Estamos en 2022 y desde hace unos 15 años, los avances tecnológicos le han permitido a la humanidad unos mecanismos de comunicación donde fluye la información de manera instantánea y por tantas plataformas, como ninguna civilización conocida del pasado, ha disfrutado. Eso está impactando nuestras vidas de diversas maneras y una de las más importantes y que se relaciona con nuestra cotidianidad, es en el ámbito de la política. La ciudadanía se relaciona con los líderes políticos de una manera diferente por lo que, hacer política como se hacía hace 10 o 15 años, dificulta severamente la interrelación y el retorno entre la población y el líder.
Para ser popular hoy en día no basta ir a un programa de televisión regularmente, no basta dar declaraciones ante los medios de comunicación tradicionales o de nuevo formato y menos aún, girar por todo el territorio que comprenda el cargo al cual se aspira salir electo. Hoy hemos dado un verdadero salto cuántico en el ejercicio de la comunicación política y ya no existe un centro de gravedad donde se concentraban las temáticas y la atención ciudadana sino una multiplicidad de sistemas propios conformados por grupos con atmosferas comunicacionales abiertas, semi-abiertas o casi cerradas, donde hacer resonar las narrativas políticas requiere de técnicas audaces, estrategia y concentración plena.
La comunicación política de estos tiempos está requiriendo líderes con características propias del mundo del espectáculo y más aún, peculiaridades asociadas a la irreverencia, el lenguaje corporal, la telegenia, el lenguaje oral directo y polarizante, retador, ofensivo, entre otras premisas. Si no se adecuan a los actuales formatos multiplataforma, difícilmente se pueden apalancar en las cambiantes tendencias de la actualidad.
Un candidato ganador puede salir de la nada. Así como puede tener un año o más en campaña, puede surgir enganchándose de una temática particular que esté impactando a la sociedad y en meses, o apenas semanas, puede convertirse en la figura central de la política. Y es importante acotar que no es un tema de edad cronológica. Ya hemos visto recientemente, candidatos cercanos a los 80 años con campañas exitosas y rentables en capacidad de votación. También jóvenes que han roto el liderazgo tradicional pero apoyándose en la comunicación política de las multiplataformas. Hacer política hoy en día requiere de mucha más experticia que hace apenas unos años. Más formación y comprensión de los fenómenos de la comunicación. La piratería y el discurso ambiguo-especulador han dado paso a unas narrativas que disparan sin cesar hasta convertir en enemigo al adversario. Obviamente, no parece nada democrático en enfoque pero es la realidad de las poblaciones objetivo de estos tiempos, sometidas a severos procesos de desinformación y distorsión del ejercicio ciudadano.
Para ser un candidato ganador hay que adaptarse. Hay que consultar con los expertos y hay que adecuarse al rol público demandado por los `prosumidores´. Cuando Carlos Matus decía que el líder estaba en una “jaula de cristal” nunca imaginó que los líderes del futuro ni siquiera tendrían cristal para desmarcarse de la opinión pública. Llegó el futuro en el ejercicio de la política.
https://efectococuyo.com/opinion/quiero-ser-un-candidato-ganador/
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