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domingo, 7 de agosto de 2011

El denominador común de la crisis americana y europea. Una enseñanza para capitalizar


Por Raúl E. Cuello, 06/08/2011

Es generalmente aceptado que la forma más eficiente de eliminar la inflación (en cuanto a fenómeno monetario), es no tener déficits presupuestarios y en el mejor de los casos tener el presupuesto equilibrado. A partir de allí se acuerda que el tipo de cambio debe ser libre, la moneda convertible y las fluctuaciones de las divisas desaparecerían. Esta fue la quinta esencia del dogma monetarista y dio base al conocido modelo Polak (1).

Con el transcurrir del tiempo se pasó a considerar que el equilibrio dependía no de la ecuación presupuestaria, sino del nivel del Gasto Público, conclusión a la que llegó el Profesor Milton Friedman fundador de la Escuela de Chicago y “pope del monetarismo”(2) El impulsor de este cambio fue el Prof. Haavelmo, Premio Nobel de Economía, al poner de manifiesto que el “presupuesto equilibrado” conllevaba a presiones inflacionarias dadas las diferencias entre las diferencias del gasto y de del impuesto. (3)

No es lo mismo para una economía financiar con equilibrio un gasto público del 25% del PBI que del 40%, simplemente porque alguien debe financiarlos. Supongamos que la discusión que se produce en la actualidad se centre en la disminución del déficit que todos tienen y que unos opten por bajar el gasto y otros por subir los impuestos. ¿Cuál sería la opción deseable?

No es posible financiar cualquier nivel de gasto público por dos razones fundamentales: la primera porque la capacidad contributiva tiene límites más allá de los cuales se deteriora el crecimiento porque no habrá inversión y porque la productividad del gasto estatal es menor que la de las empresas privadas. La segunda porque si se apela a la expansión monetaria, el sistema colapsa por la inflación. Y no será esta abundancia de moneda la que producirá el desorden de los precios sino el gasto que la origina. Y aunque la restricción monetaria puede “disfrazarse” con la colocación de bonos de la deuda, esta adquirirá una dinámica propia hasta producir escenarios como el de U.S.A. o el de los países europeos donde se sabe cómo se entra pero no como se sale y menos cuando hay que pagar la deuda más sus intereses. La experiencia argentina fue muy dolorosa a este respecto.

Al llegar a este momento se discute la deuda y como enfrentarla, “si se entra en default o se patea la pelota para adelante” pero no sobre el gasto y como reducirlo, porque hay allí intereses políticos difíciles de considerar. Debido a su posición de preeminencia en el mundo, U.S.A. ha bajado el monto de su deuda con emisión al comprar la FED bonos del Tesoro con una impresionante expansión de pagos, sin producir inflación ni subir la tasa de interés. Ha sido mucho más inteligente que haber aumentado los impuestos. Claro está que frente a la magnitud de las cifras, (el 1 y 2 SQ) (4), no movieron el amperímetro y no se puede seguir con esa dinámica ni recomendarla a otro país, sencillamente porque la gente demanda dólares y compra Bonos al 3% anual a diez años. Es decir una solución de “patas cortas” y solo para Norteamérica en muy pequeñas dosis.

Pero en el Capitolio el tema fue discutido y a mi juicio acertadamente ya que con una visión de largo plazo, es apoyable la baja del Gasto Público y no la suba de los impuestos. Krugman se opone a esta receta alegando que empeorará el clima recesivo y aboga por el aumento del Gasto con un enfoque keynesiano. Está equivocado. Hoy la expansión del gasto no tendría los mismos efectos multiplicadores que años atrás, porque el público está temeroso por su futuro y agraviado por las pérdidas patrimoniales que la crisis le ocasionó. Tal vez, no veamos a los americanos gastar como lo hacían hasta hace cinco años por al menos dos décadas. Volverán a la cultura de la austeridad que nació en la crisis de 1929 y terminó en los años sesentas.

Es cierto que la economía no crecerá como debiera, pero bajando el gasto público se liberarán recursos para la actividad privada sin el costo adicional de aumentar el financiamiento. Será un largo período de acostumbramiento a la austeridad. Lo verdaderamente inteligente es que los costos se repartan con equidad. Se dice y se dice bien que no hay fiesta que no se pague y ahora ha llegado el momento. La vista hay que alzarla al oriente y a los países del BRIC, que es adonde se desplazará el centro de gravedad económico del planeta. Y como colorarlo, esta es una muy buena lección para aquellos que confían que el Estado todo lo puede y que se pueden dilapidar los recursos de la sociedad por su intermedio aún considerándose los árbitros del mundo moderno y cultores exclusivos de la democracia. Un fin loable, pero no a cualquier costo.
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(1) Tal el nombre del jefe del Departamento de Economía del F.M.I.
(2) Citado por A. Ribas en “Informe sobre la Economía Mundial” Bs. As. Abril 2011
(3) Técnicamente, las diferentes propensiones marginales a gastar del GP que es mayor que la de los contribuyentes.
(4) Son las dos inyecciones de medios de pago implementadas

Publicado por:
http://www.informadorpublico.com/Cuello.html

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