Páginas

viernes, 18 de noviembre de 2022

Apostando a las nuevas generaciones / Fernando Pereira @cecodap @fernanpereirav

 


El 20 de noviembre se conmemoran 33 años de la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño por parte de la Organización de las Naciones Unidas. Hace 100 años, en la década de 1920, a alguien se le ocurrió que era injusto que los niños fueran explotados como fuerza de trabajo más barata y a la cual se le podía exigir más sin posibilidad de hacer ningún reclamo.

Tuvieron que pasar 70 años para que la comunidad internacional se planteara que los niños debían ser tratados con dignidad. Finalmente, en 1989, se aprobó este tratado de derechos de la niñez que reconoce que los niños y adolescentes tienen derechos humanos. Se dice fácil. Es el tratado más ratificado en la historia de Naciones Unidas, pero costó diez años de discusiones llegar al consenso en la redacción de sus 54 artículos.

Allí se reconocen los derechos más obvios (vida, salud, educación) hasta los más controvertidos: libertad personal, de conciencia, religión; participación en todo lo que le afecta; debido proceso en causas judiciales. Hay que destacar que fue el primer instrumento que incorporó el abanico de derecho internacional (civiles, culturales, económicos, políticos y sociales) así como aspectos de la legislación humanitaria.


“El papel aguanta todo”


A pesar de haber transcurrido más de tres décadas las condiciones de vida de millones de niños, niñas y adolescentes en todo el mundo no han mejorado; incluso se han deteriorado por el aumento de la pobreza y desigualdad, la restricción de libertades, conflictos étnicos, guerras y la crisis ambiental generada por el cambio climático.

La mayoría de los Estados han justificando el incumplimiento de sus obligaciones debido a factores económicos, sociales, ambientales que no pueden controlar; por lo que los niños siguen siendo relegados a los últimos de la fila pues no votan y no generan presión política.

Los mecanismos para la exigibilidad y seguimiento de los derechos humanos previstos en la propia Convención, se han ido debilitando por la omisión de los propios Estados que han mostrado no estar interesados en fortalecer el sistema internacional de derechos humanos.


¿Y en Venezuela?


Basta con ver las noticias de los últimos meses para constatar la cantidad de casos de agresiones y violencia física y sexual en algunas escuelas en las diferentes regiones del país. Desde distintos sectores se han hecho llamados para que se pare lo que pareciera ser una ola de indolencia hacia los niños.

No podemos decir que es una situación nueva, los efectos de la emergencia humanitaria compleja y del confinamiento, dejaron como resultado una institucionalidad precaria para la atención de los casos. La problemática social fue en aumento y la capacidad de respuesta de organismo y programas de atención a la niñez se fue deteriorando.

La violencia no es el único aspecto que afecta a la niñez en el presente. La Encovi 2022 reveló que un millón 500 mil niños y niñas están fuera del sistema educativo. Hoy asistimos a una brecha educativa que se ha ido ensanchando en detrimento en la mayoría de la población.

Los efectos de la migración todavía están presentes en miles de niños “dejados atrás” por sus padres, los niños y adolescentes que migraron sin compañía.

El aumento de la malnutrición y desnutrición es otro de los aspectos que más condiciona el desarrollo de las nuevas generaciones.

El impacto del cambio ambiental que se traduce en lluvias, inundaciones, sequías pone en riesgo, como nunca antes, la vida de los niños, niñas y adolescentes del país.


Generación resiliente

”Los niños, niñas y adolescentes tenemos opiniones muy similares a los adultos y podemos aportar soluciones para mejorar la situación actual de nuestro país. Lo que ocurre es que en la mayoría de las oportunidades no somos escuchados ni valorados. La crisis de Venezuela, cada vez se vuelve más compleja en los aspectos económicos, sociales, afectando a todos sus habitantes sin importar la edad, religión o tendencia política. Pero a pesar de todo, esta situación nos ha convertido en grandes luchadores porque ante las adversidades siempre hemos buscado soluciones. Yo apuesto a que mi país salga de esta crisis por eso he decidido dar lo mejor de mí cada día porque el cambio comienza con el aporte que cada venezolano y venezolana pueda realizar”. Estas palabras son de la adolescente Anabella Lorenzo con 12 años.

Hoy, más que nunca, la esperanza está en manos de los propios niños, niñas y adolescentes de Venezuela.

https://efectococuyo.com/opinion/apostando-a-las-nuevas-generaciones/

http://aperturaven.blogspot.com/p/contactanos.html?m=1


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico