HENKEL GARCÍA U. 15 de junio de 2023
@HenkelGarcia
“En medio de un ambiente que coquetea de
manera peligrosa con la resignación y la inacción. Ciertos grupos pueden tener
un interés especial en mantener el statu quo, aun cuando su posición dentro del
espectro político sea ‘contraria’ al régimen actual. Si dejamos de mirar hacia
arriba y observamos nuestra preocupante realidad veremos que la inversión, el
financiamiento que necesita el país, no lo conseguiremos sin un cambio político
que abra las puertas a un profundo cambio institucional”.
Hace
unos años había cierto consenso entre analistas, líderes de partidos,
gremiales, religiosos y académicos, sobre la necesidad de un cambio político
como salida a la profunda crisis de Venezuela. Eso cambió en los últimos meses.
Poco se habla de ello, en medio de un ambiente que coquetea de manera peligrosa
con la resignación y la inacción.
Me parece valioso que nos paseemos por las razones para tal comportamiento. En primer lugar, la frustración de no haber logrado cambiar nuestro destino después de un inmenso esfuerzo social. En segundo lugar, la percepción de imposibilidad de ese cambio político, al ver al actual régimen fortalecido tras un intenso período de conflictividad. Por otro lado, existe un miedo comprensible a las consecuencias que podamos tener al seguir intentándolo. Cuarto, ciertos grupos pueden tener un interés especial en mantener el statu quo, aun cuando su posición dentro del espectro político sea “contraria” al régimen actual. Y por último, la ingenuidad que estuvo, y en cierta medida todavía está, en la narrativa del “Venezuela se arregló”, que el país puede tener mejora en su economía, y que se puede sacar provecho de ella, siempre y cuando “no nos metamos en política”.
Sigo
pensando que ese cambio político es necesario, más no suficiente para salir de
nuestra crisis actual, que cabe resaltar, es tanto política como económica y
social. En las siguientes líneas solo me referiré a la parte económica, quiero
compartir el por qué no veremos un crecimiento importante si nos mantenemos en la
senda actual.
“No va
a ser posible aumentar nuestro PIB sin electricidad, sin agua, sin Internet,
sin gasolina, sin carreteras-autopistas”
Uno, a
pesar de la caída estrepitosa de la producción, Venezuela sigue siendo un país
petrolero, y no solo eso, sino que sigue siendo dependiente de las divisas que
genera esa industria. Para muchos resultará una sorpresa, pero el Producto
Interno Bruto venezolano tiene una alta correlación con su nivel de
importaciones, hecho que pudiese ser paradójico. Buena parte de nuestra
producción necesita materia prima importada, de hecho, históricamente la
mayoría de nuestras importaciones no corresponde a producto final, sino a
consumo intermedio. Como no exportamos estos productos terminados, ya que son
consumidos localmente, entonces dependemos de la exportación de petróleo para
que ese ciclo continúe en el tiempo. Sí, es posible, y hasta necesario cambiar
esa dinámica; sí, debemos apuntar a que nuestras exportaciones se
diversifiquen, y así no depender de los petrodólares para realizar las
importaciones, pero ese cambio requerirá tiempo y medidas económicas que lo
faciliten, para lo cual, por más contradictorio que suene, nos debemos
apalancar de una producción petrolera creciente.
Dos,
la infraestructura actual y la realidad de los servicios públicos representan
una restricción significativa para el crecimiento económico. No va a ser
posible aumentar nuestro PIB sin electricidad, sin agua, sin Internet, sin
gasolina, sin carreteras-autopistas. La recuperación de ambos va a requerir una
inversión de decenas de miles de millones de dólares. El Estado venezolano no
cuenta con esos recursos, más cuando hacia afuera es un país maula e
insolvente. Si dejamos de mirar hacia arriba y observamos nuestra preocupante
realidad veremos que la inversión, el financiamiento que necesita el país, no
lo conseguiremos sin un cambio político que abra las puertas a un profundo
cambio institucional. Solo de esa manera generaremos el cambio de expectativas
y la confianza necesaria para romper el ciclo de postración y empobrecimiento
para pasar a uno de generación de bienestar.
Por
último, no son pocos los que creen que ese proceso de reinstitucionalización es
posible sin cambio político, voy más allá, ven a ese proceso lento y paulatino
de avanzar en la institucionalidad democrática como algo precedente al cambio
político. Mi mensaje para ellos es que consideren que quizás ello es una
quimera. Que en realidad quienes hoy gobiernan no tienen la mínima intención de
entregar el poder, ni mucho menos llevar adelante un proceso de
reinstitucionalización que efectivamente (y allí coincidimos) los acercaría a
su salida. Que tampoco nos sirve esta economía de “fantasmas
económicos”, que son muchos los que ahora sufren y que no tienen, ni
tendrán las posibilidades de mejorar su forma de vivir bajo el contexto actual.
No sé
cuándo será posible un cambio político, de lo que sí estoy convencido es que en
todo momento, de forma vehemente e inteligente, debemos tratar de conseguirlo.
HENKEL
GARCÍA U.
@HenkelGarcia
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