Por Fernando Pereira
Un video se hace viral
mostrando la furia con la que una adolescente golpea a otra en una
escuela de Miami. En el país la indignación creció al saber que la víctima era
venezolana.
“Se trata de un caso
de acoso escolar o bullying”.
“Es una muestra de xenofobia hacia los venezolanos”.
“Es un acto de discriminación y racismo” pues la chica que agrede es afroamericana.
Ciertamente las imágenes
movilizaban sentimientos pues una golpeaba contundentemente a otra que no se
defendía. De ahí que se suscitaran todo tipo de reacciones y buena parte de los
comentarios en redes sociales eran, tanto o más violentos que el propio hecho.
El rebullicio causado por
estos casos que se hacen públicos y son comentados por periodistas, medios,
personalidades tienen la ventaja de llamar la atención sobre un hecho que no
puede considerarse normal: cualquier agresión contra una persona debe
ser condenada y más si se trata de una niña o adolescente.
Pero también se prestan para
el amarillismo y la especulación que, lejos de ayudar,
puede confundir haciendo conjeturas suposiciones sobre los detalles de las
circunstancias que no conocemos.
¿Se trató de un caso de
bullying?
Las declaraciones posteriores
de la propia adolescente y la de su madre reflejan que se trató de
una agresión física (que debe ser investigada y establecidas las
responsabilidades del caso) pero que no estuvo precedida de otras agresiones,
que es uno de los elementos que caracteriza al acoso escolar. La repetida o
sistemática agresión por parte de uno o varios estudiantes a la víctima como
demostración de poder a costa del sufrimiento y dolor del agredido.
Cualquier caso de este tipo
debe ser investigado para establecer que efectivamente no hay el acoso o que la
agredida no quiera denunciar los hechos pues ha sufrido amenazas por parte de
los agresores.
Es importante tipificar si se
trata o no de un caso de bullying para atenderlo efectivamente. Y si no
fuera el caso, insistimos que aunque se trate de una agresión única requiere
igualmente la respuesta por parte de los responsables del centro educativo.
La indiferencia es violencia
Las imágenes del video son
elocuentes al mostrar a una profesora en el aula que se desentiende de la agresión.
Actúa como si nada pasara. ¿Se considera normal que ocurran este tipo de
agresiones? ¿Piensa que no es su responsabilidad actuar? ¿Ha sufrido amenazas?
Por otra parte, el grupo de
compañeros presencia la agresión, observan y ninguna hace nada. No intervienen,
no hay reclamos. El grupo se convierte en cómplice de la agresión. ¿Hay temor
de que la agresora pueda arremeter contra ellos? ¿Están de acuerdo con la
agresión?
La mayoría de los comentarios
se centran en las dos adolescentes y menos en el grupo; pero la indiferencia,
complicidad e inacción terminan siendo violencia.
El video
Uno de los estudiantes graba
el video que posteriormente se difundió y permitió conocer del caso. Sin
embargo, no se hizo con la intención de documentar y denuncia la agresión, sino
de difundirla en las redes sociales con el fin de humillar a una compañera de
clases sin pensar en las consecuencias sociales y emocionales para esa persona.
Una “ética del vale todo” que
denota la falta total de empatía. Esa también es una forma
deviolencia.
Este caso tiene “la bondad” de
haberse hecho público. Debe hacer pensar en que son lejanos a
nuestra realidad venezolana. Son muchos los casos de agresiones que
todos los días suceden en las escuelas pasando inadvertidos, sumidos en el silencio,
la complicidad y el sufrimiento de las víctimas.
Foto: Archivo.
11-04-18
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