Ismael Pérez Vigil 03 de diciembre de 2022
@Ismael_Perez
Dejemos
al margen los errores de la oposición democrática, que son muchos, y que han
contribuido a alejar de ellos al pueblo y a los electores y, lo que es peor, a
alejarlos de la política, de los procesos electorales, de las movilizaciones
gigantescas, que vivimos en varias oportunidades. No hace falta abundar en lo
que bien conocemos y que además muchos “opositores” se encargan a diario de
recordárnoslo en las redes sociales.
Críticas
opositoras.
Dejando
eso de lado, repito, no cabe duda que el régimen instaurado desde 1999 se ha
encargado de abonar el terreno para esas críticas de los “opositores”, que a
diario se quejan, critican, buscan y dicen que encuentran la quinta pata del
gato. Ya ni siquiera les pedimos que nos muestren alguna solución realista, factible,
posible de emprender, por ese pueblo al que pretenden defender de las “nefastas
garras” de la oposición que ellos llaman cómplices, aliados, y cualquier otro
epíteto, simplemente les decimos: adelante, hagan y que tengan mejor suerte.
Pero,
dejémoslos también de lado y concentrémonos en dos aspectos de ese grave
problema que es el desconocimiento del voto, que es el antídoto para el oprobio
en el que vivimos, el arma para defendernos de la destrucción institucional y
real de la democracia.
El régimen contra el voto.
Desde
el principio el régimen se mostró contra la voluntad popular que decía
defender; rápido paso esa euforia democrática del régimen, que retaba a la
“escuálida” oposición a acudir a los procesos electorales. Un buen día el
propio y ya fallecido, líder máximo de la “revolución”, se dio cuenta que su
caudal electoral mermaba, que la indiferencia de la abstención se apoderaba del
ánimo de la gente −desde 1998 la abstención indiferente se ancló en más del
30%− y se dio también cuenta que para mantenerse en el poder, además de la
fuerza, era necesario destruir en la conciencia de la gente el espíritu
democrático que la llevaba a votar, a decidir con el voto quien debía dirigir
el país, quienes debían encabezar gobernaciones y alcaldías y quienes a
integrar el poder legislativo, espacio que podía dar cabida a todos, para que
allí, además de controlar y designar a los otros poderes, se ventilarán y
dirimieran los grandes problemas del país.
Acciones
contra el voto.
Cuando
el cabecilla del régimen se dio cuenta que esa “idea” que adoptó como suya y
que esgrimió como argumento o demostración de su “amplitud”, la revocatoria del
mandato, se volvería en su contra, comenzó un proceso de minar esa posibilidad
y la importancia del voto. Primero, retrasando el proceso revocatorio,
convocado en su contra, durante más de un año, tiempo que necesitaba para
desarrollar el clientelismo o populismo de las misiones, con las que durante un
tiempo disfrazó las miserias a las que a la larga condujo la economía del país.
Y segundo, desarrollando todo lo que dificultase la recolección de firmas que
solicitaban un referéndum revocatorio de su mandato, con amenazas y violencia
incluidas, con la elaboración de “listas de opositores” −recordemos la infausta
“lista de Tascón” −, desarrollando una no tan sutil predica de que el régimen
“sabia” por quién votaba cada quien; predica que no podía tener otro propósito
que atemorizar a quien se atreviera a firmar por el referéndum revocatorio o
votar en contra en el mismo. Desde luego eso ayudo a minar la posibilidad de un
triunfo opositor en el referéndum revocatorio de 2004, derrota que nos condujo
a una improductiva abstención para la elección de la Asamblea Nacional en 2005,
que dejó al poder legislativo en manos del régimen, con el que intentó
modificar todo el ordenamiento jurídico del país.
De
allí en adelante, la desestimación del voto, por diversas vías, se convirtió en
política del régimen; a eso le siguió la intimidación y más tarde la
persecución de opositores, además de la desastrosa política económica que ha
llevado al país a la ruina, y que no vale la pena describir.
Rescatando
el valor del voto.
Difícil
y escabroso ha sido el camino para rescatar el valor del voto como arma de la
democracia. Un esfuerzo importante se hizo en 2006 con una candidatura unitaria
para las elecciones presidenciales de ese año; otro, con el triunfo en el
referéndum que impidió modificar la constitución en 2007 y desde luego el
triunfo en la elección de la Asamblea Nacional en 2015.
En esa
última ocasión el régimen no tuvo miramientos, simplemente arrebató a la
oposición la mayoría calificada de los dos tercios, anulando la elección de los
diputados del Estado Amazonas; procedió a convocar entre gallos y maitines a su
Asamblea Nacional, la de 2010, que controlaba totalmente y en el periodo
usualmente vacacional decembrino, modificó la composición del Tribunal Supremo,
con el que después anuló de manera sistemática todas las decisiones que fue
adoptando la Asamblea Nacional electa en 2015. No se detuvo allí, acosó
físicamente a la AN persiguiendo diputados, quitándole la corriente eléctrica a
sus instalaciones, privándola de presupuesto; hasta que procedió a crear una
asamblea paralela, supuestamente “constituyente”, espuriamente elegida, con resultados
electorales que nunca fueron publicados; asamblea que nunca hizo esa
constitución, sino que aprobó algunas leyes, que no le correspondía, y actuó
paralelamente a la legitima Asamblea Nacional 2015 y hasta convocó,
ilegalmente, elecciones presidenciales anticipadas en 2018.
Episodios
extremos.
La
desestimación del voto, tuvo dos episodios extremos y “memorables”, preludio de
lo que pudiéramos esperar de ahora en adelante, si no estamos prevenidos; uno
en 2017, cuando se desconocieron los resultados de las elecciones de gobernador
en el Estado Bolívar, anulando los resultados que arrojaron las actas
electrónicas emitidas por las máquinas de votación y reemplazándolas por actas
manuales, despojando así del triunfo al candidato opositor y dándoselo al candidato
del gobierno; y dos, en 2021, en las elecciones de gobernador del Estado
Barinas, que inhabilitaron al ganador opositor y ordenaron repetir el proceso
electoral, tras inhabilitar también a otros dos candidatos opositores;
afortunadamente, prevaleció el ánimo unitario de la oposición, que fue capaz de
seleccionar un candidato, que resultó triunfante en las elecciones convocadas
en enero de 2022.
Declaración
desde Miraflores.
Podríamos
seguir narrando acontecimientos de esa naturaleza, en donde se demuestra la
negación y desestimación del voto, pero quizás vale la pena concluir destacando
un episodio reciente de esta estrategia y es el relativo a la última
declaración de Nicolás Maduro desde Miraflores, con relación a los resultados
de la negociación en México. En esta declaración hay una triple afirmación
cuyas consecuencias no son del todo favorables para el régimen y que debemos
destacar; primera, a pesar de todos los intentos del régimen para desconocer y
restar méritos a la oposición democrática y ensalzar esa otra oposición que el
régimen ha creado a su medida, no logran explicar por qué están en México
negociando con una oposición que desestiman y se niegan a reconocer; segunda,
es evidente, por la declaración, que las sanciones les pesan, los perturban y
todo su esfuerzo está dirigido a librarse de ellas; y tercera, y más
importante, con relación al tema electoral, cuando Nicolás Maduro señala:
“¿Quieren elecciones libres? Que se lleven todas las sanciones”, está
reconociendo que no hay elecciones libres en Venezuela y que es él y ninguna
otra institución o persona la que puede “decidir” si hay o no elecciones libres
en el país.
Como
señalé más arriba, no vale la pena seguir poniendo ejemplos respecto de este
tema, es más útil tratar de definir algunas pistas, algunas ideas y tareas para
tratar de rescatar el valor del voto como arma de la democracia.
Nuevas
oportunidades.
Se nos
presenta ahora una nueva oportunidad, en 2024, con la elección presidencial que
corresponde hacer en ese año. Y previo a ese evento, la selección del candidato
unitario de la oposición, en un proceso de elección primaria que se debe
efectuar en 2023. Son dos hitos interconectados y dependientes, no se tendrá
éxito en 2024, si no se logra un buen éxito en 2023, en la elección primaria.
Para ello se deben resolver varias dificultades, algunas de carácter técnico,
las cuales no comentaré hoy −ya habrá tiempo para ello, cuando la Comisión
Nacional de Primaria anuncie algunas decisiones acerca de cómo se desarrollará
ese proceso−, pero otras son de carácter emocional y político.
Algunas
barreras.
En lo
político, es preciso que se imponga y mantenga el espíritu unitario, para
seleccionar un candidato de la oposición democrática; que se mantenga
igualmente la presión internacional sobre el régimen, y la movilización
interna, sobre todo ahora que se iniciará en México la etapa de negociación de
las condiciones electorales. En lo emocional, es indispensable superar el
desánimo de los venezolanos, su rechazo al liderazgo opositor y su marginación
de los procesos electorales; tarea difícil, sobre todo si en las redes sociales
y medios de comunicación algunos periodistas, analistas, creadores de opinión y
personas influyentes persisten en su práctica de hacer criticas indiscriminadas
−muchas veces siguiendo la pauta que marca el régimen−, a cualquier iniciativa
política que se emprenda y que no coincida con sus puntos de vista; y sobre
todo, que algunos lo hacen falseando información, exagerándola y en algunos
casos, inventándola.
Conclusión.
La
elección primaria de 2023, nos abre la posibilidad de mostrar al pueblo
venezolano una cara unida y una alternativa para superar este oprobio y ganar
las elecciones de 2024. Algunos dudan, lo sé, que esto se pueda producir o
afirman que el gobierno se negará a entregar el poder, si pierde la elección
presidencial. Pero en realidad eso es algo que no sabemos, sobre lo que solo
podemos especular.
La
elección del candidato unitario mediante un proceso de primaria no solo es una
buena oportunidad para que sea el pueblo, de manera directa, quien decida quien
quiere que sea su representante para enfrentar al candidato del gobierno, sino
también es una buena oportunidad de movilización y motivación, de estimular a
un país que aparece un tanto adormecido en materia política.
Ismael
Pérez Vigil
@Ismael_Perez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico