Páginas

domingo, 7 de junio de 2020

Autoritarismo y democracia: un debate global por @polis360



Por Piero Trepiccione


La pandemia provocada por la COVID–19 ha desnudado en gran forma los grandes males que sufren los Estados en cuanto a su capacidad de respuesta frente a determinadas situaciones coyunturales. Pero también ha mostrado en forma de vitrina los formatos de actuación de muchos gobiernos alrededor del mundo que han dejado traslucir los grandes problemas de autoritarismo que afectan a las sociedades actuales

China, Rusia, Estados Unidos, España, Japón, Corea del Sur, Irán, Venezuela, Siria, México, Colombia, Gran Bretaña, Argentina, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Chile, Nigeria, Argelia, Sudáfrica, Corea del Norte, entre muchos otros países, con signos ideológicos diferentes y con organizaciones estatales muy marcadas en cuanto a mayor o menor democracia, pasan por un recrudecimiento de acciones que rayan en  características autoritarias. 
Por lo tanto, este debate global entre el significado de la democracia y el autoritarismo está cobrando una vigencia inusitada. Parecen estar asomándose en la palestra nuevos tiempos y nuevas circunstancias difíciles de comprender, pero abiertamente contrarias al bienestar general y a la convivencia democrática. El deterioro en los esquemas de procesamiento de las disputas por el poder está abriendo grietas importantes en muchos Estados alrededor del mundo provocando grandes brechas de injusticia.

Espacio para el neo–autoritarismo

Comienzan a aparecer estudios que indican que gracias a la aparición de las redes sociales, muchos gobernantes han iniciado formas de comunicación directas con la gente que van más allá de los medios tradicionales. Esto, obviamente, ha tenido su lado bueno en el sentido de acercar y facilitar la comunicación política. Es decir, la que se debe darse entre gobernantes y gobernados; pero también ha roto algunos equilibrios de poder. Esta ruptura ha apuntalado ciertos rasgos de autoritarismo por la independencia de emitir mensajes directos privilegiando la comunicación por encima de la gestión de gobierno. 

Como consecuencia de esto, estamos viendo un incremento del protagonismo del líder o los líderes por encima de un buen clima institucional. El llamado “hiperliderazgo” ha hecho que se centre la atención y el manejo del poder en figuras individuales que se ven como si tuvieran la capacidad de resolver todos los males sin que para ello necesiten al Estado y sus instituciones. La personalización excesiva del liderazgo político nos está llevando a estadios ya superados del populismo y la demagogia y está alimentando la aparición, con mucha fuerza, de los rasgos autoritarios, ahora denominados como “neo-autoritarismos”.


El debate entre más y mejor democracia frente a los autoritarismos y totalitarismos se hace  necesario para desnudar el ascenso vertiginoso de las injusticias y las formas de opresión actuales. Parece contradictorio, pero este 2020 está hablando muy claro. O impulsamos fuertemente la convivencia democrática basada en leyes y acuerdos consensuados o corremos el enorme riesgo de dar paso a otras formas de civilización más parecidas a las de épocas superadas que al nuevo siglo.

07-06-20






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico