Ismael Pérez Vigil 05 de noviembre de 2022
@Ismael_Perez
“¡Ay!
¡Ay! ¡Utopía, que alumbras los candiles del nuevo día!”.
Joan
Manuel Serrat
Esta
tan adormecido el mundo de la política opositora, que es el mundo de la
política que realmente me interesa, que hoy me permito, con la venia de quienes
me leen, referirme a un tema, igualmente político, pero un tanto más personal.
Da pie
a esta nota algunos comentarios y críticas a mi artículo de la semana
pasada, −¿Facil,2024?: https://bit.ly/3SSfq7U−,
pues a varias personas sorprendió y les lució un tanto pesimista. Para nada, no
estoy en absoluto pesimista; es más, creo que el pesimismo no conduce a nada,
aunque no se vea fácil, ni cerca, una salida a la oprobiosa situación en que
vivimos precisamente por eso, no se puede ser pesimistas.
Las preguntas.
Entre
los comentarios recibidos a mi artículo, están los de un amigo, quien vive en
el exterior y me pregunta, sin “anestesia”, ni ambages: “Personalmente, ¿qué te
emocionaría, entusiasmaría y motivaría, a ti?”. Naturalmente le respondí
−siempre lo hago a quienes me comentan, interpelan o preguntan, aunque sea duramente,
pero en quienes veo intención y deseo de profundizar−, y le aclaré en mi
respuesta que dejaría de lado el tema de la “motivación”, pues creo estar
bastante motivado, aunque lo dosifique; pero otra cosa es eso de qué me
emocionaría y entusiasmaría, que creo tenerlo más claro.
Las
respuestas.
De la
respuesta al interrogante de mi amigo, cualesquiera de las que le
describí, juntas o por separado, me entusiasmarían y emocionarían… por ejemplo:
· Que
salgamos de la elección primaria con un candidato, con potencial de líder, al
que todos consideremos que es un ser humano, como cualquier otro, lleno de
defectos y con algunas virtudes, al que todos le daremos el beneficio de la
duda, de que es capaz, honrado y honesto, para conducir al país a una campaña
exitosa contra el régimen.
· Que
los candidatos derrotados en la elección primaria conformen el Comando de
Campaña del ganador, con el segundo que quedó, presidiéndolo, y que todos se
lancen por el país a hacer campaña por conseguir votos para quien ganó, sin
mezquindad ninguna.
· Que
partidos, oenegés, “opinadores” y ciudadanos politizados, salgamos con el “Plan
País” en la mano, consciente de que no contiene todo lo que nos gustaría,
conscientes, también, que es documento perfectible, pero que puede ser la base
de un programa alternativo para proponer a la gente y entusiasmarla a votar por
el candidato unitario y construir, con base en ese programa imperfecto, un país
diferente.
· Que
todos los partidos y oenegés dedicadas a la política, salgan de la comodidad de
sus teclados y redes sociales a recorrer las calles en los municipios, pueblos,
ciudades y estados en donde cada uno es más fuerte, a entusiasmar a la gente a
votar y convencerla de que es posible derrotar electoralmente al régimen y defender
ese triunfo.
· Ver
que los partidos publican en todas sus redes sociales y por todos sus medios
disponibles, sus programas de formación y de profundización de sus doctrinas,
dirigidos a sus militantes, especialmente a los más jóvenes.
· Que
los partidos −apoyados en las oenegés y en los ciudadanos− convoquen a procesos
internos de selección de sus lideres y autoridades, en todos los niveles de sus
respectivas organizaciones y que veamos surgir de allí algunas caras nuevas y
no solo las mismas que hemos visto en los últimos treinta años, o más.
· Que
la Plataforma Unitaria termine de publicar su reglamento interno de
funcionamiento y de toma de decisiones, para que pueda ser seguida y con
trasparencia la lógica de sus decisiones.
Y así
pudiera seguir, con un interminable listado de ¿utopías?, pero creo que las
señaladas son suficientes.
Alguien
me hizo también la observación de cómo salir de ese “…pesado retraso o
adormecimiento opositor… [ese que] … ve el venezolano común, el hombre de
la calle, el ciudadano acogotado por la crisis…− ”Facil,2024?: https://bit.ly/3SSfq7U − y
esa respuesta es más complicada.
Lo
individual vs lo colectivo.
Sin
adentrarme en complejas doctrinas económicas y consejos sobre políticas
públicas, me sumerjo en cambio en las complicadas aguas filosóficas o
psicológicas y comienzo por una formula simple: Como yo lo veo, la mayoría de
las veces la solución a los problemas no es una respuesta, solamente
individual. Es sin duda individual la decisión de enfrentar algunos problemas y
sin la disposición individual, inicial, es imposible enfrentarse a muchos de
los problemas del país. Pero la individual funciona como respuesta a los
problemas estrictamente personales, de pareja o algunos familiares, no muchos.
Pero, cuando un problema, como el que nos afecta en Venezuela, que es
colectivo, social, que impacta a muchos, a millones, se pretende enfrentar de
una manera individual, el problema difícilmente se resuelve, pues su dimensión
y efectos nos superan individualmente; esa acción en solitario, aparte de
ineficaz, en el mejor de los casos usualmente para lo que sirve es para
tranquilizar la conciencia, pero no para resolver el problema.
Conclusión.
Probablemente
esa concepción de enfrentar y tratar de resolver los problemas sociales y
colectivos de manera individual, se debe a que la formación, la educación, la
capacitación que nos permite enfrentar las cosas, es por lo general también
individual; pero, como ya dije, usualmente, dada su magnitud, importancia y
efectos, la solución de los problemas es colectiva, social y si no los
enfrentamos así, es muy difícil que se resuelvan. A lo mejor nuestro problema
individual lo resolvemos, pero todo lo demás seguirá igual y a la larga se nos
devolverá y nos seguirá afectando; de lo que se trata es de resolver los
problemas del país y de todos, de “nos-otros”.
También
esa manera de encarar las cosas, probablemente, es un resultado de nuestra
formación y educación excesivamente individualista; y quienes tuvieron
formación religiosa, en nuestro país mayormente cristiana, católica, por una
errada concepción de esa religión se exacerbó ese “sentimiento” individualista.
Y, permítanme la digresión, incluso la “salvación” no es un acto individual; la
muerte, que es el paso a ese más allá, preludio de la “salvación, en efecto
usualmente nos sorprende solos, no en soledad, pero si individualmente, de allí
probablemente esa concepción de “salvación individual”, pero, repito, ni
siquiera ese es un acto individual.
Si
queremos salir de esta ignominia, no podemos enfrentarla de manera individual,
requiere del concurso de muchos, de todos. Y de esta manera concluyo y me
disculpo por distraerlos, con un tema que me alejó algo del campo de la
política, del cual usualmente me ocupo.
Ismael
Pérez Vigil
@Ismael_Perez
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