Juan Guerrero 18 de septiembre de 2022
@camilodeasis
Mi
apreciado amigo Álvaro me responde un tuit para precisar que los personajes de
fábula al fin y al cabo pueden representarse con otras características, incluso
con rasgos asiáticos, africanos y color de piel distinta, como el caso de la
Sirenita, Pinocho y tantos otros. Esto es precisamente lo que por estos años
estamos viviendo o padeciendo, en eso llamado la ‘visibilización de las
minorías’.
Bajo esa interpretación la industria del entretenimiento y otras más, dan entrada a personajes de la fábula universal en la asexualidad o la pansexualidad, además de re-construir personajes con rasgos, color, sexo, virtudes y creencias religiosas, incluso opuestas a aquellos que fueron concebidos por sus creadores originales.
Estas
nuevas formas de reinterpretación de personajes universales
están creando en los niños y jóvenes formas diferentes de
conocimiento, tanto de la literatura como, obviamente, de la
historia. Todo ello, indudablemente, trae otra interpretación de la
realidad y con ello la modificación del lenguaje, valores, principios y
tradiciones culturales.
Se
quiera o no, esta neo realidad es una presencia que se ha instalado, tanto en
los medios de comunicación masivos, redes sociales, como en las aulas
educativas. En principio no creo que ello sea nocivo o negativo en la difusión,
por asimilación directa y afectiva, de la literatura fabulada y sus
personajes universales. Lo pernicioso y peligroso pareciera ser cuando ello
toca las zonas que tienen que ver con los intereses religiosos o políticos, y,
sobremanera, en la psicología y tradiciones de una sociedad.
El
advenimiento de las ‘grandes minorías’ que se han escudado detrás de
los personajes de la historia de la literatura fabulada o
fantástica, tiene hoy sus rasgos estratégicos que les han permitido
derrumbar la férrea concepción, por ejemplo, de la heterosexualidad como
paradigma cultural universal.
Así,
las minorías sexuales con su disfraz de progresismo ha irrumpido en las narices
de sociedades envejecidas donde el poder se ha anquilosado,
derrumbando creencias seculares y estableciendo nuevas formas de pensamiento,
transformadas en leyes y normas, que se ven ahora como el nuevo poder. Vivimos
en tiempos donde una persona nacida como mujer, por
ejemplo, se trans-forma en hombre, y, teniendo como pareja
a un hombre, que a su vez se ha trans-formado en mujer, cumple su
ciclo de embarazo. En estas circunstancias el reflejo de la realidad animada en
nuevas experiencias fílmicas, busca representa o adecuar aquellos personajes
que por décadas fueron grandes arquetipos para las sociedades, en
estas nuevas experiencias.
Las
generaciones de las últimas tres décadas han consolidado una nueva manera de
pensamiento cifrado en una libertad, democracia y sentido de la vida, sobre
bases que intentan solidificarse en las estrategias de aceptación de estas
y otras minorías. La ‘tolerancia’ y aceptación del Otro diferente es
piedra angular de este pensamiento que asume en política la estrategia del
populismo progresista como bandera que arropa todo aquello opuesto a lo
socialmente aceptado. Movimientos ecológicos, sexuales, políticos,
artísticos, de creencias o nueva era, se ven representados por las gigantescas
corporaciones de la tecnología de las comunicaciones que explotan el
fanatismo de quienes comulgan en las filas de estas grandes minorías.
En
estas circunstancias las viejas mayorías sociales, empequeñecidas por la
realidad virtual y la pantalla comunicacional, toman distancia de este asalto
al poder, sea por la introducción de estructuras legales o, de hecho,
en las turbas que incendian iglesias, derriban estatuas o simplemente, desnudan
su humanidad y muestran sus traseros.
La
readaptación de las obras clásicas de la literatura dirigida a niños y jóvenes
está ahora sirviendo como punta de lanza para identificar una nueva generación
de seres asexuados, trans-genéricos, adeptos a las nuevas creencias
progresistas/populistas, con otros valores y principios, que han aprendido a
conocer la literatura clásica y sus personajes universales desde sus propios
valores.
Todo
ello trae otra narrativa o reinterpretación de la literatura fabulada y de la
misma historia y cultura. Esto está cambiando hasta el mismo lenguaje en todas
las sociedades, unas más adelantadas que otras. El dinamismo que representa es
el sello impuesto por una generación que está desafiando a Dios y al Demonio.
Creo
que de seguir como vamos en pocas décadas asistiremos al advenimiento de nuevos
dioses, nuevos ángeles y demonios, entremezclados en su
pansexualismo, gritando su histeria a los cuatro vientos, sin otra máscara
que aquella descubierta en la agitación de una vida
experimentada con sobresaltos.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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