Julio Castillo Sagarzazu 07 de diciembre de 2022
Quizás,
la más trascendente de todas las negociaciones diplomáticas de la historia, fue
la que culminó con el Pacto de Múnich, suscrito en septiembre de 1938. En este
tratado, los futuros aliados entregaron los Sudetes Checoeslovacos a Hitler
(sin la anuencia del gobierno de ese país) con la idea de que eso «apaciguaría»
al dictador y evitaría una guerra en Europa. Es conocida la reacción de
Churchill al declarar que aquello había sido un error. Su respuesta fue
lapidaria: «tendrán la humillación y tendrán también la guerra».
No obstante, Churchill en realidad no estuvo nunca en contra de intentar evitar el conflicto. Años más tarde, declararía que aquella guerra pudo ser evitada si se hubiese respondido con contundencia la ocupación germana de la orilla oeste del Rin, violando el Tratado de Versalles. Se expreso así, pues sabía que el Alto Mando alemán estaba en contra de la operación por inoportuna. Los altos oficiales, incluso llegaron a darle un ultimátum a Hitler. Al final, llegaron a un compromiso: Si un solo soldado francés se movilizaba, se retirarían inmediatamente. Como se sabe, ningún soldado francés se movilizó y el Führer conoció un fortalecimiento popular que fue definitivo.
También
escribió en sus memorias que estuvo a punto de reunirse con el propio Hitler y
que la reunión no se realizó porque éste ultimo la canceló en protesta por unas
declaraciones suyas criticando el trato que se daba a los judíos en Alemania.
Igualmente,
mientras los bombardeos a Inglaterra amenazaban con destruir sus principales
ciudades y los primos norteamericanos volteaban para otro lado, llegó a decir
en su gabinete de guerra que habría que pactar con Alemania, aunque ello
significara entregar a Gibraltar y la Isla de Malta.
Quizás
las lecciones más importantes de todo este proceso puedan resumirse así:
1. Si hay
un conflicto y se quiere una salida no traumática se debe negociar. No es
verdad que con cierta gente no se negocia. Siempre se puede hacer y, sobre
todo, se debe, con quien tiene capacidad de empeorar las cosas.
2. Tienes
que saber con quién negocias, cuál es su talante y tener presente que pueden
incumplir lo acordado o que pueden que estén sentados de mala fe.
3. Las
negociaciones hay que juzgarlas por sus resultados finales. Es importante tener
claro que toda negociación implica un proceso, sobre todo, si es así que se ha
acordado.
4. Es
necesario, también, reconocer que si las partes se han sentado es porque no
pueden resolver los problemas planteados a partir de sus propias fuerzas.
En el
caso concreto de la negociación que se ha retomado en México, es importante
señalar que este último aspecto es sumamente relevante.
Efectivamente,
la crisis política en Venezuela, con todas sus consecuencias, ha llegado a un
punto en el que, ninguna de las partes pueda imponerle a la otra, su
«solución», sin consecuencias catastróficas.
Al
respecto, pareciera importante analizar cómo ha llegado Maduro a esta
negociación:
Maduro
llega a México en medio de una situación geopolítica mundial que podría
empeorar para él. El estancamiento de Putin en Ucrania; el fortalecimiento de
la OTAN; la no incondicionalidad de China, la India y Turquía con la aventura
rusa, son buenas razones para pensar que sus aliados naturales tienen cosas más
importantes en que ocuparse antes que apoyar un régimen que vota en solitario
en la ONU con Corea del Norte, Cuba y Nicaragua. Por otro lado, en el circo de
las victorias progresistas de América Latina, le han crecido varios enanos
críticos como Boric; Arce que ni lo menciona; Petro que lo presiona a negociar;
Fernández cercado y con Cristina con un pie en la cárcel, no son
definitivamente, buenas noticias que él se esperaba.
Si
volteamos la mirada a la situación interna, es evidente que la burbuja del
«esto se arregló», está espichándose a una velocidad superior a la prevista.
Esta semana, se ha conocido que la asociación que agrupa a los supermercados,
anuncia que, el ticket por cliente y por compra, bajo casi un 50%. Las familias
gastan casi la mitad menos en comida. Los bodegones y los restaurantes en las
alturas siguen, pero para un sector, cada vez más pequeño de la población.
Por
añadidura, las cosas en el PSUV, no pintan bien. Sus disputas internas y
públicas son vox populi y no parece que van a mejor, sino a peor.
La
oposición, avanza hacia unas primarias y Miraflores se prepara para «rankear» a
los que les son más cómodos y potables.
Estas
y muchas otras razones, es lo que les ha hecho pasar del: «No habrá México si
no liberan a Saab; no habrá México si no liberan el avión de Conviasa o, no
habrá México si no van los opositores que nosotros queremos, que vayan a
sentarse en México.
El
próximo capítulo de la saga es: No habrá acuerdo, ni elecciones libres, si no
nos quitan todas las sanciones.
De
manera que la partida «bonita» pareciera que aún no se ha jugado.
Es
verdad que, a pesar de este marco aparentemente favorable, las cosas no están
para lanzar el sombrero al aire. En la oposición, es bien sabido, no hay puntos
de vista comunes en todo, ni siquiera en la delegación que discute en México.
No
obstante, el deber de todo demócrata debía ser presionar para que, de esa mesa,
salga el compromiso de unas elecciones libres que pongan fin a la crisis. Es,
en ese sentido que acaban de manifestarse, los principales aliados de las
fuerzas democráticas venezolanas. Canadá, la UE, USA, y el Reino Unido.
Si
llegáramos a ser incapaces de ponernos de acuerdo al interior de la oposición o
si no logramos tener fuerzas para imponer un razonable acuerdo, no quedara más
remedio que recomenzar y decir claro a los venezolanos que nos esperan:
«sangre, sudor y lágrimas».
Por lo
pronto, como dice Yogui Berra, «el juego no se acaba, hasta que no se termina»
Amanecerá
y veremos…
Julio
Castillo Sagarzazu
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