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domingo, 22 de mayo de 2016

Razones para el diálogo, por @FelixPalazzi



FÉLIX PALAZZI 21 de mayo de 2016
@FelixPalazzi

La próxima semana hubiese llegado el arzobispo Paul Gallagher, actual Secretario para las Relaciones con los Estados dentro de la Secretaría del Estado del Vaticano. Es un arzobispo irlandés que trae en su carne la experiencia del conflicto de Irlanda y el Reino Unido. Ha desempeñado cargos administrativos en Burundi, justo cuando el continente africano se desangró en uno de sus más dramáticos conflictos étnicos. También ha sido Nuncio Apostólico en Guatemala y actualmente juega un papel importante en la negociación de las relaciones con el Medio Oriente. Sin duda alguna, trae una amplia experiencia en la resolución y mediación de conflictos. Una experiencia que será necesaria ya que nuestra situación no puede ser más grave. La situación del ciudadano de a pie, en las colas y en los hospitales, es indignante. Negar esta realidad o hacerse el ciego ante ella, es socavar las bases de apoyo y respaldo popular y fomentar el rechazo. Tampoco basta con señalarla. Hay que hacer algo y por eso urge rescatar el diálogo.

Consecuencias

El conflicto entre la Asamblea y el gobierno es sólo la punta de un iceberg que supone y esconde una conflictividad y arbitrariedad institucionalizadas. Por un parte, el gobierno no termina de aceptar las consecuencias y el impacto de las elecciones del pasado 6 de diciembre. Por otra parte, la Asamblea se niega legítimamente a dejar de ejercer sus funciones constitucionales. El conflicto se agudiza cada vez más en la medida en que cada grupo se aferra más a sus objetivos políticos. A simple vista ni el gobierno está dispuesto a dejar el poder, ni la oposición su derecho a revocarlo. Aunque no hay que olvidar en que todo conflicto hay muchos otros factores que intervienen y lo sostienen. Ante esta grave situación la instauración de un diálogo puede ser una herramienta útil de interdicción que ayude a la desaceleración del conflicto.

No se trata de un diálogo que busque imponer al otro la propia visión. Se trata de buscar un cambio frente a la situación de sufrimiento de la sociedad civil venezolana. Esto es lo que hay que salvar primero que todo. Hay que lograr hacer reconocer la gravedad de la situación social. Se necesitan ayudas que permitan solventar la crisis humanitaria. La carestía alimenticia y médica no son el caldo de cultivo para ganar unas elecciones. El modelo económico fracasó y en su fracaso hay que favorecer a sus víctimas. Por ello, un principio básico imprescindible en el diálogo es la responsabilidad de proteger a las víctimas de este fracaso.

Dialogar

Nuestra situación es totalmente particular. No existe una receta que pueda ser aplicada para resolver la crisis. Hay quienes dudamos de la honestidad y la sinceridad del gobierno a sentarse en una mesa de diálogo porque dialogar significa reconocer la presencia y el derecho del otro. Pero no hay que desestimar la fuerza de la historia. Es imperativo desmontar el ethos del conflicto. Hay que seguir construyendo un piso de confianza y civilidad. La persecución, la segregación, la marginalización y la exclusión sólo empujan al rechazo y a la violencia.

Mons. Gallagher hubiese sido un buen interlocutor porque no posee fuerza militar, política o económica. Era difícil cuestionar su imparcialidad e integridad. La suspensión de su visita sólo dilata el conflicto y lo agudiza. ¿A quién beneficia la confrontación y la violencia? Evidentemente esperamos respuestas claras y convincentes de las razones por la que se suspendió la mediación de la Santa Sede.

Felix Palazzi
Doctor en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
@FelixPalazzi

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