La política venezolana ha
caído en una espiral, la espiral de los tiempos, donde el problema político y
su estrategia se miden por días, no por la intensidad o por su importancia.
Hemos sido testigos de los debates que se han dado ante la opinión pública, por
más de dos décadas, en los cuales lo urgente dio al traste con lo importante,
debate que gira alrededor de los tiempos electorales, y no de las soluciones a
los graves problemas que nos aquejan; corremos detrás de elección en elección.
Pareciera que una trampa del
destino ha convertido el tiempo en el enemigo a vencer, un enemigo nada fácil
de manipular, y mucho menos detener. Vemos como la teoría de Einstein se vuelve
sobre nosotros, ese tiempo que se dilata y nos da a cada uno una sensación
diferente del paso del tiempo. Algunos vemos pasar el tiempo aceleradamente, y
para otros el tiempo no pasa. Pareciera que cada uno de los actores políticos
tuviese un reloj diferente, cada reloj marca su propio tiempo, unos más
acelerados que otros, algunos a su vez dicen que se nos acabó el tiempo, como
si esto fuere posible, como si detener el tiempo fuera una opción.
Detenernos a debatir si los
tiempos en política son medibles o cuantificables es un debate con un alto
ingrediente filosófico, más que político. La acción política nos lleva a la
elaboración de estrategias que nos ayuden a utilizar el tiempo lo más
efectivamente posible, el debate no debe ser el ¿cuándo? sino el ¿por qué?, y
el ¿cómo? Debatir los tiempos con un gobierno que se ha guardado para sí el
reloj del revocatorio tal vez sea un debate atractivo frente a los estridentes,
aquellos que dicen que ya no hay tiempo, que es ahora o nunca, frase que por
cierto tiene más de 15 años, y no ha logrado agotar el tiempo, y mucho menos
detenerlo.
El objetivo, si es cambiar
al gobierno, no puede tener un tiempo fijo, o delimitado por las urgencias de
algunos. Salir de quienes nos gobiernan nos llevará tiempo, y ese tiempo debe
ser utilizado lo mejor posible, ya que el tiempo perdido es irrecuperable, lo
ideal sería procurar acelerar los tiempos con las estrategias adecuadas, por
eso le digo a los amigos que pierden su tiempo debatiendo los tiempos del
revocatorio, que lo político y lo eficaz es que se logre el objetivo, que no es
otro que el de un cambio de gobierno, y eso nos llevará tiempo. Tiempo que se
tiene que administrar muy bien, recordando el refrán popular, de que “el tiempo
es oro”, por lo que no hay que desperdiciarlo en discusiones inútiles, y
utilizando bien el tiempo debemos enfocar toda la acción política en un
objetivo que es compartido en la actualidad por una gran mayoría de venezolanos,
el cambio de gobierno.
Si el revocatorio, las
elecciones de gobernadores, las municipales y hasta las presidenciales son en
este año, el próximo o más lejos aún, no se pierde el objetivo, que no es otro
que impulsar un cambio de gobierno, un gobierno que más temprano que tarde
dejará el poder, un gobierno que sabe que su tiempo se acaba, y lo que hace es
tratar de alargar el poco tiempo que le queda, un tiempo que siempre será
relativo, para algunos será mucho tiempo, para otros, será poco tiempo.
A estos que creen que el
tiempo se agota, o que esperan a que los tiempos se cumplan de acuerdo a sus
expectativas, les digo que pierden su tiempo, y peor aún, nos hacen perder
nuestro tiempo, y recordando la canción del amigo Pablo Milanés: “el tiempo el
implacable, el que pasó, siempre una huella triste nos dejó…”, no seamos
artífices de esa huella triste, seamos constructores de mejores tiempos, de la
Venezuela que le esperan tiempos mejores.
13-08-16
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