Dr. Ángel R. Lombardi 09 de mayo de 2018
@lombardiboscan
Sólo
plantearlo en las actuales circunstancias ya es un error en sí mismo.
Aunque
son tantos los venezolanos desorientados y desesperados que encuentran en esa
manifestación cívica, hoy secuestrada, una atisbo de esperanza.
Algunos
me acusan de abstencionista. Ni por asomo. Siempre he votado durante toda mi
vida pero desde que nuestras elecciones han sido banalizadas y utilizadas como
un simulacro de una democracia inexistente me he resistido a concurrir. Además,
aquí nos está pasando como en la extinta República Democrática Alemana (RDA)
que ni era Republica, ni tampoco Democrática y la condición de soberanía como
tal también fue una ficción porque era un satélite prisionero de la
todopoderosa maquinaria roja soviética. En la RDA se hicieron muchas elecciones
y siempre las ganaba el único partido que existió: el Partido Comunista.
¿Pluralidad? Nunca existió. En cambio sí un Estado policial que hurgaba en la
vida íntima de sus ciudadanos convertidos en rehenes tal como lo presenta
admirablemente la película: “La vida de los otros” (2006).
Lo
mismo en Cuba, hoy colonizadora de Venezuela. Un Estado carcelario que en
nombre de una idea de progreso social traicionada ha sumido a su pueblo en una
historia de muerte por sesenta años. En Venezuela, quienes hoy detentan el
poder por las malas, consideran que ese es el modelo a imitar: y ya llevan
veinte años, y todavía se consideran vírgenes porque todo el desarreglo actual
o es culpa de la “derecha” o de unos saboteadores invisibles.
Además,
no tiene mucho sentido concurrir a unas elecciones tuteladas por los militares,
sabiendo que estos son parciales y contradicen con sus actuaciones el espíritu
civilista que dio nacimiento al proyecto republicano luego de la independencia
en 1830. A menos que nos hayan engañado y que la historia no es como nos la han
contado hasta el día de hoy.
Hay
miles de argumentos para no votar ahora en mayo. El más importante es que los
derechos ciudadanos han sido vulnerados desde una arbitrariedad absoluta. ¿Qué
se gana con no votar? Mucho. Porque es un acto de coraje y de resistencia
cívica demoledora. Un mensaje masivo de una población consciente del daño que
se le ha infligido y que se cansó de actuar como borrego.
En
esta misma onda se ha manifestado el actual Rector de la Universidad Católica
Andrés Bello, el P. José Virtuoso: “Soy de quienes no van a votar. Creo que
estas elecciones son injustas. No son transparentes. Sí usted vota se está
doblegando. Está bajando la cabeza y aceptando cualquier regla de juego aunque
no sea justa”.
La
Asociación Venezolana de Rectores Universitarios (AVERU), las universidades aún
libres a pesar de todas las calamidades, se expresó con igual determinación
sobre la actual “catástrofe social” y lo inconveniente de unas elecciones
ilegales que desvían la atención del problema fundamental: la restitución del
estado de derecho en una Venezuela anarquizada y con una ciudadanía despojada
de su dignidad.
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