Por Vanessa Davies
“No hay forma de resolver la
crisis de la salud en una economía distorsionada”, concluye el médico e
investigador. Como miembro de la Academia Nacional de Medicina, calcula que 65%
de los gastos del sistema de salud son sufragados por las familias
El antes y el después del
sistema de salud pública lo puede contar el médico e investigador Marino
González en primera persona: cuando cubría guardias en la Maternidad Concepción
Palacios, hace 30 años, un neonatólogo quedaba de guardia para atender
cualquier complicación. Eso cambió. “La Maternidad cerró el posgrado de
neonatología hace cinco años, por lo que si los niños tienen una complicación,
no dispondrán de los recursos con los que contaban hace 30 años”, deplora
González, en entrevista con Contrapunto.
Egresado en 1983 de la
Escuela de Medicina Luis Razetti de la UCV, González se especializó en salud
pública en “la casa que vence las sombras” y se formó en ciencias políticas en
la Universidad Simón Bolívar. También obtuvo un doctorado en políticas públicas
en la Universidad de Pittsburgh. “Me atraía la idea de generar conocimiento
útil”, afirma. Y vaya si lo ha hecho: su reciente discurso de incorporación a
la Academia Nacional de Medicina revela que las venezolanas y los venezolanos
sostenemos de nuestro bolsillo más de la mitad del sistema de salud.
En su opinión, el deterioro
del país es tan grande, que hacer el referéndum revocatorio es un problema de
salud pública.
“Drama social mayúsculo”
-¿En Venezuela hay
destrucción económica o también social?
-Venezuela tiene un drama
social mayúsculo. No existe país en América Latina, en los últimos 50 años, que
haya tenido -como Venezuela- una combinación de caída económica con inflación.
Estamos en el tercer año de la recesión económica. La caída de la actividad
económica se calcula en más de 10 puntos, la más grande del mundo. La
combinación con la inflación es lo más crítico, porque tenemos la inflación más
alta del mundo desde el año 2013. La combinación de caída de la actividad
económica con inflación en Venezuela solo es superada por lo sucedido en Perú
entre 1989 y 1990, con 7.000% de inflación y una caída del Producto Interno
Bruto de 21%.
-¿Qué pasará si esto sigue
igual?
-Si en Venezuela se prolonga
la caída económica este año y el que viene, sin duda que vamos a pasar a ser la
sociedad con mayor pérdida de capacidad productiva en la historia de América
Latina en los últimos 50 años.
-¿Qué sucede con la
población venezolana?
-En primer lugar, caída del
ingreso. El estudio que hicimos tres universidades venezolanas (investigación
Encovi) reveló una pobreza extrema de 23,6% en el año 2014. En ese momento ya
habíamos previsto que, si continuaban la situación económica y la inflación, en
2015 eso iba a aumentar, y efectivamente aumentó a 49,9%. De 2016 no tenemos
información; estamos haciendo el trabajo de campo, pero lo más probable es que
se incremente la pobreza medida por ingreso. La pobreza estructural,
relacionada con factores como la vivienda y los servicios, estaría en casi 30%.
-¿Es producto de una “guerra
económica”, como lo sostiene el gobierno?
-Hoy día se sabe que los
países, para poder tener desarrollo sostenible, necesitan crecer, necesitan un
ámbito político de colaboración entre los actores y nosotros no lo tenemos en
Venezuela. En materia económica necesitamos crecer y tener baja inflación, y
son dos cosas que descansan en los gobiernos. Estamos en agosto y no tenemos
cifras de inflación desde finales del año pasado… ¿De quién es la
responsabilidad?
-¿Descartaría la
confabulación económica?
-¿Por qué no hay harina,
leche ni azúcar? Porque la producción requiere de inversión pública, privada o
de ambas. Lo que vivimos hoy es lo que sucede cuando el gobierno estatiza
empresas, anula los derechos de propiedad y limita la actividad del sector
privado. Eso ha pasado en otras partes del mundo, como la URSS y los países de
Europa oriental. Nosotros nos metimos en este túnel desde hace 10 años.
Fallas en el pasado, peores
en el presente
-¿Estaríamos igual si
estuviese vivo el presidente Hugo Chávez?
-Es un problema de modelo.
Creo que el gran error del presidente Chávez fue pensar que una economía basada
en el petróleo tenía suficiente margen, suficiente autonomía como para resolver
estos problemas. La decisión fue controlar toda la actividad económica, pero
ningún país del mundo que tenga petróleo ha podido eliminar la dependencia real
de otros sectores de la producción. La responsabilidad tiene que ver con la manera
como se han enfocado los temas económicos, sociales y políticos.
-El pasado antes de Chávez
tampoco fue mejor.
-No es que los problemas
aparecieron ahora. Pero esto ha sido mucho más crítico ahora. Venezuela, a
mediados de los años 90, tenía retrasos importantes en la reforma del sistema
de salud. En los años 90 los países de América Latina empiezan a transitar
estas rutas: necesitan poblaciones sanas, con suficientes capacidades para
enfrentar los retos del desarrollo.
-¿Qué hizo Venezuela?
-Venezuela comenzó con una
reforma en la que fuimos pioneros: la descentralización de los servicios de
salud. Fuimos muy exitosos en estados como Aragua, Mérida y Carabobo. Hay un
tema crítico en este momento, y es que los países que le dan importancia al
financiamiento público de la salud son los que tienen más éxito, porque la
salud es un bien público y no tenerlo afecta a los sectores más pobres de la
población. ¿Qué ha pasado en países desarrollados? A esto se le ha dado
prioridad, y de cada 100 unidades monetarias 85 las pone el Estado.
-¿Y en Venezuela?
-En los años 90 Venezuela ya
tenía problemas de ese tipo, igual que Colombia, Brasil y Perú, porque el
aporte que debían hacer las familias era alto. En 1995, 50% de los gastos del
sistema de salud eran sufragados por las familias venezolanas y no por el
Estado, cuando la proporción debería ser 15% las familias y 85% el Estado.
-¿Cómo estamos ahora?
-Desde 1995 hasta 2013
aumentó a 65%. En otras palabras, 65% de los gastos del sistema de salud son
sufragados por las familias. Es una paradoja que el gobierno haya dicho que la
salud es un bien importante, pero en la practica terminó ejecutando la privatización
de los servicios de salud más grande de América Latina en el siglo XXI, y una
de las más grandes del mundo. En este momento los países reducen el costo para
las personas y las familias. No ocurre así en Venezuela.
Buena orientación, mala
ejecución
-Pero el gobierno creó
Barrio Adentro, hizo inversiones.
-Desde 1999 hasta 2002 el
gobierno de Chávez prácticamente abandonó la política social. Todo lo que venía
de la década anterior, como los programas de compensación, fue eliminado. Luego
de la crisis política de 2002 surge la necesidad, para el gobierno, de
fortalecer el área social, y aparecen las misiones. Las misiones son una
adaptación venezolana de una práctica cubana. La orientación de las misiones de
privilegiar la atención primaria, de hacer llegar los servicios a todas las
personas independientemente de su nivel social y ubicación geográfica es
correcta.
-¿Qué llevó a su fracaso?
-Que no es un problema
solamente de recursos. La mortalidad materna se puede reducir si se analiza en
cada uno de los sitios lo que está pasando. Debes saber dónde se mueren las
mujeres, dotar los servicios, acercarlos a la población. No es solo construir
módulos de Barrio Adentro o tener médicos, sino gestionar un sistema diferente.
La mortalidad materna aumentó con Chávez, por lo que hay una lógica que no
funcionó. Terminamos con una de las menores tasas de inmunizaciones. Venezuela
tiene las tasas más bajas de la región. En algunas vacunas, como la triple y la
antipolio, Venezuela tiene coberturas solo superiores a Haití, Paraguay y
Guatemala.
-¿Qué cree que sucede?
-Hay un problema de
incompetencia, de incomprensión de la forma como funcionan los sistemas de
salud modernos. Y para remate, la descentralización fue revertida y cambiada
por un mayor control de recursos.
-¿Y en materia legal?
-Estamos en mora con leyes:
no solo de salud, sino de pensiones. Venezuela es el país con más retraso en
reformas institucionales de salud y de seguridad social en América Latina.
Hasta las sábanas
-Usted dice que la gente sostiene
65% del sistema de salud. ¿Cómo lo hace?
-La forma más sencilla es
que la persona debe llevar sábanas, inyectadoras, catéteres, utensilios. O
tiene que comprar los medicamentos en la farmacia. También debe pagar la
consulta en el sector privado. Según la Encovi, aunque existen los módulos de
Barrio Adentro y los CDI, de cada 100 personas con diabetes 95 se controlan en
servicios privados. Si tienes diabetes, necesitas un médico que sepa del tema,
exámenes, insumos, y la realidad es que la persona va a Barrio Adentro y no los
consigue. Y los hospitales públicos también están muy deteriorados. Hay
familias que deben vender un vehículo, hipotecar la casa o irse fuera del país
para tener acceso a un servicio de salud. En 2015, 55% de la población no tenía
seguro de salud.
-¿Para dónde va ese 55%?
-Es la gente que debe hacer
largas colas, que está en situación de completa penuria en cuanto a su atención
y no tiene para los medicamentos. De cada 100 personas con hipertensión
arterial 65% no saben que la tienen o no tienen diagnóstico adecuado. Se
calcula que en el país hay 9 millones de hipertensos, de los que 6 millones no
tienen diagnóstico establecido.
-¿Qué sucede con los seguros
privados?
-La cobertura llega a no más
de 15% de la población. Además, en toda situación inflacionaria se disparan los
costos, pero la posibilidad de compensar disminuye. Las primas que se deben
pagar para las mismas coberturas han aumentado al igual que lo ha hecho la
inflación. Entre 2014 y 2015 ha disminuido en 2% la población asegurada, y este
año debe ser mayor. La cobertura disminuye.
-¿Qué sería lo ideal para el
país?
-La cobertura debe ser
pública. En Colombia 14% del gasto es del bolsillo de las personas y 86% del
gasto es público. En México existe el seguro popular, que ha aumentado la
participación del sector público en el financiamiento de salud. Los países de
mayor desarrollo van en esa dirección, mientras nosotros marchamos en la
contraria. Venezuela tiene aumento de mortalidad materna, endemias,
hipertensión arterial y diabetes, y es el país de América Latina con el
desempeño más bajo en materia de salud.
La salud supeditada a lo
político
-¿Como revertir la crisis de
la salud?
-Los cambios están
supeditados a lo que suceda en el ámbito político y económico. No hay forma de
resolver la crisis de la salud en una economía distorsionada. Venezuela
necesita crecimiento económico, una economía en la que los sectores colaboren
entre ellos. El país necesita un programa de estabilización económica orientado
a tener una economía funcional y un Estado funcional. Resuelto el problema de
la inflación, hay varias cosas que hacer en salud. Una de ellas es la manera
como se gerencia el sector y otra, los recursos. Debe haber más recursos para
la salud.
-¿No es un barril sin fondo?
-No, porque se supone que
tienes una economía ordenada y que vas a asignar recursos. Hay una cosa que
ahora financias y que vas a dejar de financiar. Por ejemplo, hay empresas
estatizadas que deben ir al sector privado, para que puedas tener recursos para
salud y educación. Hay que redistribuir los recursos para poder reducir a 15%
el gasto que hace la gente en salud.
-¿En cuánto tiempo se puede
llegar a eso?
-En Colombia se hizo en
cinco años de reformas importantes. Los mexicanos también lo hicieron. Pero debe
haber progreso permanente y sistemático. El otro tema es descentralizar,
transferir recursos a estados y municipios, crear redes de servicios de salud.
-¿La red actual no
funcionaría?
-Todo eso hay que
integrarlo, no se pueden tener cosas paralelas. Hay que integrar Barrio Adentro
y tener un solo sistema. Se necesitan más recursos públicos. Todo dependerá de
cómo vaya la economía. Con una economía enferma la salud va a seguir siendo
enferma. La segunda gran reforma o cambio es que los sistemas de salud deben
ser descentralizados, lo que supone responsabilidades en varios niveles.
-¿Qué otro cambio
necesitaría el país?
-Los países tienen recursos
en el ámbito público y el privado. Esta separación es terrible, porque hay
recursos que están en uno y recursos que están en otro y que se pueden
compartir con un trabajo colaborativo.
-¿Usted cree que un centro
privado aceptaría sin pagar a un paciente del sector público?
-Si todos los venezolanos
tuviésemos un seguro para toda la población, que tiene unos topes, podrías
establecer puentes con ese financiamiento para la prestación de servicios, pero
también para investigación, recursos humanos, tecnología. Hay muchas
modalidades de acción.
-¿Habría algo más?
-Hay que sacar la salud a
las universidades, a los centros de trabajo. Hay enfermedades crónicas
vinculadas con hábitos de vida, alimentación, trabajo, y mejorar todo eso pasa
por información e intervenciones. Con estas estrategias tendríamos un sistema
de salud muy diferente.
-¿Qué lo impide en este
momento?
-Este gobierno se embarcó en
una ruta que hace muy complicado el cambio. Todo parte de la concepción del
desarrollo. Un desarrollo que solo se base en el Estado es incompatible con
esto. Por eso creo que el país necesita una transformación política, económica
y social importante. Se trata de tener una mejor economía para tener una mejor
población. No hay manera de avanzar en el desarrollo con la actual situación.
¿Revocatorio o más
destrucción?
-Si seguimos como seguimos,
¿cómo será la situación en 2018?
-Si no hay cambio y se
avanza hacia una situación hiperinflacionaria lo que nos queda es destrucción
de activos productivos, destrucción de calidad de vida, destrucción del ahorro
de la familia.
-¿Qué pasará con la salud?
-Habrá más problemas,
aumentarán la mortalidad materna y la mortalidad infantil, no se controlarán
las endemias. El escenario es bien dramático de no haber cambio. Todos los
países con hiperinflación han terminado con problemas de calidad de vida de
marca mayor. Aumentará en Venezuela la pobreza estructural, la más difícil de
revertir.
-Visto así, en su opinión
¿el referéndum revocatorio es un problema de salud pública?
-Totalmente. Hacer el
revocatorio es un problema de salud pública, de supervivencia del país.
-¿Descarta que el gobierno
del presidente Maduro pueda implementar cambios?
-Yo lo descarto. Hay que
cooperar, hay que articular esfuerzos con todos los sectores. No veo esa
actitud en este momento.
-Si aumentara la inversión
de salud ahora, ¿habría algún cambio?
-No, porque no se trata de
recursos, sino de lógicas de desempeño. Usted puede tener vacunas, recursos
calificados, enfermeras, pero esas vacunas se pueden quedar allí. Puede tener
médicos, bolívares y dólares, y si no se usan para control prenatal y atención
del parto, no funcionará la reducción de la mortalidad materna.
Aprender las lecciones
-¿Todo se soluciona con el
cambio de la economía?
-No se soluciona todo con
eliminar los controles y abrir la economía. Hay que tener un programa de
compensación importante por el deterioro social, hay que tener previstas
asignaciones para financiamiento público. En el año 1997 Venezuela tenía el
mayor poder de compra de América Latina y el Caribe: en 2015 caímos al noveno
lugar. Se nos ha deteriorado nuestra capacidad de compra. Si seguimos así, nos
vamos a parecer más a los países de menor capacidad de compra, como Haití y
naciones centroamericanas. Tenemos un atraso de 20 años en este momento.
-En Venezuela hay temor al
neoliberalismo, por lo que ha sucedido en el pasado reciente.
-En situaciones como esta
hay que preservar el bienestar de la gente. En Venezuela se ha producido el
deterioro de la calidad de vida. ¿Es posible tomar medidas que reviertan esta
situación? Sí, y hay que tomarlas rápido. No tiene que ver con la visión de que
prevalecerá el mercado o el Estado. Hay que pensar que hay cosas que el mercado
hace bien, y otras que el Estado hace bien. Un ejemplo del rol del Estado: para
que haya salud necesitamos un Estado que privilegie el gasto público y que sea
protector. Las visiones neoliberales trasnochadas que piensan que la solución
es más mercado no son compatibles. Tampoco las visiones que piensan que solo
debe existir el Estado. Los venezolanos van a necesitar un programa de
compensación de su ingreso que les permita estabilizarse, organizarse e
insertarse en opciones de trabajo.
-¿Usted le quitaría el
“coco” al neoliberalismo?
-En el mundo hay una visión
aprendida: mejor mercado y mejor Estado. Hay cosas que el mercado no puede
hacer y otras que el Estado no puede hacer o hace muy mal. Tampoco vamos a
poder avanzar a expensas del petróleo. El recurso tiene que dirigirse a la
creación de conocimiento. Es la gran experiencia del mundo.
-¿Se necesita financiamiento
internacional?
-Para que la estabilización
funcione se necesitan recursos. El país no tiene ahora ni cómo pagar las deudas
con proveedores internacionales. La pregunta es: ¿quién puede poner sobre la
mesa esos recursos? Muchos pueden venir de la banca internacional, de acuerdos
con otros países. Se necesita una diversidad de opciones. Instituciones como la
CAF y el Banco Mundial ofrecen experiencia, posibilidades de tener recursos. El
país no puede cerrar ninguna puerta que contribuya a la mejoría de la situación
de las personas. Esto lo deben hacer equipos competentes.
-En 1989 tuvimos una
experiencia muy mala por decisiones que tomó gente competente.
-Me refiero a identificar la
situación política; a entender que se trata de concertar esfuerzos y a tomar en
cuenta a todos los sectores, tanto a los que están en este gobierno como a los
que están en una posición diferente. No se puede ser impositivo, todo debe ser
abierto y con diálogo.
-¿Aprendimos la lección de
1989?
-Debemos aprender las
lecciones de 1989, de 1996 y de ahora. De todas esas situaciones debemos sacar
un balance: saber qué se puede hacer y qué no se puede hacer porque afecta a la
gente. Hay que tener una preparación política y técnica, no se puede
improvisar. Hay que hablar y concertar. Por más que la experiencia de este
gobierno haya sido criticable, se debe tener la visión para entender que
algunas cosas que se han hecho tienen elementos buenos. Y debemos mantenerlos.
Hacer borrón y cuenta nueva sería poco constructivo.
21-08-16
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