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miércoles, 18 de mayo de 2016

"Un gobierno débil no le da por las nalgas a la AN todos los días, como lo hace este"


Por Chefi Borzacchini / Maria Yolanda Garcia


El historiador Elías Pino Iturrieta dice que el final de este gobierno parece lejos. Señala que "Chávez fue una oscurana, que produce sombras contra las que luchamos"

A mitad del desarrollo de esta entrevista, Elías Pino Iturrieta recuerda una frase que una vez le escuchó decir a su colega y amiga Inés Quintero: "La conmoción chavista ha sido de tal magnitud que convirtieron la historia en un libro de autoayuda". Y esta parafraseada viene a propósito del análisis que el historiador hizo de la actualidad venezolana durante esta conversación con Contrapunto.

Así pues, los historiadores han vuelto a ponerse en primera fila, le comentamos al historiador. Tal vez porque basados en el pasado pueden ver más claramente qué nos está pasando hoy día. Pero para Pino Iturrieta -quien se mantiene actualizado, tiene su cuenta en Twitter, es columnista y editor adjunto del diario El Nacional y está presente en todo "jolgorio de intelectuales"- hay otra razón por la cual la voz de un historiador es buena para estos tiempos.


"La gente elude su responsabilidad, y dice: 'Yo no soy culpable de este horror'. 'Ah, pero claro que votaron por él', decimos nosotros. Entonces buscan a un historiador y lo ponen frente a una cámara y le dicen: 'Señor historiador, explique y líbreme de culpa, diga quiénes son los culpables de esto: ¿los adecos y los copeyanos, o el general Gómez? Quíteme los pecados'. Entonces ya los historiadores no hacemos análisis del pasado sino que hacemos un diagnóstico de la actualidad", dice.

-Entonces, ¿cómo calibra un historiador como usted este momento que viven el país y los venezolanos?

-Lo que ocurre en estas últimas décadas chucutas, es decir estos 17 años, es la postrimería de lo que pasó antes. Es decir, la idea de que estamos viviendo un proceso nuevo y distinto es absolutamente artificiosa, eso no existe. El proceso de la democracia representativa que se restableció en 1958, que tiene un apogeo muy importante en los años 60, 70, 80 del siglo pasado, comenzó a caer en picada, es una decadencia que ha llegado hasta nuestros días. Con el divorcio entre la democracia representativa y la sociedad, lo que van quedando son escombros. Estamos viviendo el más grande de los escombros de nuestra historia, que seguramente va a tener un final.

-¿Solamente el final de los 17 años de chavismo, o de todo un gran capítulo de la historia de Venezuela?

-El final no es no solamente de los 17 años del chavismo, sino de toda las descomposición que se ha venido acumulando. El que no relacione este declive del pasado próximo con el declive de la actualidad no puede entender nada. Somos todos criaturas del mismo proceso y estoy hablando de los políticos, de los creadores, de los intelectuales y periodistas que no tienen más remedio que presenciar o formar parte de un proceso de decaimiento de la sociedad venezolana que está buscando una salida, que debería encontrar una salida pero no solo del régimen chavista sino de todo lo precedente que viene a ser la misma cosa: la postración indudable del régimen de Pérez; del parche que fue el tránsito de Ramón Velásquez, y de acudir de nuevo al anciano Caldera que no tenía vigor físico ni intelectual para organizar las cuestiones del país. Todo esto provoca lo que tenemos ahora sin solución de continuidad.


De la fabricación del país a la decadencia

Le pedimos a Elías Pino Iturrieta (Boconó, 1944) que, con su vocación innata de enseñar y dar clases, haga un puente entre la Venezuela del siglo XX y los primeros 16 años de este siglo XXI. En su caso, ha vivido de manera productiva y participativa la segunda mitad del siglo pasado e igualmente de manera muy activa estas casi primeras dos décadas del presente siglo, principalmente en sus oficios como escritor, profesor universitario e individuo de número de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela.

- En 1958, cuando se echaron las bases de la institucionalidad en Venezuela, se inicia un proceso de modernidad que tuvo su esplendor en varias áreas en los años 70, 80 y 90 del siglo XX. ¿Cuándo y cómo se produce el quiebre entre ese "esplendor" y el comienzo del declive del que usted habla?

-En cuanto a entendimiento constructivo de la sociedad, ese esplendor comienza a partir de 1958 y se prolonga hasta el primer gobierno de Rafael Caldera. Estamos hablando de los periodos constitucionales de Rómulo Betancourt, de Raúl Leoni y del primero de Rafael Caldera. Durante esos 15 años se corta con la autocracia y con el militarismo de Pérez Jiménez, entre otros peligros; entonces los venezolanos se meten en una vida democrática y distinta que nunca había existido. Pero hay un antecedente, la revolución de los adecos de 1945, que es la clave de todo. Ese fue el primer gran ensayo democrático participativo que hace la sociedad venezolana desde los tiempos de la Independencia.

-¿Qué pasó con ese movimiento de 1945 y por qué desapareció dando paso a la dictadura?

-Ese periodo tuvo imperfecciones que provocaron su despedida; el proyecto que se retoma en 1958, y que tiene esa evolución constructiva con estos tres jefes de estado, remienda ese pasado. La posibilidad de que nos entendamos como colectivo y como ciudadanos ocurre en ese periodo. Son años de fabricación del país, años que aún no están amenazados por la bonanza económica. Otro rasgo de ese periodo, que contrasta con los posteriores, es que son gobiernos austeros y generadores de confianza: se les da crédito a los partidos políticos, a los administradores del país y hay una formación de civilidad y democracia, que cristalizó con el Pacto de Punto Fijo, a través de la cual los actores y grupos políticos perfeccionaron la convivencia y lograron 15 años de civilización democrática. Esa fue una hechura de país en colectivo.

-¿En cuál sector del quehacer nacional se visibilizó mayormente esa intención constructiva de país?

-Lo vemos claramente en la vida cultural de Venezuela. Por ejemplo, el gobierno de Leoni crea el Inciba y se lo encarga a una luminaria, nada menos que a Mariano Picón Salas, y cuando él se muere asume Simón Alberto Consalvi. Hay una frase que puede ilustrar la apertura y creatividad colectiva que predominaron en esa época, y fue la que le dijo Leoni a Consalvi: "Usted está convirtiendo al Inciba en un paraíso de guerrilleros". En la convocatoria amplia de talentos estuvo el acierto, como por ejemplo, en la Revista Imagen colaboraron todos, pertenecieran al pertido que fuera. Esa amplitud de criterios desembocó en logros notables de la cultura venezolana, como lo fue -por ejemplo- el Fondo Biblioteca Ayacucho, desaparecido por este gobierno. Hay un florecimiento en todos los sectores. Y América Latina ve que está pasando algo en Venezuela: frente a una guerrilla arrinconada, la imposición de la doctrina Betancourt y otras amenazas, estaba el espíritu democrático; por ejemplo, un CSE que funcionó manejado por todos los partidos políticos... ¿que había total pulcritud? No la había, pero funcionaba.


Del ta’ barato al debilitamiento de los partidos políticos

-¿Cuándo comenzó el declive? ¿Cuál fue el detonante?

-El detonante fue la economía, y en segundo lugar, el ascenso de políticos sin la relevancia de los tres presidentes anteriores. Así de simple. ¿Qué cosa pasa con los primeros 15 años que acabo de mencionar? Esos años fundacionales fueron de austeridad. ¿Qué siguió?: El ta' barato dame dos. Ocurre una distorsión en términos de la conducta colectiva, la irresponsabilidad y la apatía en relación con los asuntos púbicos va creciendo progresivamente. Yo no necesito de mi esfuerzo porque ahora hay un Estado proveedor que me va a dar dólares para ir a comprar a Miami. Entonces comienza la Venezuela saudita.

-Esto tiene que ver con la moral de los venezolanos líderes en ese momento…

-Claro… hay unos resortes morales existentes anteriormente que se vuelven muy elásticos y comienza un bamboleo que permite un movimiento en el que cabe todo; en el que cabe la complicidad, por ejemplo; sobre todo, se abre un gran boquete para la corrupción administrativa. No hay casos fundamentalmente escandalosos durante los 15 primeros años de la democracia. Pero sí hay muchos casos de corrupción que ustedes conocen cuando termina el gobierno del presidente Pérez. Entonces el líder fundacional, Rómulo Betancourt, se escandaliza y convoca a la moralidad de Acción Democrática para poner correctivos; eso nos indica que la cosa no está bien. Hay una bonanza sin control que, además, le da un poder inimaginable al Presidente de la República, en este caso Carlos Andrés Pérez.

-¿Entonces el germen de ese debilitamiento moral estaría en los partidos políticos?

-No es fácil contestar esa pregunta, quizá no sea una respuesta satisfactoria la que yo de aquí. Pero algo importante que pudiera ayudar al entendimiento de esa situación es que los partidos políticos son organizaciones férreas, cuya dirigencia se comportaba de manera uniforme, tenían una orientación que no se discutía. El debilitamiento de esas estructuras partidistas comienza con los sismos, y entonces lo que era una fortaleza se convierte en debilidad. Los partidos dejan de ser los rectores de la sociedad para convertirse en clubes de contratistas cuando nos inundamos de dólares.

-Y cuando esos partidos y sus líderes tienen acceso directo al poder…

-Así es. Los partidos provocan el nacimiento de grupúsculos que quieren ese control y ocurre algo fundamental: Rómulo Betancourt resuelve salirse del juego y les dice: "allí les dejo esa maravilla" y se va para Berna… y deja esto de la mano de los demás y AD comienza a dar un viraje total que lo reduce y lo va alejando de la ciudadanía y de los mismos adecos; entonces ya no es un partido homogéneo sino el partido de los “romulistas” y de los “carlosandrecistas”, y luego de los “lusinchistas”, y lo mismo pasa en Copei , aunque Caldera no se va … Hubo un choque interno de los partidos fundacionales que redujo la mirada panorámica del proyecto y de la problemática nacional. Descuidaron el proyecto nacional que se habían planteado en 1958.

-Pero surgen partidos de izquierda, como el MAS.

- Eso lo debieron ver los partidos fundacionales, pero no fue así. Esos partidos lograron representatividad en el Congreso, y para lo que sería el sentido de la pluralidad política estaba bien, pero significaba el menoscabo de los partidos reinantes: AD y Copei.

De los nuevos a los viejos protagonistas 

Elías Pino Iturrieta explica que, a partir de la primera presidencia de Pérez, nuevos actores y líderes políticos no se sienten cómodos en el seno de las organizaciones fundadas por sus padres y sus abuelos. "No son rupturistas; no plantean un divorcio tajante con el pasado, porque ese divorcio significaría un divorcio tajante con la obra de sus padres, pero dicen 'algo hay que hacer'".

-¿Cuándo y cómo comienza la ruptura de los nuevos actores de la política con los partidos reinantes?

-Esto ocurrió como un planteamiento de renovación producto de la formación que esa generación tuvo en el extranjero, y aquí mismo. Ellos fueron creciendo mientras los partidos políticos se iban debilitando. Esto es muy importante porque es una hechura del pasado reciente y, a la vez, protagonismo de la actualidad. Y en ese protagonismo de la actualidad, que no tuvo cronológicamente posibilidad de asiento en el pasado, puede estar la salida del país. Me refiero, fundamentalmente, a dos partidos nuevos: Primero Justicia y Voluntad Popular. Son organizaciones nacionales integradas, la mayoría, por una generación aun muy joven, que no tuvo nada que ver con la democracia representativa, pero que aprovechando las últimas ofertas educativas de la democracia se prepararon. He allí un tesoro provocado por la misma historia.

- La degradación de esos partidos engendra a esos muchachos mejor preparados, pero también surge Chávez. ¿Son productos de un mismo proceso?

- Tanto Chávez como ellos son producto del mismo proceso. Aquí no hay novedades, no hay marcianos.

- Al inicio usted dijo que estamos viviendo la etapa histórica de los escombros. ¿Es Chávez parte de los escombros...?

-Chávez y el chavismo, como los adecos y los copeyanos, para meterlos a todos en el mismo saco, son todos parte de los escombros que no se pueden filtrar...Tenemos que meterlos a todos en el camión de la basura.

-¿Hay algo positivo o rescatable de esos escombros?

-Sí: que no hay un edificio que debamos derrumbar, porque ya se está tambaleando.

-¿Cuál cree usted que es la figura política más atractiva para la sociedad venezolana en estos momentos?

-Henry Ramos Allup. Qué figura más representativa de ese pasado histórico que odiamos y del cual nos quisimos distanciar, y parece que lo escogimos con pinza. Y resulta que una figura que dependía de Gonzalo Barrios y que dependía de Canache Mata ahora se convierte en el portento del cual depende la sociedad venezolana. Eso hay que estudiarlo; eso significa que pasado y presente están allí. Hace unos meses usted podía preguntar : "¿Tú eres adeco?", y la gente te respondía: "Zape"… y ahora resulta que lo más lucido es salir con la franela blanca. Son cosas muy complicadas de entender y de explicar, son cosas de la incertidumbre.


-¿Puede ser una emoción trasnochada?

- Es una confusión.

-¿Chávez fue un trasnocho de las decisiones histórico-políticas de los venezolanos que lo eligieron?

-Chávez no fue un trasnocho. Chávez fue una oscurana y esa oscurana nos produce este juego de sombras del que queremos y luchamos por salir. Pero es importantísimo que uno vea que aún hoy le seguimos dando crédito al pasado otra vez.

-¿Cómo interpreta usted que, a pesar del surgimiento de nuevos actores, de nuevos partidos políticos, el presidente de la AN, Ramos Allup, va a una universidad y es aceptado y recibido como un líder, los muchachos hacen cola para tomarse fotos con él y abarrotan el auditorio para escucharle cual cantante de rock?

-Tal cual, así es... ni al padre Barnola, ni Andrés Bello le rendirían tanta admiración. Pero es tan grande el agujero que sentimos, que cualquier escalera sirve. Estamos tan mal, que yo me agarro de este pañito. Ramos Allup rebusca en la retórica vieja de algunas épocas de oro que tuvo en el Parlamento para acercarnos, y acercarse a esos jóvenes con su discurso familiar, el discurso en el que crecieron nuestros abuelos y nuestros padres. Él es una aproximación a la seguridad, a la confianza que me dio la palabra de mi padre, la palabra de mi abuelo, y yo no voy a criticar la palabra de mi padre ni de mi abuelo, yo vengo de ellos, ¿por qué voy a desconfiar?. Entonces el Aula Magna de la UCAB se hace pequeña para recibir a una figura del pasado convertida en estrella del presente.

-¿Cree entonces que los venezolanos preferimos darle más crédito al pasado, aunque sepamos que ese pasado errático nos trajo a esta grave situación que estamos viviendo? 

-Es que todos nos decimos: "¿qué broma, cómo salgo de aquí ahora?". Y entonces me aferro a la primera salida que encuentro. Se apagó la luz y ¿cómo hago yo para salir de esta oscuridad? Entonces viene un amigo y me ofrece una linternita. Y esa linternita se convierte en el Faro de Alejandría. ¿Cómo es eso? ¿Cómo hago? No tengo otra. Porque, por ejemplo, yo fundo un partido nuevo que se llama Primero justicia; fundo un partido nuevo, que se llama Voluntad Popular. ¿Cuál es el problema con ellos?: la novedad. Ese es un liderazgo con el cual la sociedad venezolana no estaba familiarizada. Pero hay que reconocer que esos carajitos han hecho la hazaña de establecerse en el país, de forjar estructuras que se encuentran en toda Venezuela y cuya movilización es evidente y se comprobó en las elecciones parlamentarias, pero a la vez no confío todavía. Y nos preguntamos: ¿cómo nos van a sacar del barro en el que estamos metidos?. Entonces Ramos Allup nos transmite la sabiduría de los padres fundadores. Esa sabiduría es una fantasía... pero mueve.

-¿Qué es lo positivo de estos 17 años desde el punto de vista político-gubernamental?.

-Se encuentra la fragua de una nueva mentalidad venezolana y de los venezolanos, que va a terminar con la mentalidad que ha predominado desde el siglo pasado. Nos estamos comportando en la vida de manera distinta. Ahora tengo hábitos que no tenía, porque hay que hacer de la necesidad una virtud. Ahora tengo que ahorrar, tengo que trabajar más que antes, no dependo del patrón porque él también está tambaleándose económicamente. Hay una relación con la realidad que no existía antes y ahora el ambiente te la impone. Tú eras desprevenido; ahora eres prevenido, te debes proteger tú mismo en la calle. Tienes una rutina distinta y una mirada del país distinta... aunque sea a juro.


Dos trenes a punto de chocar

-Estamos metidos en los escombros. ¿Cuándo se va a cerrar este capítulo, con crisis y todo? No hay luz, no hay agua, no hay medicinas, no hay alimentos. ¿Cómo se va a escribir y a titular este capítulo de la historia de Venezuela?.

-Ya que me agarras como historiador, te doy una respuesta como historiador. Como describí someramente el siglo XX veo un poco más atrás: Venezuela se funda en 1830 como un proyecto liberal republicano. Ese proyecto implicaba la deliberación del Congreso y la estricta división de los poderes, el alejamiento del Estado de la vida de los hombres comunes y corrientes; lo que se llamó la libertad de contrato, el desarrollo de un proyecto capitalista moderno. Eso pasó y funcionó de 15 a 20 años. Lo cortan la guerra civil y los militares, pero permaneció como mensaje, como conminación, como credo de los venezolanos, como artículo de fe en los venezolanos. Nadie se ha atrevido a dudar de ese credo; ni siquiera el general Gómez. Hay un elemento republicano en nuestros orígenes, al cual se le opone el elemento antirrepublicano: es decir Monagas, es decir Crespo, es decir Pérez Jiménez, es decir Chávez. En el fondo, por mandato de nuestros difuntos, de nuestros ancestros, ese tren de la república y ese tren de la antirrepública están corriendo en la misma carrera y ahora parece que se metieron en el mismo riel y van a chocar. Este capítulo de nuestra historia se puede titular "El Fin: de 1958 a...". No podemos colocar aún el año.

Hoy, añade, "tenemos la posibilidad de que por fin seamos lo que prometimos ser el 5 de julio de 1811: republicanos. Bolívar no era republicano, Guzmán no era republicano, Gómez no era republicano. Eran gentes que tenían su entendimiento personal acerca de la sociedad y la quisieron imponer. Pero resulta que la generación fundacional toda fue republicana, y eso germinó y reapareció en 1945 con los adecos y volvió por sus fueros en los años 58, 59 y 60. Luego entró en decadencia, se rindió ante la antirrepública, pero fue una rendición parcial. Allí vuelve otra vez, este muchachero. El mismo Henry Ramos es república, a su manera, frente a esta república, a nuestra manera. Lo estamos viviendo, presenciando y actuando".

-¿Cuál es la meta y cuáles son los tiempos de esos trenes que vienen a toda velocidad?

-A esos trenes que vienen desde atrás no le puedo poner hora de meta. La democracia se construye a través del diálogo, y hoy tengo necesidad de decir esto, mañana puedo decir otra por necesidad. Hoy quiero el referendo revocatorio, pero mañana puedo hacer como el diputado del 4 de julio. Hay que mirar con benevolencia las vacilaciones de los líderes, porque hay un bloque en la cúpula que no va a permitir el diálogo con la república. La antirrepública persiste en su imposición. Nicolás Maduro representa hoy la antirrepública y está negado al diálogo. ¿Cómo se le fija plazo a un juego trancado?

-¿Qué es lo más grave que puede suceder para que se cierre este capítulo?

-¿El detonante? La precariedad material. Venezuela está viviendo situaciones que no vivieron nuestros padres ni nuestros abuelos.

-¿Se recuerda históricamente otra situación tan delicada como esta o similar a esta que vivimos?

- Peores y las hemos superado, que es lo bueno. De peores hemos salido, como se dice popularmente. Uno ve el presente en términos absolutos: ¿Tu escasez es la peor? ¿Tienes cuatro muchachos? Ah, yo tengo cinco. ¿Tú eres un idiota? ¿Tu eres el dueño de la desgracia? Cada uno se regodea en su desgracia. Pues hay que decir que la nuestra es una situación de verbena si se compara con la Independencia, que fue una matazón que nos dejó muertos de hambre y muertos de todo. No había ni qué comer en las casas de los pocos mantuanos que quedaban. Si no había en esas casas de los mantuanos, imagínate en las de los pardos, sin trabajo sin empleo, sin fábrica, sin comercio. Esa era Venezuela después de Carabobo, después de 1830. Un horror. Ese sí era el gran escombro, y era muy fácil de representar ese escombro, porque había ocurrido el terremoto del Jueves Santo y las ciudades estaban destruidas.

Elías Pino Iturrieta expone que, "cuando Páez entrega el mando se paga la deuda, se reconoce el país por el extranjero, reanudamos el comercio con EEUU e Inglaterra y comienza, otra vez la actividad productiva. En 15 años Venezuela ya no es un papel de mapa sino un país donde la gente puede vivir. En 15 o 20 años salimos del gran hueco que fue la Independencia. El segundo momento terrible de nuestra historia fue la Guerra Federal, eso sí fue un arrase; no te podías asomar a la ventana del pánico, no era por los caudillos sino cualquiera que estuviera en la calle. Pero hubo una concertación para volver a la convivencia, y el país siguió".

-¿Ahora en 2016 habrá concertación? ¿Hay posibilidades de lograrla?

-La pregunta es: si hubo en un momento esa concertación, ¿por qué no puede suceder ahora? El problema es que el régimen chavista se proclamó como revolución, los dogmas no lo permiten. Los ciudadanos son los que pueden convertirse en el mayor motivo del diálogo porque los aprieta la carestía; ese sería un detonante sorpresivo, eso sería la obligación del diálogo.

-Pero la concertación pasa por unos poderes, por una institucionalidad.

-¿La oposición es fuerte como para imponer sus reglas? Esa es la pregunta. ¿La oposición tiene con qué? La única evidencia de fortaleza de la oposición es la electoral, que no es inducida por la oposición sino por la carestía y necesidades populares. Pero hay otro: la desunión de la oposición; allí hay partidos políticos presos de sus presos. Hay organizaciones viejas que quieren ser nuevas y hay partidos recientes que se pelean entre sí, y hay que mirar ese problema, con el deseo de que esto se arregle. Chúo Torrealba clama por la unidad, y de tonto no tiene un pelo (bueno, no tiene cabellos en la cabeza). Yo pienso que el final de este momento histórico está lejos, primero porque la institucionalidad es negada al diálogo y está manejada por la Presidencia de la República y, especialmente, por la falta de fortaleza de la oposición y del liderazgo. Un gobierno débil no se burla de la voluntad popular; un gobierno débil no le da por las nalgas a la AN todos los días como lo hace este. Estamos luchando con un gobierno que, pese a sus errores, pese a la carestía, sigue siendo fuerte... eso es lo que dicen las encuestas, eso es lo que dicen los cuarteles, lo que dice el Tribunal Supremo... eso es lo que dice la institucionalidad, manejada por ellos, pero es así... Entonces estamos metidos en un problema muy diablo.

El mayor desastre: la educación y la cultura

Por más de 30 años Pino Iturrieta fue profesor en la UCV. La educación de los venezolanos ha sido uno de sus temas, que compite con su dedicación a la historia. Cuando fue presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, el foco de su gestión fueron los conversatorios y actividades dirigidas a la actualización y adquisición de conocimientos para el público. "No aguanté más", es la frase que suelta cuando le preguntamos: ¿Qué es para usted lo más duro que ha ocurrido durante estos últimos años, en medio de estos escombros?".

-La pérdida de actualidad en materia de adquisición y divulgación de conocimiento; nosotros, los venezolanos, hemos retrocedido en 17 años y estamos a la zaga. En materia de educación es trágico lo que está pasando. La posibilidad de crear conocimientos se cerró, se mutiló porque no hay herramientas para hacerlo. En materia de ciencias duras: física, matemáticas y naturales el vínculo con los adelantos del extranjero esta casi desaparecido; en el caso humanístico no estamos al día con la creación, con las bibliografías y eso es gravísimo.

  
-Hace rato mencionó que de los liceos salía gente brillante, pero para nadie es un secreto que actualmente la educación pública tiene deficiencias.

- Es así. A quienes están entrando a las universidades, a los primeros semestres, hay que darles una especie de reeducación para remendar el bachillerato. El bachillerato adecuado que existía se lo tragó la tierra. Y hay una cosa que hay que decir: el conocimiento y la creación necesitan la fuerza de la aristocracia. Es la única aristocracia válida. Eres un poeta notable porque eres poeta notable, eres un gran científico porque formas parte de una élite que tiene el conocimiento, pero yo no puedo ser Savater, no puedo ser Humberto Eco, quien tiene un carrera académica que lo convirtió en eso porque formaba parte de una aristocracia. ¿Que es muy importante que todos tengamos acceso a la educación? Claro que sí, eso lo sabemos desde que Guzmán Blanco decretó la educación primaria, gratuita y obligatoria, y que en sus buenos tiempos dio origen a esas élites que también salieron de los liceos; entre ellos, José Ignacio Cabrujas, Manuel Caballero, Isaac Chocrón y tantos otros buenos creadores.

-Este descalabro que hemos tenido en lo educativo tiene que ver muy directamente con la cantidad de jóvenes emigrantes que también han buscado una mejor formación en el exterior. ¿Cómo ve ese fenómeno de venezolanos emigrantes que ha ocurrido en estos últimos 10 años?

-Negativo, negativísimo. Los que se van son muchachos que se han formado en los liceos y las universidades venezolanas, que ya tienen 20 o 25 años, cuando aún funcionaba la educación y fueron a buscarse la vida porque no les quedaba otro remedio, porque aquí no podían ganar un sueldo para tener un apartamento y casarse, o seguir estudiando. Esto conduce a algo que va más allá de la educación: nos hace perder una generación. Esa generación no tiene reemplazo. Entonces ¿cómo hacemos? Un hueco. ¿Cómo hacemos si esos son los que necesitamos en la escalera? Esos peldaños no existen y los necesitamos.

-Puede verse de otra manera... por la otra cara de esa moneda: muchos de esos jóvenes se han graduado en las universidades venezolanas y más allá de la crisis aquí, se marcharon para foguearse profesionalmente. Aunque sea un porcentaje pequeño, un buen número va a regresar. ¿Cómo lo ve usted?

- Yo creo que ya el gobierno y el Estado les han decretado una medida de prohibición de regreso al país, porque ¿qué van a hacer aquí? ¿De qué van a vivir? Son viajes sin retorno. Salió un libro que recopiló Silda Cordoliani, precioso, titulado “Pasaje de Ida”. Todos los que escriben en ese libro no van a regresar, no tienen cómo o no quieren. Hicieron la vida en otra parte. Esa generación se fue y no tiene pasaje de vuelta. Es como dice la canción: “En el tren de la ausencia me voy y mi boleto no tiene regreso, lo que quieras de mí te lo doy, pero yo te devuelvo tus besos”, de José Alfredo Jiménez. Un sabio... jajaja…


-Y ese pequeño porcentaje que regresa, que está bien considerado por los mercados de trabajo de afuera, calificados en sus oficios, ¿podría estar allí parte de nuestro proceso de salvación y de cambios para bien?

-Todo es posible. La pérdida de una generación para una sociedad es muy grave en términos de la evolución de esa sociedad. Yo tengo tres nietos, pero en Miami, y prácticamente no existen para mí, porque viven allá. Casi no hablan castellano y yo soy un extraño para ellos. Eso les pasa a las sociedades, la sociedad deja de ser próxima para convertirse en extraña. ¿Nietos? Sí, pero en términos de sentimientos, de tocarlos, de hacer caballito con ellos no existe y ellos pierden esa experiencia vital, pero también la pierdo yo a mi edad. Yo los necesito. Suma todas esas faltas personales con lo colectivo y llega un momento en el que hay un vacío de la nueva sangre, del nuevo talento.

-¿Quiénes se quedan?

-Los que no se pueden ir, porque no tienen con qué. Quedan los impreparados porque saben que van a pelar bolas afuera, porque no pueden competir con un joven europeo si no estás bien preparado. Quedan también los que se quieren quedar. Hay quienes dicen: “Yo me quedo y le echo bolas a Venezuela”, pero en términos estadísticos los números de los que se fueron son abultados.

-¿Qué es lo más dramático que ha ocurrido en el sector cultural, desde el punto de vista de la responsabilidades del Estado con el país?

-La diferencia más importante del control y manejo de la cultura durante los años de la democracia representativa, y en los últimos 17 años es el siguiente: sin ser perfectos antes, aquello mantuvo la orientación a la pluralidad. Ahora es todo lo contrario: lo que era pluralismo se convirtió en algo unilateral, sectario, impuesto, por un solo canal. El Inciba y el Conac impusieron lo heterogéneo y estos lo volvieron homogéneo; aquello que fue multicolor, ahora estos lo volvieron uniformado. Aquello permitía el libre juego de las opiniones y de la creación y de las corrientes, ahora volvieron todo cultura popular, que también se consideró antes, y se ha convertido en cartabón e índice para todo proceso de creación cultural. El apoyo oficial se ha dirigido a un solo sector, cuando antes se repartía equitativamente, con sentido de pluralidad... ahora tienen que bailar tamunangue a juro para que les den un subsidio. Y lo más brutal: convirtieron el Celarg y el Teresa Carreño en auditorios rojos rojitos... nosotros al menos teníamos más pudor político.

-¿Cómo califica usted la posición, la actitud de los artistas y creadores ante esa realidad que viven respecto a la falta de apoyo del Estado para desarrollar sus proyectos?

-Hay algo muy importante, que es signo de cambio de nueva conducta: los intelectuales se olvidaron de la beca, los artistas se olvidaron de los subsidios y le están echando bolas y se incorporan a la sociedad por su propio genio.

-La verdad, creo que siempre trabajaron, unos más que otros, pero la creatividad es creatividad y el talento es el talento con o sin un fajo de billetes...

-Lo que quiero decir es que ahora han hecho su propio movimiento, se las arreglaron para continuar.

-Pero no se puede justificar esa falta de apoyo del Estado a las artes y a la cultura, porque allí metemos todo en un mismo saco. Se acabó con mucho: quedan poquísimas compañías de ballet y danza contemporánea, por ejemplo, cuando teníamos uno de los movimiento más importantes de América en estas artes; los museos están más grises que nunca y no sabemos cómo se encuentran esos sótanos y las colecciones que son patrimonio de los venezolanos... no sigamos hablando, mejor.

-Es que no hay que ir al depósito del Museo solamente. Un caso que me importa más a mí es el de la Biblioteca Nacional: voy y pregunto: "sácame un libro del General Gómez". Me dicen: "no está"... el fondo iconográfico, tan hermoso y completo que teníamos allí, está mutilado. ¿Qué pasó con las imágenes de los daguerrotipos que estaban allí?... Es un problema que atenta contra el patrimonio espiritual de los venezolanos... han hecho desastres a cambio del cliché de la cultura popular.

La esperanza somos todos los venezolanos

-¿Cuál es o cuáles son las ideas o pensamientos que tiene en la cabeza todos los días cuando se despierta?

-Una interrogante: "¿Regresaré a la casa?" Esa es una interrogante que me hago todos los días. Y ya es automática: “Me voy, nos vemos en la tarde”, le digo yo a mi esposa, pero vivo en la incertidumbre. Y esa es una incertidumbre a la que, a lo mejor, le falta asidero. Yo vivo una vida de clase media normal, yo vivo en una zona relativamente segura: voy al banco en una zona que me queda cerca, y mi secretaria me dice: “Deje el reloj, doctor”. Salgo y dejo el reloj, la cartera, el suiche del carro, el celular y llevo la cédula no más. Y eso se te mete en todas partes. Te haces la pregunta de la vida: "¿Volveré, regresaré a mi casa para leer, hablar con mi mujer, ver la televisión? ¿Volveré a mi trabajo, a continuar lo que yo escribo?..Y eso ya no depende de mí. Y esa pregunta que yo me hago todos los días se la tiene que hacer también cualquier venezolano que esté acosado por la vida que vive.

"La otra pregunta no tiene respuesta: ¿Qué pasará mañana? Eso no lo sabe nadie. Eso no lo sabe ni Dios, que debe tener muchos enredos para decidir qué va a pasar con los venezolanos… Mañana puede estallar esto... eso no lo sabemos", estima.

-¿Y la esperanza?

-Yo siempre tengo esperanzas, pero razonables, porque por lo que he estudiado de historia sé que los cambios y las mejorías son muy lentas, muy perezosas. Esto es poco a poco, muy poco a poco. No me pregunto por el cambio porque eso no lo veo muy cerca y porque no está en mis manos. Salvar mi vida, relativamente está en mis manos; cuidar mis bienes, relativamente está en mis manos, pero cambiar la situación dura que vivimos hoy en este país depende de poderes políticos y económicos que yo no tengo. Depende de todos los venezolanos.



17-05-16




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