Por José Luis Pirela
La crisis que vivimos en
Venezuela está llegando a su mayor nivel de gravedad. El desabastecimiento, la
inflación y el deterioro de los servicios; sobre todo el impacto de los
apagones y la falta de agua constituyen un ingrediente “polvoroso” a la
presente situación.
La MUD hace todos los
esfuerzos posibles para una salida constitucional, democrática y pacífica; en
este sentido se activo la recolección de firmas, se requieren 200 mil y se recogieron
casi 2 millones de rubricas en tiempo record.
La particular sonrisita de
Jorge Rodríguez representante del PSUV, en el tema de las firmas ante el CNE
pretende burlarse de la opinión del pueblo. Los rojos creen que jugar al
retraso, manguarear puede producir resultados mágicos en este ambiente de
indignación Nacional generalizada.
Frente a estas maniobras de la
política baja, la gente convocada por factores políticos de la oposición, salió
a la calle en todas las regiones del país; en actitud provocadora el
oficialismo convoco una movilización a la misma hora y el resultado fue que la
marcha roja llego a su destino y las de la oposición fueron bloqueadas por la
fuerza pública, reprimidas brutalmente, sumándole ingredientes de confrontación
y violencia que solo alimentan los desadaptados enemigos de la democracia.
Hace varios años escribí que
las cúpulas cuando ve amenazada la permanencia en el poder, se ponen torpes y
comienzan a meter la pata a niveles de suicidio político. El gobierno de Maduro
ha sido reiterativo en lanzarle piedras a los organismos internacionales,
lo cual ha colocado en pronunciado aislamiento su política exterior.
Todos estos elementos y otros
develan la perdida de lucidez del cogollo rojo; han tomado la decisión de usar
todos los poderes públicos para sabotear el referéndum revocatorio. Usar el
poder para pisotear la Constitución y burlarse sarcásticamente de la Nación, es
un detonante peligroso y nada deseable.
Maduro se empeña en repetir su
formato, sin reflexionar sobre las nuevas variables de la coyuntura; el caso
Brasil plantearlo como un golpe de Estado es un absurdo, cuando el Congreso de
ese país hace uso legitimo de su orden constitucional, dando ejemplo de
institucionalidad democrática.
En Venezuela construimos una
salida pacífica a la crisis, con respeto a las reglas del juego contemplada en
la Constitución y las leyes de la República o lamentablemente corremos el grave
riesgo de una explosión social.
El pueblo venezolano no quiere
violencia; pero su paciencia se agota en la lucha por la supervivencia, solo
una clase política paciente de psiquiátricos podría pensar que las naciones se
suicidan.
¡Venezuela no se rinde y
saldrá triunfante!
12-05-16
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