Por Claudio Nazoa
Conocí a Tibisay Lucena
cuando era casi una niña. Todo el mundo la quería. Era aplicada, inteligente y
simpática. Estudiaba violonchelo junto a mi sobrina Puni Estévez. De Tibisay,
se esperaba lo mejor.
No puedo entender cómo
alguien que destilaba amor, proyectos y sueños, se haya unido al elenco de esta
película de terror que inmisericordemente destruye a Venezuela.
Cuando los integrantes del
Consejo Nacional Electoral de Venezuela bajan en cambote por la rampa del
terror para dar noticias a todos los venezolanos, nos da mala espina. Quizás
estoy prejuiciado, pero ver a Tibisay y a sus asistentes rodeados por
guardaespaldas y soldados armados, con esas sonrisitas forzadas y malucas,
indica que alguna vaina mala van a decir.
Lo anterior lo corroboré el
jueves 19 de mayo cuando Tibisay Lucena y sus ayudantes, para explicar cómo
sería no el revocatorio sino la primera fase de él, realizaron exigencias tan
exageradas y absurdas que evidenciaban la intención de desalentar a los
ciudadanos más optimistas.
No se entendió nada de esa
rueda prensa. Fue enredada, confusa, disparatada, desinformativa,
malintencionada y perversa. Según lo allí explicado, los venezolanos debemos
ser unos tramposos delincuentes, quienes queremos salir de un maravilloso y
eficiente presidente llamado Nicolás Maduro.
Carta a Tibisay
Tibisay, no puedo
entenderte. ¿Cómo es posible que hayas permitido que aquella niña sensible
aceptara dirigir la orquesta de la decepción? Te has transformado en una
especie de Gustavo Dudamel pero al revés. El concierto que ayudas a dirigir
está matando a los niños del hospital J. M. de los Ríos, en donde no hay
medicinas ni alimentos para darles. Los niños sobreviven gracias a los padres y
a los héroes pediatras venezolanos que trabajan por amor.
Tibisay, aún tienes la oportunidad
de volver a ser la niña sensible que auguraba arrullarnos con lo sublime de tu
música. Piénsalo. Mírate. Caminas escudada por soldados. Mira tu gestualidad.
Mira a la gente haciendo cola. Mira la injusticia. Mira la delincuencia
desatada.
No lo hagas por la MUD ni
por el gobierno. Hazlo por ti, por este nuestro país que todavía podemos
reconstruir los venezolanos.
Piénsalo, Tibisay. Mira que
el infierno y el cielo existen. El primero ya lo estamos viviendo y el segundo,
lo conocerán con suerte aquellos que cuando rindan cuentas tengan la humildad,
el valor y la conciencia de arrepentirse de sus maldades terrenales.
23-05-16
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