan las dudas acerca de su competencia para superar el
actual estado de cosas. En forma de rumor la desconfianza recorre los cenáculos
del partido gobernante. La insatisfacción cada vez es más generalizada, sin
distingo de sectores sociales y políticos. La recuperación del prestigio parece
improbable.
En un libro del periodista Ramón
Hernández editado en el año 2009 titulado: El asedio inútil, contentivo de una
larga e interesante conversación con Germán Carrera Damas, el historiador
afirma: "Su asedio a la democracia es inútil. No queremos ser súbditos ni
seguidores, sino ciudadanos, seres capaces de arbitrar su destino", en
otro aparte señala en forma premonitoria: "Tengo la impresión de que
nosotros estamos en la inminencia de una ola de fondo". Roberto Mendoza
De-Sola escribió un buen artículo, del cual extraje alguna de las citas.
Hoy se percibe con mayor nitidez la
"ola" de inconformidad y descontento que recorre las entrañas de la
sociedad, haciendo cada vez más necesario y posible el cambio político.
Comparto la tesis que "la tenacidad demostrada por la porción democrática
de la sociedad venezolana es insuperable". Reitero nuevamente que, para
despejar la senda y alcanzarlo, es imprescindible la Unidad de las fuerzas
alternativas.
A propósito de unas declaraciones vino a
mi memoria una anécdota que relataba Moisés Moleiro, referida a una entrevista
de jóvenes de AD (que luego conformaron el MIR) con el entonces Presidente
Rómulo Betancourt donde, palabras más, palabras menos, le plantearon la
necesidad de cambiar de rumbo, en especial de su política hacia los Estados
Unidos; a lo que el Presidente Betancourt respondió: "será inútil
jovencito... será inútil". Cada vez que alguien planteaba algo que Moisés
no consideraba posible respondía con su característica mordacidad y humor: "será
inútil jovencito... será inútil". Moisés Moleiro hizo ese estribillo tan
popular que en semejantes situaciones, sus compañeros y amigos lo empleábamos
siempre en son de broma.
Al ver las declaraciones del
Vicepresidente Arreaza, quien estudio en Cambridge gracias al Plan de Becas
Gran Mariscal de Ayacucho, desmentir la eliminación del IVIC señalando:
"nosotros vamos es a eliminar la ciencia elitesca, para el capitalismo que
no es útil para el pueblo", no pude eludir la tentación de parafrasear
para el título de esta columna el libro citado antes y recordar la frase de la
anécdota: "será inútil jovencito...será inútil".
Estupenda la anécdota sobre la frase "Será inútil... jovencito"... siempre recuerdo a nuestro apreciado Moises pronunciándola!
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