FERNANDO CASTRO AGUAYO 06 de enero de 2018
“Ya
veremos cómo se organiza el país. Yo puedo contribuir ordenando mi entorno.
Allí sí puedo influir”.
Estos
días navideños han sido difíciles. En los frentes de las casas no hubo adornos
navideños como en otras épocas. La nochebuena y lo noche vieja fueron tétricas:
nadie en la calle, muchos sin cena y sin fiesta. Iglesias vacías.
Asombrosamente hubo muchas protestas: candelitas de indignación ante la gran
necesidad de la gente. No hay alimentos, ni medicinas al alcance del pobre ni
de casi nadie. Hay mucha indignación. Y el sentimiento de solidaridad aflora
enseguida ante tanta necesidad.
Tampoco
faltan lecciones de religiosidad y de bondad. En una localidad de Margarita, en
una casa muy pobre no faltaban los adornos navideños, los de otros años, no
faltaba el pequeño nacimiento hecho por los niños desnutridos, no faltaba un
arbolito chiquito, pero lo más digno posible y la Virgen del Valle adornada.
Navidad
con dignidad, aunque no tengamos qué comer. Estos mismos, un día lloraron de
hambre. Ni efectivo ni nada al alcance de lo que tenían.
Para
poder vivir hay que luchar por unas condiciones mínimas de dignidad, trabajo,
familia, religión. Y nunca renunciar a ellas. El abandono de los derechos
aunque nadie los reconozca, la denuncia aunque nadie la publique, el respeto
mutuo aunque la autoridad no me respete, no se pueden dejar. La religiosidad y
la fe son aspectos irrenunciables en nuestra vida.
Ya
veremos cómo se organiza el país. Yo puedo contribuir ordenando mi entorno.
Allí sí puedo influir. Mi familia, mis vecinos, mi comunidad en parte están en
mis manos. Si después llegan los Reyes Magos con más dones: ¡bienvenidos! Nos
toca trabajar para lograr lo posible.
Reflexiones
navideñas: nunca brazos cruzados o esperar que nos solucionen los problemas.
Propósito: haz lo que esté en tus manos y pídele al Señor lo que no alcances a
hacer. Reflexiones decembrinas: trabajar por Venezuela y saber que la solución
del país pasa por ti y por mí. Reflexiones para un nuevo año: Dios no hará lo
que tú puedes hacer.
FERNANDO
CASTRO AGUAYO
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