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jueves, 16 de marzo de 2023

Foro vía WhatsApp: Glaciares: los fantasmas de las montañas venezolanas, con Alfredo Autiero de @alfredoautiero. #14Mar

El 14 de Marzo realizamos el Foro vía WhatsApp:

Glaciares: los fantasmas de las montañas venezolanas, con Alfredo Autiero, Guía de Montaña, Mejor Guía de Naturaleza, Eco Trip Match 2021.
 
Con una asistencia de 814 participantes

Damos la bienvenida a Alfredo Autiero, con una 
interesante ponencia sobre los Glaciares Venazolanos, casi extintos

Con un sincero saludo de afecto, quiero agradecer a María Eugenia Pisani, al Restaurante “Las Corocoras”, al programa de “Caminatas Conscientes” y naturalmente a Kiko Sierra por brindarme esta oportunidad de compartir con todos ustedes.

 
Las primeras observaciones cuantitativas sobre los glaciares de Ia Sierra Nevada de Mérida (Macizo del Pico Bolívar) fueron hechas por W. Sievers en 1885 y A Jahn determinaron que el Glaciar Espejo era grueso y tenía hielo estratificado. Este glaciar había desaparecido en 1936. En 1868, Bourgoin reportó espesores de hielo de 8 y 16 m en el Pico El Toro; para 1931 había desaparecido.

El límite inferior de los glaciares ha ascendido desde aproximadamente 4.380 m en 1885 a más de 4.700 en 1972. En 1910, Jahn midió un espesor de hielo de 25 m en el Glaciar Timoncito; en 1972 se midieron 20 m y para 1991 este glaciar había desaparecido casi totalmente. En la Sierra de la Culata, una pintura de F. Bellermann en 1845 muestra una posible cobertura perenne de hielo en el Pico Pan de Azúcar; en 1885, Sievers halló sólo una pequeña masa de hielo, la cual ha desaparecido desde entonces. Los datos de Sievers y Jahn sirven como base para determinar el retroceso reciente de los glaciares de la Sierra Nevada de Mérida que ha sido de 120 m entre 1885 y 1910 y, desde entonces, de 200 m. Esto podría ser una consecuencia del "efecto invernadero" que parece afectar al clima global.

Pueden profundizar en estos estudios a través de:
  
A temprana edad y por motivos familiares, siempre que viajaba a la ciudad de Mérida, mi vista se regocijaba frecuentemente con aquellas manchas blanquecinas que se posaban permanentemente sobre las lejanas montañas de la Sierra, crecí con ellas, sin embargo, yo crecía y ellas empequeñecían. Casi no me di cuenta pero el destino… y también mi pasión me llevo a caminar desde el año de 1974 por los picos nevados de la Sierra Nevada Merideña.Ese hermoso Glaciar de Timoncito fue mi escuela de aprendizaje y más adelante, a mediados de los años 80 lo utilizábamos con frecuencia para transmitir todas esas técnicas que había aprendido en otras latitudes. La Garganta Bourgoin, la retadora ruta del Glaciar Norte del Bolívar y que decir de todas esas rutas que rodeaban a los colosos de la “Corona”… los picos Humboldt y Bompland, inclusive valdría la pena hablar también del tímido glaciar de la Concha.

No se cuando, pero de repente dejé de dictar cursos en el Glaciar de Timoncito, el glaciar se había hecho tan pequeño que las abundantes rocas eran un peligro para los que intentaban caminar por sus mermadas nieves, y así tuve que mudarme hacia el Glaciar Norte, que poco a poco se fue haciendo tan vertical y peligroso que nos fue imposible continuar con esta importante labor didáctica.
  


Este soy yo y mi mamá con escasos 8 años en la estación de Pico Espejo… Parque Nacional Sierra Nevada (Merida/Edo. Merida).

Ante mis ojos incrédulos uno a uno fueron desapareciendo nuestros pequeños glaciares, tanto así que en una oportunidad durante el año 2009 intenté realizar la ya acostumbrada escalada por el Glaciar Norte del Bolívar con Pablo Borjas y Alberto Camardiel y, la mayor sorpresa fue encontrarme que los “crampones” y “piolets” que había dispuesto para facilitar la escalada no habían sido necesarios… un “boquete” de rocas había quedado al descubierto dividiendo esta gigantesca masa de hielo en dos.

Más sorpresivo fue el caso del accidente ocurrido el 2 de julio del año 2000 en el que perdieron la vida 5 jóvenes integrantes del Grupo de Rescate Enrique Bourgoin al ser arrastrados por un “Alud de Placas” ocurrido en el glaciar Nor-Oeste del Pico Humboldt. En efecto los glaciares se están retirando y a una velocidad que nuestra imaginación parece no acostumbrarse… las montañas cambian de rostro.

Sobre este caso de un trágico alud en el Pico Humboldt pueden encontrar información en:

  

Curso de escalada en nieve y hielo realizado en el año de 1986 en el Glaciar de Timoncito (Vertiente Sur) del Pico Bolívar… ya no existe.

En diferentes oportunidades había estado conversando al respecto con el gran explorador venezolano Charles Brewer Carías y viendo sus impresionantes fotos durante su igualmente memorable escalada al Glaciar Este del Humboldt nos asombramos permanentemente del radical cambio acontecido en nuestras montañas andinas, nos paseamos a la vez por diferentes teorías que se desenvuelven entre la ciencia ficción y las más sofisticadas mediciones atmosféricas y satelitales… lo cierto es una sola cosa, los glaciares están desapareciendo y este fenómeno golpea con más fuerza a las zonas tropicales, donde Venezuela ocupa un importante lugar.

Gracias a algunas notas que me facilitó Ana de Bellard, hija de Eugenio de Bellard Pietri, él nos comenta sobre algunos factores concomitantes que ya se han hecho una contante entre los investigadores: “Entrada en una nueva era de calor, disminución de las áreas verdes en todo el planeta, aumento del espesor de la capa de CO2 atmosférico (efecto invernadero), destrucción paulatina de la capa de ozono, y no dudo de que a estas no se puedan añadir varias más de menor importancia”.
  

Glaciares de “La Corona” (Humboldt y Bompland) y en primer plano tramo glaciar de la “Columna” en las cercanías del Pico Bolívar a principios de los años 50.


Glaciar Norte del Pico Bolívar en los años 80.


Apartando la gravedad de los cambios que se han producido y que producirán, desde el punto de vista ecológico la perdida de los glaciares en diferentes partes del mundo, especialmente en Venezuela, las montañas no han dejado de ejercer su encanto pero cabe destacar que cada día nos encontramos con un ambiente diferente que nos obliga a adaptarnos a un fenómeno indetenible y a tomar medidas en pro de una conducta más consecuente con el daño ambiental que hemos ayudado a generar en estos frágiles ambientes.
 


Fin

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