Por Luisa Pernalete
“Padrenuestro que estás
en los cielos”, y aquí en la tierra y aquí en Venezuela. Me gusta rezar el
Padrenuestro porque de entrada me dices que “somos hermanos”, que eres el Padre
de los de franela roja, de los de franela amarilla, blanca e incluso de los que
no tienen franela.
“Santificado sea tu
nombre”, tu nombre siempre debe estar asociado a cosas buenas y no a
descalificaciones e insultos, tan comunes en esta Venezuela de hoy. Tu nombre
inmerso cuando los hijos, nietos y ahijados piden la “bendición” a sus
madres, abuelas y madrinas.
“Venga a nosotros tu
Reino”, tu Reino de justicia, de fraternidad, de bondad, de solidaridad.
La solidaridad que está salvando a niños que consiguen manos extendidas. ¡Que
se multipliquen semillas de tu Reino! ¡Ese es tu Reino! No el reino – con
minúscula – que utiliza el poder para oprimir, encarcelar, matar.
“Hágase tu voluntad así en la
tierra como en el cielo”. Tu voluntad es que no tratemos como hermanos, que nos
podemos disgustar, pero luego nos contentamos. Tu voluntad es que
cuidemos la madre naturaleza. Por eso te pedimos que se haga tu voluntad
tanto en las ciudades, como en las selvas del estado Bolívar, amenazadas
por el Arco Minero, arco depredador. Tu voluntad no puede ser que
acabemos con los árboles, con los ríos. Tu voluntad es que cuidemos el planeta,
como lo han cuidado nuestros hermanos indígenas por siglos.
“Danos hoy nuestro pan de cada
día” ¡Qué no mueran más niños por desnutrición! ¡Danos el pan para los
niños pacientes del JM de los Ríos! ¡Danos desayunos para todos los
escolares! ¡Danos medicinas para los pacientes con enfermedades crónicas! Las
ollas solidarias de Cáritas son buenas, pero no alcanzan. ¿Será mucho pedir que
la Ayuda Humanitaria sea solicitada y aceptada por los que toman las
decisiones?
“Perdona nuestras ofensas, así
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Perdona que a veces no
actuamos con rapidez; perdona a los políticos que no se ponen de acuerdo,
o al menos ilumínales para puedan ponerse de acuerdo y remen en la misma
dirección; ¿Tendrán perdón los que pudiendo hacer algo, para que no mueran más
niños y no lo hacen?
Perdóname porque me está constando perdonarlos.
Perdona a ese estudiante universitario, de Barquisimeto, que me contó que
estuvo un mes preso el año pasado, por protestar, cosa que no es delito,
y me contó que lo torturaron a él y a los otros jóvenes detenidos. “No sé si
podré perdonarlos”, me dijo. Sé que perdonar no significa que no busquemos la
justicia, para que no sigan pasando esas cosas. Tu Reino también es de
justicia.
“No nos dejes caer en la
tentación”, en la tentación de creer que “todos está perdido”, en la
tentación de creernos los buenos y los otros los malos, en la tentación de
dejar de luchar por el bien común, en la tentación de no ver tantas semillas
del Reino que hay en este país.
“Líbranos de todo mal”. El mal
que mata niños por malaria, difteria; el mal que mata a los pacientes renales
pudiendo salvarse; al mal que ha vuelto de piedra los corazones.
Sé que no “basta rezar”, pero
rezar el Padrenuestro me ayuda a pensar que tengo muchos hermanos, muchos que
me necesitan y muchos que debo admirar por lo que hacen.
Amén, palabra que, como
me ensañaron de pequeña, significa “así sea, así lo pido al Señor, así lo
deseo”.
27-04-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico