Mari Montes 03 de abril de 2021
@porlagoma
“Yo
tengo una Venezuela en mi cabeza, una Venezuela que recuerdo y una Venezuela de
los sueños. Me pega mucho ese deterioro, porque desde esas primeras olas que
llegaron de profesionales, con posibilidad de invertir, ahora nos llega gente
cada vez más vulnerable”. Pilin León ya tiene 12 años en Barranquilla,
Colombia, país donde no solo ha hecho su hogar, sino la extensión de su país.
Camina por sus calles ayudando a venezolanos migrantes gracias a la solidaridad
de muchos, “quiero devolverle a Colombia parte de lo que me ha dado”. Miss
Mundo 1981 en cada paso que da sigue con la banda de Venezuela puesta en su
pecho.
Si hubiese que buscar una palabra para definir a Pilin
León, sería “compromiso”.
Tuvo que asumir responsabilidades temprano,
siendo muy joven, a raíz de la muerte de su padre, en 1985, cuando le tocó
hacerse cargo de la casa, de su mamá y su hermano. Gracias a lo que había hecho
a su corta edad, tenía un trabajo que le permitió sostener la familia.
-Mi papá acababa de morir, yo tuve que ocuparme de mi
hermano y de mi mamá. Había sido Miss
Mundo cuatro años atrás, y en mis manos estaban las herramientas para
poderlos echar para adelante. Para ese momento la responsabilidad de ser una
imagen pública, me costaba mucho asumirla, por todo lo que tenía que hacer:
trabajar en televisión, en publicidad, modelar. Nada de eso estaba en mi plan
de vida, pero fue necesario, con amor, eso sí, pero con un estrés enorme. Tenía
23 años, era muy jovencita.
Así empezó la historia Carmen Josefina León
Crespo, una muchacha familiar, educada en
un hogar donde siempre fueron importantes los valores como servicio
y solidaridad.
-Yo recuerdo que mi papá me llevaba
con él a sus visitas rurales, con su maletín de médico en Ocumare de la
Costa, atendiendo a los hijos de los pescadores. Se llevaba una
maleta de medicinas, de muestras médicas, para hacerles la consulta
y darles el medicamento. Creo que cuando uno ve esas cosas en la casa, eso se
queda. Mi mamá trabajó de voluntaria en hospitales,
acompañaba a mi papá y lo ayudaba inyectando a los niños que lo necesitaban.
Las experiencias de los certámenes, primero el Miss
Venezuela y luego el Miss Mundo, la tomaron por sorpresa.
Apenas unos años antes, no se sentía una muchacha atractiva, era muy alta y
delgada, pero como en la historia de El Patito Feo, cuando terminó
el bachillerato, estaba muy linda, la entusiasmaron y ella aceptó, sin muchas
expectativas.
Desde que llegó, su participación, con la banda
de Miss Aragua, fue una sensación que la convirtió en favorita,
junto con Irene Sáez, así que el resultado no sorprendió. Cuando
fue al Miss Mundo en noviembre de 1981, ya Irene Sáez había
ganado la corona de Miss Universo. En Venezuela los periodistas
de farándula aseguraban que eso podía perjudicarla, porque era inédito
que un país tuviera las dos ganadoras, de los reinados de belleza más
importantes del mundo, el mismo año.
Como exige el concurso, Pilin llegó
semanas antes para atender la exigente preparación de
las candidatas. La agenda incluía cenas y encuentros con los
jurados, además de actividades benéficas, donde se tomaba muy en
cuenta la actitud de las niñas, ya que el trabajo de una Miss Mundo implicaba
participar en actividades altruistas durante todo un año. Con 18 años de
edad, Pilin era “Venezuela”, así era llamada por todo Londres,
conquistando al público que no paró de aplaudirla la noche final. Iban
descartando candidatas y ella ganaba más simpatías a medida que avanzaba la
noche. Natural y fresca en sus respuestas, cuando fue nombrada la Reina
de América, ya no había dudas de que la maracayera repetiría el logro
de Susana Duijm. Pilin León fue la segunda
venezolana con una corona de Miss Mundo.
-El año del reinado fue 1982, porque yo gané en
noviembre de 1981. Las cosas se sucedieron muy atropelladamente, y yo hacía uso
de los valores de mi casa, de la educación que
me dieron mis padres, ser responsable y puntual para
sobrellevar la cantidad de cosas que llegaron a mi vida, completamente ajenas a
mí, que gracias a Dios tenía estos valores y a Julia
Morley, la presidente del certamen Miss Mundo, una mujer
excepcional, de gran entereza y con una personalidad especial,
que fue un gran apoyo para asumir todo lo que había que hacer
ese año. Ella (Morley) siempre dijo que yo era una “niña muy de su casa” y
varias veces invitó a mi mamá a acompañarme a ciertos eventos. Ella sentía que
yo necesitaba familia a mi lado, y la llevaban.
En aquel tiempo, como ahora, a las reinas de
belleza les hacían preguntas como si fuesen diplomáticas, politólogas o expertas
en políticas públicas. De situaciones así, recuerda lo que ocurrió
en Chile. Estaban pendientes de lo que iba a decir luego de su
entrevista con Augusto Pinochet. Dos años antes, la Miss
Universo venezolana, Maritza Sayalero, había sido muy
criticada por haber descrito al dictador como un hombre de “buen corazón”.
-No sé por qué esperaban de la respuesta de una Miss
una posición de Estado. Augusto Pinochet era un hombre impactante, como son
todos esos líderes, aunque sean unos sanguinarios. Para bien o para mal, él
generaba un impacto personal. Esas características que los hacen llegar a
esas posiciones de poder. A mí me impactó su mirada. Hablamos muy
poco sobre lo que había visto en la visita. Cuando se abrió la puerta y salí de
su oficina en el Palacio de La Moneda, el pasillo estaba repleto
de periodistas, cámaras de televisión y fotógrafos,
como si fuera una reunión de Estado, como que si iba a decir algo
importantísimo para los dos países. Eso me sorprendió, no sabía qué decir y
contesté que me había impactado la personalidad del Presidente. Los periodistas
lo tomaron de distintas maneras. Pero, ¿cómo voy a responder yo otra cosa más
sincera que eso? Además estábamos invitados por organismos del Gobierno, fuimos
a visitar orfanatos, hospitales, instituciones del
Estado que se ocupaban de niños en situación de abandono, y el chaperón que
teníamos era partidario de Pinochet. ¿Qué decir que no dejara mal el nombre de
Miss Mundo, el nombre de mi país, y mi opinión muy personal, acerca del
dictador? Era una responsabilidad muy grande y yo muy joven.
Para Pilin, ese año tiene momentos que
quedaron como en una nebulosa, sin embargo recuerda otro incidente que se
convirtió en un asunto diplomático.
-En una visita que hicimos a El Salvador,
que estaba en esa situación de violencia de la guerra de guerrillas, fuimos al
hospital donde estaban los niños heridos en un ataque con bomba en un autobús
escolar. En esa época, Leopoldo Castillo era el embajador de
Venezuela. Me recibieron, había varios eventos donde debía estar yo y uno era
un desfile. El embajador Leopoldo Castillo me mandó a decir con un vocero de la
Embajada, que no creía seguro que se hiciera ese desfile público, porque había
amenazas. Igual se hizo el desfile y él no asistió. Mi mamá me acompañó en esa
gira, nos llevaron en helicópteros militares a la zona de guerra, fuimos a los
hospitales donde había víctimas de esa guerra de guerrillas, y un
par de meses después, me hicieron una entrevista, una agencia internacional,
entonces me preguntaron de los lugares que había conocido y qué me había
impresionado, yo comenté que uno de los sitios que más me había impactado era
El Salvador, por el horror que había visto. Bueno, eso generó que el gobierno
de El Salvador le enviara una nota de protesta al Embajador y que él me tuviera
que pedir a mí que modificara mi respuesta porque eso le hacía mucho daño a la
imagen internacional de Venezuela. Imagínate, una respuesta mía,
porque la gente no iba a querer visitar El Salvador, que eso había impactado
mucho. Cosas que uno dice sinceramente, desde la inocencia de una niña que recién
había cumplido 18 años. Pero era la verdad y eso salía en la prensa del mundo.
¿Qué iba a decir yo? Ese atentado fue una noticia que recorrió el planeta.
¿Cómo podía decir otra cosa?, ¿cómo el Gobierno hizo una nota de protesta como
si yo fuera una embajadora titular?
En Colombia también dio una
declaración por la que fue criticada por los periodistas, regresaba de una
larga travesía aérea y estaba agotada.
-Otra cosa me pasó por falta de sueño, veníamos de esa
gira en la que estuve en Centroamérica, de Panamá fuimos
a El Salvador y luego fuimos de nuevo a Panamá para
ir a Colombia. Llegamos de madrugada al Aeropuerto de El
Dorado, me esperaban al pie de la escalera del avión, igual que en Chile,
una cantidad de periodistas. Colombia también es un país de reinas
de belleza. Yo llegué medio dormida, porque no pude descansar en el avión,
bajé y ahí mismo me preguntaron a qué colombiano admiraba yo. Yo quería decir
Gabriel García Márquez, me había leído sus libros, no sólo Cien años de
soledad, también Relato de un náufrago, Crónica de una
muerte anunciada y varios cuentos, pero con el sueño, el nombre no me
salió, no lo recordé, y entonces dije “El colombiano universal, Simón Bolívar”,
bueno, casi que me destrozaron los medios en Colombia y en Venezuela, que cómo
me atrevía a eso, pero para mí era y es así. Yo pensaba en la Gran Colombia. Me
comieron viva, otros fueron más indulgentes y al día siguiente me dieron la
oportunidad de explicar mejor mi respuesta, tuve la oportunidad de expresar mi
admiración por Gabriel García Márquez. Un periodista que me hizo
una entrevista de lo más linda, no buscaba atacarme, ya yo había descansado, y
hablé con más tranquilidad.
Entre esas memorias de aquellos días del reinado,
aparecen nombres de personalidades con quienes le tocó compartir mesa en cenas
benéficas. Habla de la amabilidad del príncipe Carlos, lo
interesante que era la princesa Margarita, la voz y simpatía del
actor Sean Connery o las opiniones de la diseñadora Gloria
Vanderbilt. Fue un año en el que conoció el mundo, sin tener
consciencia de que ese aprendizaje sería determinante para lo
que vino después.
Siendo Miss Mundo, le tocó visitar países
muy pobres, ver una miseria que desconocía, el resultado de
la violencia, de la corrupción, la miseria, sin pensar jamás
que le iba a tocar estar, años después, ayudando a venezolanos en esa
situación, desde el exilio.
-Parece mentira que luego de tantos años estemos así.
En aquella época yo veía esos problemas como muy lejanos a mí, aunque a un
brinco de avión los tenían países vecinos como Colombia, o países
de Centroamérica, África o Asia.
Problemas de pobreza extrema y diferencias sociales enormes,
no imaginaba que en Venezuela iban a verse las situaciones que
yo vi en esos países que visité: Miseria, hambre, escasez, violencia, éxodo,
todo eso que hay en Venezuela ahora. No lo imaginaba entonces, pero desde que
apareció la figura de Hugo Chávez, fui de quienes tratamos de advertir y prevenir lo
que podía pasar. No me gusta ni mencionar su nombre.
Asistía a asambleas, protestas, marchas,
pero la situación del paro cívico de 2002 la hizo
protagonista.
El barco carguero que se convirtió en emblema de la
acción de la Marina Mercante, se llamaba “Pilin León”. Los buques
petroleros venezolanos tenían nombres de las reinas de belleza.
Se decía que Venezuela era conocida por su petróleo y mujeres
bellas, y decidieron bautizar los barcos con nombres de algunas de ellas.
Pilin apareció
para apoyar la protesta y a la tripulación del
tanquero que ancló en aguas del Lago de Maracaibo. Fue,
literalmente, un buque insignia.
-Hasta ese momento yo sentía que nadie me oía, pero
cuando ocurrió esa acción heroica de la Marina Mercante, se
voltearon a preguntarme qué pensaba. Advertí que lo que le esperaba a Venezuela
era una dictadura y todas las penurias que hoy vemos. Siento que eso fue una
posibilidad que me dio la providencia para que me expresara y mi opinión fuese
pública y la gente oyera lo que tenía que decir. Yo espero haber hecho que
algunas personas entraran en consciencia y se voltearan. Aspiro que así haya
sido. Llegamos a ganar, aunque luego pasó esa sucesión de errores; llegamos a
ganar, por la unión de tantas personas. Luego de que perdimos en esa lucha,
entré en una depresión que no quería ni que me hablaran, no quería ni opinar.
Había estado en contacto con la tripulación, cuando los vi bajar,
humillados, me dio tanto dolor… Me preguntaban qué sentía, porque le habían
cambiado el nombre al barco, y yo lo que pensaba era en la tripulación, lo que
les iba a suceder. Ellos pasaron por muchas necesidades, gracias a Dios ese
profesionalismo de aquella PDVSA de los méritos, logró que después
sus ex empleados se ubicaran en trabajos fuera del país, pero pasaron
cárcel, quedaron sin trabajo y sin que los emplearan en los
países con los que tenían relaciones, por varios años. El Gobierno mandó cartas
para que no les dieran empleo a esos marinos mercantes, solo los emplearon en
empresas privadas. Seguí en contacto con ellos por varios años y todavía me
encuentro con alguno de esa tripulación y las anteriores.
Aún con su protagonismo en esos días,
el cariño que se ganó como miss y más adelante como figura de las mañanas
en Venevisión, siguió, incluso para los partidarios del régimen
empleados en organismos públicos. Ella lo cuenta con gusto.
-Me ha ido bien en ese sentido, porque a los que me
criticaban, yo les decía: “Antes de ser persona pública, soy ciudadana, soy
mamá y quiero para mis hijos un país que no es este en el que se está
convirtiendo Venezuela y eso me da derecho y responsabilidad de tomar una
posición. Cuando viajaba, por ejemplo, la gente de la aduana del Aeropuerto
de Maiquetía, que era pro revolución, me saludaba, me trataban con cariño
sin tener nada que ver con mi posición política. Me trataban bien
en los organismos públicos, cariño auténtico de nuestra
gente, y eso siempre lo he sentido en mi Venezuela. Los estridentes
están en el poder, una vez fui atacada desde Con el Mazo Dando por
ayudar a los venezolanos que llegan a Colombia.
Está siempre atenta a la situación en
Venezuela, y parte de su tiempo lo dedica a servir.
-Me pega mucho saber de esos contrastes, de esa gente
que anda en esos súper yates en Morrocoy, derrochando, y ver a las
personas que recibo aquí, que llegan muertos de hambre, después de caminar
horas. Yo tengo una Venezuela en mi cabeza, una Venezuela que
recuerdo y una Venezuela de los sueños. Me pega mucho ese deterioro, porque
desde esas primeras olas que llegaron de profesionales, con
posibilidad de invertir, ahora nos llega gente cada vez más vulnerable, a veces
no puedo ayudarlos a todos, porque no hay cómo hacerlo, esperan que lo haga,
pero no alcanza el dinero, no alcanzan las ayudas para apoyar a tanta gente que
lo necesita. El 12% de la población de Barranquilla es
de migrantes provenientes de Venezuela, y llegan sin nada, han
tenido que acampar en las plazas públicas y los desalojan porque eso está
prohibido. No tienen un techo donde ir, y encima el año pasado se atravesó
la pandemia y ahora no se pueden atender los refugios.
El proyecto del comedor tuvimos que dejarlo de hacer, aunque era a cielo
abierto. Esa gente que te dice que por lo menos le ayudes porque sus hijos no
han comido hoy. Veo un niño llorando de hambre, esa es la gente que
llega a Colombia, gente que viene caminando y lo que hay que hacer,
como hacen varios de mis amigos, es curarles las llagas de los pies, ponerles
unas medias y zapatos nuevos, porque vienen de caminar kilómetros y kilómetros
y esos amigos me dicen “Cómo estarán pasándola allá, que vienen a sufrir estas
penas aquí”. Además Colombia es un país pobre también. Hace un
esfuerzo enorme por recibirlos. El estado de marginalidad es terrible. Aquí
estamos cerca de un asentamiento informal que está por la rivera del Magdalena,
en una ciénaga que ha hecho el río con el mar, que han ido rellenando con
desechos, con basura, y sobre ese relleno, que no es sanitario, han hecho sus
ranchos, sin piso y ahí viven, niños sin un pañal, sin zapatos, con las
barrigas llenas de parásitos y el pelo amarillo, color paja seca, propio de los
niños mal nutridos, deshidratados; pero aquí, mal que bien, consiguen atención
médica en urgencias, o una comida al día. Algo consiguen que no
conseguían en Venezuela, para que prefieran vivir así. Se vienen porque además
paren y las atienden en los hospitales con todos los servicios. Atienden a la
madre y al niño, madres que también están desnutridas, eso complica el parto y
así las atienden y las salvan. Hemos tenido casos en los que las madres
fallecen. A los niños les dan atención pediátrica gratuita y hay cooperación para
asistirlos en eso. Aquí en Colombia han encontrado esperanza.
Luego de 12 años en Barranquilla, está
convencida de la hermandad entre ambos países.
-El colombiano, no solo está devolviendo
el favor a Venezuela. En el venezolano están representadas todas esas
nacionalidades de los países que en todo el mundo recibieron a los colombianos
en todos estos años de guerra. Colombia ha sido ese hermano
histórico de Venezuela. En Barranquilla lo que hemos tenido es
una apertura enorme desde la Gobernación, hasta los alcaldes de los municipios
de este departamento chiquito. De esta costa, en una época salieron muchos a
Venezuela, buscando mejor calidad de vida, y ahora los ves que te dicen que
están regresando familiares que vivieron en Venezuela toda la vida. En Barranquilla
alguien tiene un familiar en Venezuela o un amigo, alguien, y por eso quieren
ayudar. Se decía que los carnavales de Barranquilla no podían hacerse sin
la Billo’s, son venerados, también Oscar de León o Los
Melódicos.
Se entusiasma hablando de su ciudad de acogida. Agradece
con emoción. Está fajada, dividiendo el tiempo entre el servicio,
un diplomado en Teología y sus nietas.
-La familiaridad con Venezuela es enorme, tal vez por
eso se me ha hecho tan fácil vivir aquí. Aunque confieso que hasta hace unos
seis años fue cuando sentí que estaba llegando a mi casa. Yo lloraba cuando iba
a Venezuela y debía regresar, sentía ese nudo en la garganta. Los
recuerdos de Maracay y de Caracas. Me pegaba no
sentir que conocía así a Barranquilla, pero ahora sí, es una ciudad que ha
crecido mucho, su gente es hermosa, mis hijos se casaron con niñas
de aquí. Mis hijos están haciendo su vida en esta ciudad y mis nietas nacieron
acá y ahora tengo un arraigo. Soy abuela por sobre todas las cosas y cuando
llegan mis nietas, dejo todo por ellas, es la sensación más hermosa. Amar a los
nietos, es amar sin responsabilidad, sin llamarles la atención, amarlos rico.
La chiquita está en la edad de cargarla y abrazarla, la mayor, Pao, es
habladora y se comunica, llama por teléfono y nos muestra los juguetes, las
tareas. Me encantaría que fuese reina de Carnaval de Barranquilla,
porque ella baila. Eso es una tradición tan bonita, aprenden a bailar todos
los ritmos caribeños, aprenden a comunicarse con la gente, a estar
con el pueblo llano, ese pueblo alegre que las acompaña y las quiere.
A Pilin le gustaría que la recordaran
por lo que hizo por los demás, por su vocación de servicio, no solo
por haber sido Miss Mundo.
-Quisiera que me recordaran como alguien que dedicó su
vida a Venezuela y a Colombia, que me recuerden
como alguien a quien le gustaba servir sin pedir nada a cambio. Seguiré
ayudando hasta que Dios me de fuerza. Tengo unas amigas con quienes organizamos
visitas a las cárceles, quiero devolverle a Colombia parte de lo que me ha
dado. No imaginas como he encontrado a Dios en Colombia.
Está más pendiente de lo que puede hacer que de lucir
como una reina de belleza. Se siente mejor así, sin maquillaje.
-En dos años cumplo 60, qué importa que tenga unos
kilos de más o más arrugas. Yo no me he dedicado al mundo del espectáculo,
donde tendría que estar delgada y pendiente de tratamientos, etc. Si
estoy saludable, qué importan unos kilos de más. Quisiera que se diga lo
que he hecho y no solo cómo me veo.
Por curiosidad, para cerrar, quise saber si aquel
novio “inteligente y alto”, de quien habló la noche del concurso, en 1981, es
Teo, su esposo.
El cuento sirvió para ratificar que “compromiso” es la
palabra que la describe.
-Es Teo, desde quinto año de bachillerato.
Sabes que esa noche del Miss Mundo, me llamó el presidente
Luis Herrera, me felicitó en su tono llanero, y después de eso yo pedí
hablar con Venezuela. Conversé con mi papá y luego
quise hablar con Teo, pero me atendió mi cuñada, porque él se tomó
unos whiskys, se emborrachó y se quedó dormido. Él decía que yo lo iba a dejar.
Llegaron sus amigos, le llegaron vestidos de tenistas, como una broma
porque Maritza Sayalero, había dejado a su novio por un tenista
profesional. Teníamos 18 años. Nos mantuvimos en contacto todo el reinado,
hablaba con mi familia y con él, que estaba en mi casa esperando para hablar
conmigo y aquí estamos.
Pilin León,
sigue recorriendo la pasarela de su vida, con la banda de Venezuela.
Tomado de: https://lagranaldea.com/2021/03/09/pilin-leon-40-anos-despues-del-miss-mundo/
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