Oscar Arnal 12 de noviembre de 2022
El
mundo se debate entre las democracias y las autocracias. Si retrocedemos apenas
doscientos años en la historia de la humanidad las democracias eran la
excepción. Antes y después de Cristo y hasta la época de la ilustración las
monarquías absolutistas gobernaron el mundo.
Los reyes eran los representantes de Dios en la tierra y eran los soberanos. Entre las grandes obras que destacaron el absolutismo monárquico estuvieron «El Príncipe» de Nicolás Maquiavelo y «El Leviatán» de Tomás Hobbes. Para Maquiavelo «el fin justifica los medios» y se trata de llegar al poder y ejercer el poder por el poder mismo y sin contemplaciones. Hobbes señaló que «el hombre es el lobo del hombre» y que para evitar la anarquía y la guerra civil y permanente hace falta un poder sin límites.
Atenuando
lo anterior aparece Bossuet con «La política sacada de la Santa Escritura».
Aquí el monarca debía regirse por los principios bíblicos para tener
legitimidad. Lo sucedieron los filósofos de La Ilustración Locke, Rosseau y
Montesquieu, quienes descartaron el derecho divino de los reyes y explicaron
que el poder necesita de un poder igual de fuerte para frenar los abusos. Es el
llamado balance de poderes, en inglés llamado «checks and balance».
A este
tiempo le sucedió la revolución industrial, que a pesar del gran avance
científico que supuso trajo muchas injusticias y el trabajo forzado de niños,
adolescentes y mujeres. Apareció como consecuencia el Marxismo, que creó una
utopía irracional. Marx se equivocó al vislumbrar que los pobres serían cada
vez más y además más pobres. Con la aparición de las clases medias y con el
gran número de pobres que cada día salen de la pobreza en el mundo se derrumbó
la tesis de la implosión de la sociedad capitalista.
El
marxismo que dominó dos tercios de la humanidad con China y la URSS, trajo
atraso, hambrunas, violaciones a los derechos humanos y tiranías incluso
nepóticas como la de Corea del Norte. Con la caída del muro de Berlín y el fin
de la Unión Soviética, muchos países volvieron su mirada al modelo de las
democracias liberales, lideradas por EEUU y Europa occidental. En Latinoamérica
tuvimos un continente donde la democracia no fue la regla. Sin embargo, las
dictaduras militares fueron cayendo y hoy con algunas excepciones que nos tocan
de manera directa, la soberanía popular y las elecciones tienen más fuerza en
la región que nunca antes.
Hay diversos
índices que miden el estado de la democracia a nivel mundial. El de la revista
The Economist (el índice 2021) habla de alrededor de 20 democracias plenas y 54
democracias imperfectas, sumando 74 democracias a nivel mundial. El resto de
los países, la mayoría, viven regímenes autoritarios híbridos, dictaduras o
tiranías propiamente dichas, entre las que no somos la excepción.
Preocupa
que en los últimos lustros China con un régimen comunista y dictatorial haya
prosperado tanto en lo económico, situándose como la segunda economía mundial.
También que para el 2100 de los diez países más poblados 5 van a ser de África
con lo cual entre Asia (40%) (con India y China) y África (40%) van a sumar en
partes iguales 80% de la población total. Mientras tanto, los mususlmanes van a
desplazar a los cristianos en número y van a tener una gran influencia en
Europa, que no va a sumar ni siquiera 10% de la población mundial.
La
democracia en el globo vive un tiempo difícil, los autócratas y los populistas
tratarán de acabarla. El reto es defenderla y que los valores de la libertad y
el respeto a la eminente dignidad de la persona humana y los derechos humanos
prevalezcan. Hoy la lucha no es entre izquierdas y derechas o entre comunismo y
liberalismo, es entre democracias y autocracias.
Oscar
Arnal
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