Luis Manuel Esculpi 12 de diciembre de 2017
@lmesculpi
Todo,
o casi todo, era perfectamente predecible. Estaba cantado, no hubo mayores
sorpresas. Tres de las principales organizaciones anunciaron que no
participarían. Los resultados de las gobernaciones influirían de manera
importante. El desánimo y el desaliento se proyectarían. El oficialismo las
tendría todas consigo. La ausencia de testigos les facilitaría las
triquiñuelas. Entre ellas la de aumentar las cifras de participación. Las
anunciadas no tienen credibilidad. El ventajismo hizo de las suyas. Esta vez
sin la menor contención. El abuso descarado de las presiones. El control de la
votación con la utilización del “carnet de la patria”en los puntos rojos
ubicados ilegalmente presionaron al elector. La coacción contra los empleados
públicos se intensificó.
Tal
descripción explica parcialmente lo sucedido, pero resulta incompleta si no se
analiza la política adoptada por las fuerzas que constituyen en la actualidad
parte fundamental de la Mesa de la Unidad. Ya estaba planteada una revisión del
comportamiento político de la oposición después de los resultados electorales
de las gobernaciones, lamentablemente ese debate no se realizó con la
profundidad y el alcance que la situación ameritaba. Se adoptaron posiciones a
la ligera, sin mediar un análisis reflexivo para rediseñar las orientaciones
tácticas y estratégicas que posibilitará la recuperación de la iniciativa y el
avance en la búsqueda del cambio político.
La
oposición venezolana ha demostrado que sus mayores logros los ha alcanzado en
el espacio electoral, allí se ha acumulado el potencial más significativo del
esfuerzo de estos años (lo que no implica descartar la participación en los
diversos escenarios de la lucha social y política) pero la concurrencia en el
terreno donde se han obtenido importantes victorias, en el cual se ha adquirido
mayor destreza, organización y dominio no puede ser despreciada, más cuando
ella constituye una idea fuerza de la estrategia constitucional, democrática y
pacífica diseñada por la Mesa de la Unidad.
Los
resultados del domingo no obedecen solo a las virtudes del oficialismo, pese al
ventajismo, las trácalas y todos los mecanismos fraudulentos que ha venido
empleando, por un gobierno que tiene sumido al país en este desastre de la
mayor crisis conocida en la Venezuela contemporánea, también obedecen a
políticas equivocadas adelantadas por las fuerzas democráticas como
consecuencia de la improvisación, la postergación de una reflexión
imprescindible y a la falta de unidad de propósitos, de mando y de acción.
Argumentar
que no se participa pero tampoco se llama a la abstención, es en alguna medida,
evadir el rol dirigente que se está llamado a cumplir, al no existir
orientación política sobre un evento trascendente, sin embargo militantes de
organizaciones que formalmente no participaron, se inscribieron como candidatos
y lograron importantes triunfos que le permitieron conservar las Alcaldías, sin
ir muy lejos ese es el caso de los municipios Chacao, Baruta, El Hatillo y San
Antonio de los Altos en el estado Miranda.
Quienes
asumen la abstención como una política permanente -afortunadamente constituye
un sector minoritario- carecen de un proyecto alternativo, solo poseen un
discurso general que no aterriza en el campo concreto de la acción.
Las
negociación que se viene adelantando con observadores internacionales en
República Dominicana, de acuerdo a declaraciones de varios de los participantes
permiten, aún con reservas, tener un “optimismo moderado”, sin embargo siempre
es conveniente recordar la necesidad de actuar en diferentes escenarios y que
la crisis económica y social sigue allí, no sólo permanece sino que tiende
agravarse peligrosamente.
La
situación exige una reflexión crítica, ella es impostergable, vital para
retomar la ofensiva, para recomponer la unidad imprescindible y avanzar con
rumbo claro hacia el cambio político necesario y posible
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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