Por Piero Trepiccione
Aunque el país y la comunidad
internacional han estado divididos sobre las elecciones
presidenciales convocadas para el próximo veinte de mayo, sin duda es un
tema que cada día gana más espacio en el interés interno y externo. Y
seguramente, en la medida que pasen las semanas y nos aproximemos al evento en
sí, ganará más foco de atención como suele suceder en estos procesos
comiciales, a pesar de la dispersión de opiniones.
Ahora bien, creo que más
importante que los comicios en sí y las repercusiones que sobre ellos se tengan
desde el gobierno y la oposición, es prepararnos para los días y
meses posteriores al 20 de mayo. Un deterioro creciente de los indicadores
sociales del país (87 por ciento de hogares en situación
de pobreza utilizando el método de la línea de ingreso según Encovi
2017), y agudizándose por el efecto hiperinflacionario y, además, un
déficit fiscal público agravado que requerirá dinero fresco para garantizar el
funcionamiento del Estado y sus planes sociales, y ni que decir
del aumento sostenido del fenómeno migratorio, son razones para
preocuparnos más por lo que vendrá el día después.
Para atender la bomba de
tiempo social que tenemos encima el país requiere atención máxima a
la economía. Para lograr esto se requiere estabilidad política e
institucional para concentrar decisiones que reimpulsen la dinámica económica y
generen confianza interna y externa para la inversión (no
ayuda para nada lo dislocado del mercado de divisas con múltiples
marcadores referenciales), y una elección presidencial con las características
de ésta es imposible que la fomente.
Por lo tanto, el tema del
macro acuerdo político con el apoyo firme de la comunidad
internacional va a reaparecer con más fuerza luego del 20 de mayo. De no
entenderse y atenderse esta situación, los escenarios para el segundo semestre
del año se pueden aproximar más a explosiones sociales y situaciones
de violencia generadas a partir del rompimiento de la cotidianeidad
con un impacto profundo en la gobernabilidad del país.
El día después, lleno de
catarro, nos puede agarrar sin pañuelo. Las posiciones empecinadas y cerradas,
orquestadas por campañas creadas y dirigidas desde diversos laboratorios, nos
pueden hacer más daño del que ha sufrido la economía de la nación.
Seguir cerrándose solo nos
traerá más limitaciones a las condiciones de vida de los venezolanos. La
protagonista del día después al veinte de mayo será una población asfixiada
por la hiperinflación que buscará canalizar sus necesidades a como dé
lugar.
Yo le pediría
al liderazgo hacer algo que no es fácil pero sí útil y razonable:
“aprender a desaprender” no podemos seguir anclados a esquemas
ideológicos anacrónicos que no producen calidad de vida para todos.
14-04-18
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