Orlando Viera-Blanco 07 de marzo de 2023
@ovierablanco
“¿Qué sucede si al son del
principio de soberanía y no intervención se escuda un régimen autoritario donde
no existe ni Dios, ni Bolívar, ni nada de nada, capaz “garantizar
universalmente de los DDHH?”
Hemos
sido invitados por la Universidad John Cabot de Roma, para participar en la
ceremonia de apertura de la Conferencia Modelo de NNUU-2023. Honrados de
compartir con una importante comunidad de estudiantes de todo el mundo y sus
profesores, sobre los conceptos de soberanía vs. Libertad y Derechos Humanos
[DDHH].
También
sostuvimos reuniones con autoridades de gobierno y el parlamento Italiano, como
el Dr. Matteo Angioli, de Global Committee for the Rule of Law [Senado
Italiano] y Andrea Onorevole, Secretario de Gobierno del Ministerio de Justicia
de Italia, Partito Fratelli D’Italia. Abogamos por los DDHH, presos
políticos en Venezuela y migrantes en Italia, gracias a los buenos oficios de
activistas venezolanos como Gloria Dautan y Marinellys Tremamunno.A
continuación, parte de nuestro discurso en la Universidad John Cabot de Italia.
El ser antes del ser…
La esencia de los DDHH es el reconocimiento de la otra persona, de su existencia anterior a la mía, que obliga éticamente a valorar esa vida anterior, esa existencia que abre en mi ser, el dominio del lenguaje, la intersubjetividad y el derecho. Es el ser antes del ser…
La universalidad
del hombre en tiempos del liberalismo moderno, no la glorifica el
derecho formal y abstracto. La universalidad del ser humano
precede al derecho, que tutela al hombre-ser, como ser-social. El
verdadero sentido liberal de una democracia moderna y madura es
convertir la justicia en poder coercitivo vigilante de los derechos
particulares del hombre, del ser-pensante, inteligente, racional. El verdadero
manifiesto de la universalidad de los DDHH es hacerlos parte
de nuestra vida, de nuestra costumbre, de nuestra cultura, nuestro
lenguaje, de nuestra expresión más genuina de identidad e intersubjetividad.
No por ser ley sino por ser natural. La sociedad es garante de sus DDHH, no por
acción del estado, de un tratado o una constitución, sino por ser un valor
anterior al derecho, que anteceden la existencia. La autonomía del
individuo sería, según lo apunta Javier García Roca, anterior y
superior a la soberanía de la nación a la que viene a limitar.
Existo
luego legislo…
En Venezuela nuestra Constitución [1999] consagra en su preámbulo, el Estado
democrático y vigilante de los DDHH. “El pueblo de Venezuela, en
ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el
ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y
sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores
de una patria libre y soberana; [asegurará] el derecho a la vida, al trabajo, a
la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin
discriminación ni subordinación alguna; [promoverá]la cooperación pacífica
entre las naciones[…]la integración latinoamericana de acuerdo con el principio
de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e
indivisible de los derechos humanos…” [lo último destacado nuestro].
Volvemos
al conflicto: ¿Qué sucede si al son del principio de soberanía y no
intervención, se ampara un régimen autoritario, donde no existe ni Dios, ni
Bolívar, ni nada de nada, capaz de dar “garantía universal e
indivisible de los derechos humanos”?
El
Artículo 1 de la CBV reza: “La República Bolivariana de Venezuela es
irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus
valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de
Simón Bolívar, el Libertador. Son derechos irrenunciables de la Nación la
independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad
territorial y la autodeterminación nacional”.
Veamos:
Hemos consignado [este mes] ante la Corte Penal Internacional [CPI] el
reordenamiento de 880 incidencias de fuente pública de crímenes de Lesa
Humanidad cometidos en Venezuela entre 2014-2022, demostrando que en Venezuela
no hay justicia que castigue a estos criminales. Entonces, ¿La soberanía es garantía
real de libertad, igualdad, justicia y paz internacional? ¿Dónde
queda la soberanía cuando el ser-ciudadano de una nación
supuestamente protagónica, multiétnica y pluricultural, es
segregado, torturado y desplazado impunemente?
Dice
el Art. 2 de CRBV: “Venezuela se constituye en un-Estado democrático y
social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su
ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la
igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en
general, la preeminencia de los DDHH, la ética y el pluralismo político”.
¿Es la justicia un factor coercitivo de garantía ciudadana? ¿La soberanía
condiciona los DDHH o es al revés? Las conclusiones de la de Comisión
de Determinación de Hechos, la CPI o ACDHNU, lo contradicen.
La
cultura y los DDHH no se decretan…
Curiosamente los derechos intelectuales y de creación están previstos en
el Capítulo VI De los Derechos Culturales y Educativos de la CBV. El
Artículo 98-C establece que, “la creación cultural es libre […]
libertad [que] comprende el derecho a la inversión, producción y divulgación de
la obra creativa, científica, tecnológica y humanística, incluyendo la
protección legal de los derechos del autor o de la autora sobre sus obras.
El Artículo 99-ejusdem, ordena que, “Los valores de la cultura
constituyen un bien irrenunciable del pueblo venezolano y un derecho
fundamental que el Estado fomentará y garantizará, procurando las condiciones,
instrumentos legales, medios y presupuestos necesarios”. El tema es que la
cultura no se decreta. La cultura, los DDHH y la creación, no son un valor
ideológico ni propiedad o disposicion del Estado, sino intrínsecoz, autónomos y
precedentes al Estado mismo. El Estado-soberano no limita o legitima la cultura
y los DDHH. Son los DDHH y la cultura quienes validan la soberanía.
Bernales
Ballesqueros nos habla de la transversalidad de la conversión de los
DDHH, lo cual “significa pensar y actuar en el sentido que los DDHH
son el fundamento ético, moral y objeto mismo de la acción del estado y
prerrequisito para el bienestar de la sociedad.” Pero cuando este
prerrequisito es letra muerta, el enunciado constitucional es quimera.
Si la
democracia no cuenta con un poder judicial independiente garante de los DDHH
que, en vez de procurar su concreción y realización efectiva, es un apéndice de
criminalización política, la convivencia, la paz, la justicia y la felicidad
del pueblo, son sólo oda y poesía. La noción de la soberanía como
poder absoluto e ilimitado, es hoy rechazada por la doctrina política. La
búsqueda del bien común y la soberanía de los derechos personales está por
encima de la vieja concepción del poder territorial dotado de dominación bajo
posturas ideológicas y milicianas.
Debemos
ir más allá de la despersonalización de la soberanía como
valor autónomo y entenderla como valor dependiente de la ley. La humanidad hoy
desconoce todo régimen que represente un estado ajeno a las formas de
cooperación más integras que se conocen en el plano político, jurídico,
económico, social y cultural, como los son los DDHH.
La
esclavitud, la relativización de la dignidad, la raza, la vida o la libertad,
son consecuencia de no anteponer el ser al deber. Por ello cuando se decretó la
abolición de la esclavitud, la humanidad vivió su máxima proliferación. Si los DDHH
son sólo convenios y tratados y no existe una convicción profunda,
sentida, íntima, moral y cultural de la inviolabilidad de los DDHH, el concepto
retrogrado de soberanía y no intervención harán de los DDHH su máxima
relativización, es decir, el mejor aliado del Estado-populista y totalitario.
No
seamos meros objetos del derecho internacional. Seamos sujetos activos, retroactivos
de la vida, de la autonomía y voluntad del estado que vela por el bien común.
Seamos las voces de las víctimas, fuente de inspiración del “jus
cogens,” del derecho de gentes que, por consagrar verdades
fundamentales, por elevar la virtud de los DDHH, escriben la historia de la
conciencia jurídica y ciudadana de los pueblos civilizados.
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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