LUIS UGALDE 15 DE
ENERO 2015
Nuestra
tragedia es para el cierre del año 2014: 25.000 asesinatos, 64% de inflación
(casi 100% en alimentos), alto desabastecimiento con colas humillantes para
adquirir lo más básico, recesión (la peor de América Latina) con tres
trimestres seguidos de descenso en el PIB, y el petróleo, casi a mitad de
precio. Esta grave situación no se puede tapar con insultos, ni ilusas
“revoluciones” verbales; sino que reclama un gobierno responsable que asuma la
emergencia nacional con decisión de corregir el rumbo, convocando de verdad a
todos los venezolanos para producir las soluciones, que son imposibles para una
sola mitad del país.
Lamentablemente,
el gobierno dio señales opuestas a la sensatez y –con hechos dictatoriales– se
apropió descaradamente de los poderes públicos (Legislativo, Judicial,
Electoral, Moral…) haciendo ostentación de que el Estado venezolano no es de
todos, sino exclusividad de ellos, porque circunstancialmente tienen el
presupuesto nacional y la fuerza armada. Por ahora, tienen todo el poder para
imponerse y toda la impotencia para hacer un gobierno medianamente presentable,
pues están comidos por dentro por su incapacidad, corrupción y modelo
fracasado. De nada sirven cuentos de guerras infantiles donde los malos quieren
derrotar a los buenos “revolucionarios”.
No
esclavos sino hermanos
Este
es el título del mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz
que se celebra el primer día de cada año. Nos recuerda Francisco que “la
esclavitud, crimen de lesa humanidad, está oficialmente abolida en el mundo”.
Sin embargo, agrega, “todavía hay millones de personas –niños, hombres y
mujeres de todas las edades– privados de su libertad y obligados a vivir en
condiciones similares a la esclavitud”. En condiciones de esclavos hay millones
de trabajadores, emigrantes, mujeres obligadas a casarse o vendidas sin derecho
al consentimiento, víctimas del tráfico y comercialización de órganos,
secuestrados y encerrados en cautividad por grupos terroristas y otros
obligados como combatientes y esclavas sexuales.
¿Por
qué en el siglo XXI en sociedades poderosas hay tanta incapacidad para hacer un
mundo más humano? ¿Por qué la fraternidad, tan cantada y añorada en los días
navideños y en los abrazos de año nuevo, no prevalece y erradica la esclavitud
del mundo? El papa responde: “En la raíz de la esclavitud se encuentra una
concepción de la persona humana que admite el que pueda ser tratada como un
objeto. La persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada
de la libertad, mercantilizada, reducida a ser propiedad de otro, con la
fuerza, el engaño o la constricción física o psicológica; es tratada como un medio
y no como un fin. Esto sucede cuando al centro de un sistema económico está el
dios dinero y no el hombre, la persona humana”.
Se
necesitan políticas concretas para eliminar las esclavitudes mencionadas, pero
se requiere una voluntad decidida, que no se dará sin una “conversión que lleve
a cambiar el modo de ver al prójimo, a reconocer en el otro, sea quien sea, a
un hermano y a una hermana en la humanidad”. Sin esta conversión interna,
continuarán las esclavitudes que aportan beneficios a los esclavistas.
De
la misma manera es imposible enderezar nuestro país poniendo el poder por
encima de la persona, repitiendo irresponsablemente insultos y
descalificaciones, recalcando que no le importan ni los desacuerdos ni los
sufrimientos de la mayoría, pues le basta la fuerza que siente tener en sus
manos armadas. Esta manera de hablar y de actuar degrada al presidente. Las
dictaduras suelen empezar con algún grado de justificación como salvadores de
un mal mayor. Con el tiempo van perdiendo apoyos, se van corrompiendo, se
endurecen y ciegan, aspirando al poder perpetuo, enfrentados a la mayoría del
país. El ciclo se cierra con su caída. Es el camino que está recorriendo el
grupo que se apropió del poder en Venezuela. Es suicida no reconocer la
alarmante situación y negarse a abrir el camino para las soluciones.
Solo
en espíritu de apertura y de reconocimiento mutuo entre los venezolanos produciremos soluciones. Imposible lograr una
Venezuela digna y libre sin fraternidad, ni solidaridad, ni reconocimiento de los
otros. Hacia allá y de modo acelerado deben avanzar las fuerzas decisivas en el
gobierno y en la oposición.
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