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miércoles, 3 de agosto de 2016

Sin prisa y con mucha pausa por @AmericoMartin


Por Américo Martín


La presidente del CNE, señora Tibisay Lucena, lanza un apotegma discutible. En el caso del RR ni apuramos ni retrasamos. En materia procesal los jueces 

–ella no lo es por nombramiento ni quiere serlo por analogía- pueden en ciertas ocasiones abreviar los lapsos cuando el objeto ha sido cumplido antes de su vencimiento.

Se quiere evitar la demora del proceso en perjuicio de los solicitantes, dado que, como se sabe, la celeridad es un principio de recta justicia, o como dice el aforismo: justicia lenta no es justicia.

Lo procedente en el caso del RR sería hacer algo similar. Verificadas las firmas antes del vencimiento del lapso ordenado por el CNE, no tenía el menor sentido dejar un espacio ocioso para retardar la fijación de la nueva fecha. El CNE debió hacerlo, pero prefirió darle largas al asunto apoyándose en un formalismo totalmente inútil.


El miércoles 26 debía cumplir su palabra y como he entregado esta columna ese mismo día, no se me ocurrió comentar lo que haya alegado para seguir con el jueguito de ganarle tiempo al tiempo a ver si la MUD pierde los estribos, caso en el cual el desventurado gobierno de Maduro podría intentar su manotazo alegando no sé qué cuento chino.

No hay en el mundo quien no anticipe el resultado de un referendo revocatorio. El voto popular, el soberano, decretaría el cambio y obligaría a dialogar en serio. La más tonta de las acusaciones contra la oposición es aquella que la envuelve en golpes, invasiones yanquis y guerras económicas. Sabiendo que el destino del reino de los disparates será decidido por el sufragio, sería demencial darle argumentos a un régimen enfermo de poder y sin respaldo popular para que se refugie en la agresión.

El mundo lo sabe ya. Los facilitadores, incluso el cuestionado Samper, lo reconocen paladina y aun abiertamente cuando, midiendo cuidadosamente sus palabras, registran voluntad de diálogo. El Gobierno pagaría el más alto de los precios si se arriesgara a suspender el referendo con el pobre alegato de que sea parte del manoseado complot contra la revolución. Lo que más le conviene es aceptar una eventual derrota que lo mantendría en el juego democrático.

Pero el ala rota del régimen, mazo en mano, parece dispuesta a desconocer a lo bestia la voluntad popular. Araguatos ruidosos han pedido la anulación de la MUD sin medir el efecto de semejante exabrupto en el mundo que los contempla con asombro, incluidos los facilitadores del diálogo. El trío dinámico Cabello, El Aisami y Rodríguez no ocultan el miedo que los embarga y que los impulsa a desembarazarse de presencias foráneas que puedan frenar su babosa hidrofobia.

Es una revolución sin pueblo, contra el pueblo. Es patético ver a Maduro y sus adláteres gritando que “irán a la calle con el pueblo”. ¿Cuál? ¿El que los sacará del mando si pueden votar? En atmósfera de utopía el presidente entona la Internacional. 

¡Agrupémonos todos en la lucha final!

¡Que se alcen los pueblos con valor!

¡Esta es la Internacional!

Si “se alzaran los pueblos con valor”, ustedes terminarían en el más oscuro de los lugares. Patético es que tú mismo lo demandes, mientras el 75% del país exige cambio democrático a partir de la revocación del gobierno que tan lamentablemente encabezas

Afortunadamente la MUD y la disidencia, incluidos los bregadores del oficialismo que ya no temen hablar, postulan la salida electoral, pacífica y democrática porque abominan del círculo vicioso de la venganza. Recibirán una herencia cancerígena que pide la mayor confluencia. Restablecer el crecimiento en paz y atender el drama del hambre es el supremo programa. La sociedad misma, unida en su pluralidad y respetando ideologías y banderías diversas, subsanará la vil tragedia que le han hecho vivir.

31-07-16




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