Ángel Lombardi Lombardi 18 de septiembre de 2022
Dicho
así es un concepto abstracto que hay que convertirlo en una posibilidad real y
ello es tarea de la político y los políticos y las llamadas «élites» y de la
propia gente convencida o que hay que convencer. Es un ejercicio de lucidez y
realismo. En 23 años ni el régimen ha podido «eliminar» a la oposición ni esta
ha logrado derrotar al régimen. De parte y parte se ha hecho de todo, el
régimen autoritario ha utilizado a discreción el sistema de la «zanahoria y el
garrote». A unos «negocios e impunidad» y al enemigo amenazas de todo tipo,
terror judicial y policial, chantaje, prisión, exilio, represión, etc.
Y la oposición o parte de ella lo ha intentado todo o casi todo: huelga ganadera, paro petrolero, golpe de estado, protestas de calle, la vía electoral, la abstención, el gobierno paralelo y hasta la ilusoria «invasión del imperio» pero también el diálogo y la negociación. Todo lo anterior indica que de parte y parte se ha puesto el máximo empeño en sacar del juego «al adversario-enemigo», mientras el país se arruina y la gente se va y los que se quedan no ven salida como cambiar esta agonía nacional o cómo encontrar una salida política.
A
veces lo complejo se resuelve en lo simple y se me ocurre pensar que la mejor
solución es la electoral, volver al principio de la soberanía popular y
ciudadana. Que la gente decida. Pero no hay confianza suficiente ni en el
gobierno ni en el CNE y esto es vital. Si analizamos otras transiciones, como
por ejemplo las de España y Chile, aparte de negociaciones públicas y secretas,
las fuerzas armadas jugaron un papel decisivo en ambos casos, simplemente se
apegaron a la Constitución y se declararon «neutrales» y garantes de los
resultados electorales reales.
No es
fácil que suceda con el compromiso militante de las últimas cúpulas militares
que ha tenido la institución, pero si estudiamos la evolución de las fuerzas
armadas venezolanas en los últimos cien años estas pasaron de montoneras y
peonadas de «chopo y machete» a oficiales de carrera y técnicos y
profesionales.
Unas
fuerzas armadas profesionales de formación y convicción democrática progresiva.
En 1936 apoyaron a López Contreras, oficial gomecista pero «leído e
inteligente» frente al «otro Gómez» bárbaro, Eustoquio en 1945, apoyaron la
llamada «revolución de Octubre, el sufragio universal en 1947 y 1948 las
primeras elecciones populares para elegir a Rómulo Gallegos.
Igualmente
en 1958 fueron decisivas para el cambio político que permitió el periodo más
luminoso de la democracia en Venezuela y en 1998 garantizaron el triunfo de
Chávez por la vía electoral y eso es lo que se quiere en esta coyuntura de
cambio político por la vía electoral, un nuevo compromiso institucional de las
fuerzas armadas con la democracia y el progreso del país y el bienestar de la
gente.
Nada
más y nada menos. Volver a ser un país normal, de convivencia y discusión. Un
país político de adversarios y no enemigos. El «chavismo es real» pero también
la oposición es real. Me gustaría pensar que las fuerzas armadas entiendan que
ellas forman parte del país-nacional y no del país parcializado y dividido. Que
ellas nos deben representar a todos, garantizar la unidad de la Nación y su
Soberanía y no otra cosa está dicho en la Constitución.
Ángel
Lombardi Lombardi
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