Por Leonardo Morales P.
Venezuela atraviesa una de
esas crisis a las que no se le consigue, al menos claramente, salida. El
gobierno necesita salir del atolladero, la oposición está preocupada por lo
mismo, pero, por encima de ambos, la sociedad venezolana clama por una solución
satisfactoria al tremendo desorden existente.
Es al gobierno a quien le
corresponde dar los pasos conducentes a la estabilización del orden social,
político y económico. Maduro y su uniformado gobierno lo intentan, ofrecen
proyectos y medidas que a nadie convencen. Los uniformados y Maduro lucen
desatinados, erráticos, faltos de ideas. Nombramientos van y vienen, todos
fracasan. La crisis sigue su curso, la conduce la inercia y el gobierno palidece
ante su magnitud.
Para Maduro y los uniformados
el problema de la crisis es la democracia. No se trata de medidas económicas,
siempre inapropiadas, ni de políticas sociales que satisfagan a la sociedad: es
la democracia que hace que los ciudadanos exijan demasiado y ponen en peligro
la estabilidad de un gobierno que desea permanecer ad infinitum.
El inicio de este siglo fue
aciago para la República: Chávez ideó una nueva Constitución que duraría 100
años, dijo alguna vez, y, al poco tiempo, quiso modificarla; desde entonces la
Constitución, que dio vida a la V República, está amenazada por sus creadores.
Luto 1
Para Maduro y sus uniformados
la democracia es un estorbo, un invento burgués que debe controlarse hasta
extinguirlo. En esa dirección aparece, no para superar la crisis de los
venezolanos sino para garantizar la preeminencia de la jerarquía roja, la
convocatoria de una Asamblea Constituyente que trae en las alforjas dos
particularidades: la convoca Maduro y sus uniformados sin necesidad de consultar
al pueblo y, como si fuera poco, decreta la muerte de la V República.
Los herederos, el designado y
demás adláteres, señalan implícitamente y sin rubor que el diseñador de la
actual Constitución y de la nueva República fracasó. Muerte a la Constitución y
a la V República.
Luto 2
Liquidada la obra de Chávez
por sus más aventajados e inescrupulosos súbditos le toca ahora a la
democracia. La soberanía que debería residir en el pueblo pasará ahora a manos
de Maduro y sus uniformados. El pueblo no requerirá ser consultado sobre el
cambio de la Constitución, solo el capricho de la cúpula roja será suficiente y
así deberá ser participado al pueblo.
La fase final de la democracia
ocurrirá cuando los usurpadores de la soberanía popular anuncien la nueva
Constitución sin que ésta se consulte a los ciudadanos a través de una votación
universal, directa, libre y secreta.
Mientras el gobierno avanza en
su afán de liquidar la democracia va dejando luto y dolor en las familias
venezolanas. Varios jóvenes, que solo llegaron a conocer a este gobierno, han
sido asesinados por los cuerpos policiales o grupos paramilitares que actúan
amparados y protegidos. Todos luchando por algo que irrita a Maduro y a sus
uniformados: por la democracia.
La responsabilidad de la
dirigencia opositora radica en defender la democracia, pero también debe actuar
responsablemente en la defensa y protección de la vida de los venezolanos. Esta
no es una pelea entre demócratas.
12-05-17
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