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lunes, 3 de abril de 2023

Cuarta Revolución Industrial: la educación es el gran reto, por @IESA


Por Ernesto Blanco Martínez

La Cuarta Revolución Industrial impone grandes retos; el mayor de ellos, la capacitación continua. La gente no podrá mantenerse en el mercado de trabajo con los conocimientos adquiridos durante su preparación para la vida profesional; de allí el concepto de aprendizaje para toda la vida. Además de actualización periódica en función de los adelantos tecnológicos, la gente necesitará un conjunto de habilidades —tales como pensamiento crítico, inteligencia emocional y flexibilidad cognitiva— que le permitan adaptarse a la variabilidad del entorno.

Entre 1750 y 2016, aproximadamente, los historiadores y sociólogos han identificado tres revoluciones industriales, períodos caracterizados por profundas transformaciones económicas, sociales y culturales. La Primera Revolución Industrial se ubica entre 1750 y 1840. Como consecuencia de la invención de la máquina de vapor por el escocés James Watt comienza la sustitución del trabajo manual y la tracción animal. La economía pasa del ámbito rural al urbano: surge un nuevo orden económico, social y tecnológico.

Luego, entre 1760 y 1914, el desarrollo de la electricidad, la explotación del petróleo y la adopción de la línea de producción de Ford producen un nuevo período de disrupción tecnológica: la Segunda Revolución Industrial. El telégrafo y el teléfono contribuyen a expandir las comunicaciones e internacionalizar la economía: se produce la llamada primera globalización.

Como consecuencia de los adelantos en ciencia y tecnología arranca, en 1940, la Tercera Revolución Industrial, también llamada de la información. Aparecen las energías renovables y los plásticos, se extiende el uso del automóvil y el avión, la humanidad llega a la luna y se desarrolla la microelectrónica, a partir de la cual se inventan las computadoras, la internet y la tecnología de la información y las comunicaciones; esta última tecnología, a comienzos del siglo XXI, continúa su veloz proceso de desarrollo.

Klauss Schwab, presidente del Foro Económico Mundial, ante el surgimiento de una amplia gama de nuevas tecnologías (internet de las cosas, sistemas ciberfísicos, inteligencia artificial, impresión tridimensional, robótica, cadena de bloques, computación cuántica, nanotecnología y bioingeniería), concluyó que el mundo se encontraba en la Cuarta Revolución Industrial (4RI).[1] Se alcanzó la fusión de los mundos físico, digital y biológico, lo que tiene efectos en la economía, las industrias y los gobiernos, y modifica, en consecuencia, el futuro a corto plazo de los seres humanos.

Una de las características de la 4RI es la velocidad con que cambia la tecnología, una velocidad que la humanidad no había experimentado antes. El período de obsolescencia tecnológica es tan corto que un teléfono inteligente, por ejemplo, es superado en cuestión de meses por nuevos modelos con mejores características y menores precios. Otro ejemplo son los sistemas de administración general de empresas (ERP, por sus siglas en inglés), que están en continua actualización.

La velocidad supersónica con que cambia la tecnología dinamiza la economía. Ocurren más transacciones de compraventa y las empresas, para preservar su competitividad, necesitan mantenerse actualizadas tecnológicamente. Esto requiere inversiones que necesitan el apoyo de sistemas financieros locales e internacionales. Además, el manejo de macrodatos (big data), la inteligencia artificial, la robótica, el internet de las cosas y el desarrollo de computadoras con mayor capacidad de procesamiento han permitido ofrecer servicios que inciden positivamente en la calidad de vida de la gente.

Estas tecnologías son responsables del comercio y la banca electrónica, los servicios de telefonía celular, los sistemas de navegación GPS, el diagnóstico de enfermedades, la realidad virtual en la enseñanza, los sistemas de pronóstico meteorológico y un largo etcétera. Ahora bien, estos adelantos y su velocidad de cambio amenazan la preservación de los empleos de los trabajadores; por un lado, pueden ser sustituidos por robots y, por el otro, en la medida en que cambian los requisitos tecnológicos de los sectores industriales, cambian las habilidades necesarias para desempeñarse.

Señales de los mercados laborales

Gradualmente, el ser humano está siendo sustituido por la tecnología. Por ejemplo, en 2016 la compañía de seguros japonesa Fukoku Mutual Life Insurance decidió reemplazar a 34 trabajadores de reclamos de seguros por la tecnología IBM Watson Explorer. La herramienta analiza registros hospitalarios, lesiones por factorización, historias médicas del paciente, procedimientos administrados y otros documentos para determinar los pagos de seguro, lo que ayudará al resto de los trabadores a dinamizar su trabajo.[2] Como consecuencia de la transición digital de las entidades bancarias más importantes de México, en 2018 se reportó la rescisión de al menos 4.000 contratos de trabajo. Un fenómeno parecido ocurrió en España, donde se registraron 80.000 despidos, entre jubilaciones anticipadas y finiquitos voluntarios o no, desde 2007. En todo el Viejo Continente, entre 2008 y 2014, el número de empleados de entidades financieras se contrajo en casi 400.000 personas.[3]

Otros ejemplos son los de McDonald’s y la BBC. La empresa de comida rápida anunció el reemplazo de los empleados de McAuto con máquinas inteligentes, capaces de hablar con los conductores, leer matrículas y anticiparse a los deseos de sus clientes.[4] Por su parte, la organización de radiodifusión y televisión más antigua del mundo anunció el despido de mil empleados como consecuencia de los procesos de transformación digital. Se cerrarán los canales por cable, para crear un único canal de noticias de TV de 24/7 para el Reino Unido y el extranjero.[5]

Este fenómeno ha sido estudiado por organizaciones como el Foro Económico Mundial y la empresa consultora McKinsey, cuyos estudios globales muestran una tendencia que está en marcha y que, en los años por venir, se intensificará. Según el Foro Económico Mundial, en cinco años se perderían más de cinco millones de empleos en el mundo, debido a cambios disruptivos en el mercado laboral, dos tercios en trabajos de oficina y administración. Pero también calculó que se ganarían unos dos millones de empleos, concentrados en varias familias de trabajos. No obstante, el balance es negativo.[6]

Otro cálculo interesante lo hizo McKinsey en 2017. En el estudio participaron 46 países, entre ellos China, India, Japón, Estados Unidos y toda Europa. Alrededor del treinta por ciento de las tareas, del sesenta por ciento de las ocupaciones existentes, podrían ser digitalizarse, incluidas la de mano de obra calificada como abogados, contadores y analistas financieros. En los países estudiados, la automatización podría sustituir unos 1.100 millones de trabajadores para el año 2030. Asimismo, la empresa Deloitte considera que, para 2020, el doce por ciento de las compañías del mundo utilizaban máquinas de inteligencia artificial en vez de trabajadores.[7]

¿Qué se puede hacer ante este panorama de amenazas a la estabilidad laboral? Existen muchas iniciativas para enfrentar esta situación. Como ocurrió en la Primera Revolución Industrial, la primera sería reconvertir a los trabajadores para que adquieran las competencias requeridas en la era que comienza. Pero la velocidad de los cambios tecnológicos es tan alta que las habilidades aprendidas hoy muy pronto caerán en obsolescencia. El progreso de la tecnología traerá constantemente consigo nuevos oficios. El Foro Económico Mundial calcula que el 65 por ciento de los niños que ingresan a la escuela primaria hoy terminarán desempeñando trabajos que aún no existen. Esta predicción indica que el aprendizaje no podrá ser estático, como lo ha sido hasta ahora, sino dinámico. Los seres humanos estarán obligados a capacitarse permanentemente. Este nuevo ritmo de aprendizaje ha sido llamado «aprendizaje para toda la vida». Según este concepto, cada persona debe mantenerse actualizada para ser competitiva en el cambiante mercado de trabajo de la 4RI.

Habilidades requeridas para la Cuarta Revolución Industrial

Alvin Toffler, escritor y futurista estadounidense, dijo en su famosa obra El shock del futuro: «Los analfabetos del siglo 21 no serán aquellos que no pueden leer y escribir, sino aquellos que no pueden aprender, desaprender y reaprender».[8]

Las visionarias palabras de Toffler confirman la necesidad presente y futura de aprender constantemente para enfrentar la velocidad de cambio del entorno en la 4RI. La bibliografía especializada advierte que, para trabajar en esta era, la gente necesitará un conjunto de habilidades diferentes de las requeridas en la Tercera Revolución Industrial, cuando la tecnología de la información era clave.

En la era de la fusión de lo físico, lo biológico y lo digital, las personas necesitan alfabetizarse tecnológicamente. Necesitan aprender habilidades para entender macrodatos e inteligencia artificial, entre otras cosas. La tendencia en el mundo desarrollado es preparar a las personas en profesiones relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemática (STEM, por sus siglas en inglés).

También es necesario adquirir habilidades llamadas «blandas», que permitirán el aprendizaje continuo o para toda la vida, pues ayudarán a enfrentar la variabilidad del entorno tecnológico de la 4RI; por ejemplo, pensar imaginativamente, resolver problemas complejos y adaptarse a circunstancias cambiantes. Este tipo de habilidades incluye pensamiento crítico, gestión de personas, inteligencia emocional, negociación, flexibilidad cognitiva y gestión del conocimiento. No menos importantes son habilidades como trabajo en equipo, escucha activa, presentación y persuasión, comunicación y colaboración, aprendizaje contextual y alfabetización mediática.

Al visualizar la cantidad de habilidades que se recomienda aprender para enfrentar la 4RI, es lógico pensar que no se pueden adquirir de la noche a la mañana. El proceso de aprendizaje debe empezar en la niñez y continuar en todos los niveles de educación, desde la primaria hasta la universidad y más allá. ¿Cómo llevar a cabo esta gran tarea? La mejor manera de contestar esta pregunta es observar lo que hacen actualmente algunos países.

Indonesia y Malasia: dos casos de éxito

Los desafíos de la educación primaria en la era de la revolución industrial 4.0 requieren escuelas que formen a los niños para enfrentar el rápido desarrollo de la tecnología y, al mismo tiempo, facilitar el proceso de aprendizaje. Las acciones que se emprendan hoy darán como resultado, a largo plazo, una generación de colaboradores tecnológicamente alfabetizados, capaces de dominar la tecnología que aparezca en el nuevo entorno y, por lo tanto, de competir en el mercado de trabajo global y contribuir a la competitividad de sus empresas.[9]

En la era industrial 4.0 se espera que el proceso de aprendizaje brinde más oportunidades para que los estudiantes sean creativos, resuelvan problemas, optimicen sus habilidades de alfabetización y aritmética, colaboración y pensamiento crítico. Para esto, los docentes deben estar preparados para servir como tutores o facilitadores durante las labores de enseñanza. Si se quiere formar personas capaces de aprender de forma autónoma y continua, el proceso de enseñanza no puede seguir teniendo al maestro como elemento central: el centro del proceso debe ser el estudiante.

Indonesia: plan estratégico para la reforma de la educación

En 2019 se publicaron las recomendaciones que el Instituto de Tecnología Sepuluh Nopember, en Indonesia, hizo al gobierno de ese país para apoyar la formulación del plan estratégico Making Indonesia 4.0. Las recomendaciones se referían al diseño de un currículo para la formación de los indonesios que incluyera la enseñanza de los siguientes temas estratégicos: emprendimiento digital, educación a distancia, infraestructura de tecnología de la información y las comunicaciones o servicios electrónicos en campus inteligentes, aprendizaje a lo largo de la vida, red global académica, investigación e innovación, internet de las cosas, macrodatos, inteligencia artificial, construcción de personajes 4.0, industria docente, alineación con la industria y las necesidades públicas, y entorno adaptativo.[10]

Dos años después, en 2021, el gobierno de Indonesia publicó ese plan estratégico. La parte dedicada a la educación enfatiza que los maestros de primaria deben estar capacitados para facilitar los procesos de alfabetización, en términos de manejo de datos, tecnología y humanismo o recursos humanos. El plan especifica que las prácticas docentes deben lograr que los niños de primaria aprendan a:

Comprender el manejo de datos cualitativos y cuantitativos, además de cómo levantar la información para producirlos.

Manejar la internet y sistemas de seguridad cibernéticos.

Desarrollar habilidades humanas, tales como comunicación y uso de idiomas extranjeros, sin abandonar su idioma natal.

El plan anticipa que el aprendizaje en estas tres áreas hará que la educación en Indonesia, especialmente en las escuelas primarias, responda a los desafíos de la era de la 4RI. Adicionalmente, plantea la necesidad de desarrollar habilidades blandas que prepararen a los estudiantes para enfrentar la variabilidad del entorno de la nueva era. Desde la niñez, los estudiantes deben prepararse para el aprendizaje para toda la vida, mediante la adquisición de las siguientes habilidades:

Pensamiento crítico y solución de problemas.

Comunicación y colaboración.

Creatividad e innovación.

Tecnología de la información y comunicaciones.

Aprendizaje contextual.

Manejo de información mediática.

Estas competencias pueden aprenderse si el educador desarrolla un plan de aprendizaje con actividades que desafíen a los estudiantes a pensar críticamente en la solución de problemas. Esto requiere realizar varios cambios en la educación. La concepción del proceso enseñanza ha colocado tradicionalmente al maestro en el centro del proceso. Los tiempos por venir exigirán la habilidad de aprender de manera autónoma, por lo que el proceso de enseñanza debe estar centrado en el estudiante, con el maestro como facilitador.

La transformación universitaria en Malasia

A principios de la década de 2010 el gobierno de Malasia inició la formulación de un plan estratégico para transformar su educación universitaria.[11] Durante el proceso de reflexión acerca del rumbo que deben tomar las universidades de ese país, los estrategas se plantearon las siguientes preguntas:[12]

¿Cómo enseñarán los profesores? ¿Cómo aprenderán los estudiantes?

¿Qué enseñarán los profesores? ¿Cómo será el espacio de aprendizaje?

¿Cuál es el papel de los profesores? ¿Cuál es el papel de los estudiantes?

¿Cuáles son los atributos de los estudiantes/profesores?

La reflexión estratégica para la educación superior 4.0 llevó a identificar dos grandes retos: uno tangible, caracterizado por las tecnologías emergentes de la 4RI, y otro intangible, caracterizado por la construcción del carácter, el pensamiento de orden superior, múltiples inteligencias, habilidades blandas y aprendizaje para toda la vida.

El proceso de pensamiento estratégico, en respuesta a las preguntas formuladas y los dos retos generales, llevó a cuatro conclusiones:

La calidad de la educación que el país debe lograr es uno de los 17 Objetivos Globales de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

La evolución de la enseñanza de la educación superior en Malasia debe ir de procesos centrados en el profesor (clases magistrales) a procesos centrados en los estudiantes (profesores como facilitadores).

Los estudiantes deben pasar de receptores de conocimiento a conectores, creadores y constructores.

La transformación de las universidades se orienta al modelo 4.0, para el desarrollo de la sociedad y el mercado, y su independencia del financiamiento estatal.

Para el año 2025, los planes estratégicos para las universidades malasias plantean los siguientes retos específicos:

Lograr procesos de aprendizaje heutagógicos (aprendizaje autodeterminado), que permitan a los estudiantes, mediante la guía de la universidad, diseñar sus programas de estudios.

Utilizar herramientas modernas para la enseñanza: realidad virtual, ludificación, aulas virtuales, pantallas digitales, aprendizaje por demanda (on-demand learning) y aprendizaje mixto (presencial-virtual), entre otras.

Adaptar los contenidos de currículos: estos deben contener elementos de ética, espiritualidad, liderazgo, identidad nacional, lenguaje, habilidades de pensamiento, conocimiento e industria 4.0 (internet, nube, macrodatos, robótica, impresión 3D, automatización, seguridad de redes industriales, realidad virtual).

Desarrollar la investigación traslacional: que las preguntas de investigación hechas en el ámbito real puedan tener respuestas en el laboratorio y viceversa. Trasladar los hallazgos del laboratorio al mundo real se logrará mediante tecnología de última generación, colaboración multidisciplinaria, redes de colaboradores, ética de la investigación, simbiosis del aprendizaje, financiamiento colectivo (crowdsourcing), revisión de pares y abierta, e innovación de hélice cuádruple (ciencia, política, industria y sociedad).

Para enfrentar los retos para la educación superior, en Malasia se prevén los siguientes ecosistemas de habilitadores:

Preparación institucional: convergencia gerencial, fluidez, cambio de autoridades, manejo de contingencias, capacidades y competencias, gobierno digital y rendición de cuentas, inversión financiera, resiliencia digital, sociedad, cultura y ética.

Integración vertical y horizontal de cadenas de valor institucionales: redes de sistemas inteligentes y generación de cadenas de valor globales.

Innovaciones de productos y servicios institucionales: currículos, programas académicos, cursos en línea abiertos y masivos (MOOC), investigación, desarrollo profesional, consultoría, manejo de datos.

Asimismo, para apoyar la educación superior 4.0, el plan requiere que los siguientes servicios estén operativos:

Aparatos móviles (primer punto de acceso a internet): los dispositivos móviles proporcionan conectividad ubicua y una variedad de aplicaciones y servicios que afectan a casi todas las facetas del entorno de educación superior y abren una amplia gama de actividades que antes eran inaccesibles.

Tecnologías de detección de ubicación: la localización mediante sensores y métodos de cálculo geográfico como, por ejemplo, GPS.

Plataformas internet: internet de las cosas para mejorar la cadena de valor de la educación superior mediante conexión y funcionalidad sin precedentes.

Interfaces avanzadas hombre-máquina: para implementar juegos para la educación, aplicaciones de capacitación basadas en simulación y sistemas de tutoría inteligentes.

Impresión 3D: para enriquecer el aprendizaje en prácticamente cualquier disciplina, pues nada transmite mejor una idea que sostenerla en la mano (de gran aplicación para proyectos curriculares STEM en pregrado y posgrado).

Autenticación y detección de fraude: para responder rápidamente a nuevos tipos de fraude y realizar cambios en los sistemas.

Análisis de macrodatos y algoritmos avanzados: para analizar la información de inmediato y tomar decisiones basadas en lo aprendido.

Realidad aumentada/utilizable: para mejorar las formas de ver, imaginar y aprender sobre el mundo.

Computación en la nube: para permitir el acceso remoto a servicios, aplicaciones y datos almacenados.

Canal de interacción con el cliente: para alinear a las instituciones postsecundarias con las necesidades de sus estudiantes.

Sistemas cibernéticos-físicos: modelos de software que imitan el comportamiento de activos físicos.

La implementación de estos servicios, además de apuntalar los objetivos del plan estratégico para las universidades malasias, tiene los siguientes propósitos:

Crear un entorno propicio para que estudiantes, académicos y profesionales rompan barreras, imaginen, innoven, creen y colaboren.

Desarrollar un ecosistema 4.0 preparado para adaptarse a los contextos institucionales.

Estimular la conectividad humana entre estudiantes y personal, mediante redes globales y regionales, y consorcios de instituciones de educación superior.

Incorporar valores espirituales, ética y moralidad, identidad nacional y un sentido de conexión con la comunidad, mediante la entrega de planes de estudio y la transferencia de tecnología.

Tomar conciencia de los beneficios y riesgos de la 4RI.

Los planes formulados por el gobierno de Malasia para las universidades se hicieron teniendo en cuenta la necesidad de preservar los valores fundamentales, principios éticos e identidad del país, a medida que se abraza la Cuarta Revolución Industrial.

Educación: el gran desafío

La Cuarta Revolución Industrial plantea grandes retos en los ámbitos político, económico y social. Para la sociedad, en particular, es una era llena de oportunidades y amenazas. La gente mejorará su calidad de vida sustancialmente; pero, al mismo tiempo, estará sometida a las presiones de la velocidad de los cambios que ocurren en la tecnología. Una forma de enfrentar estos cambios es la llamada «renta básica universal», un mecanismo propuesto para financiar, mediante el gravado al uso de robots, a las personas desempleadas por haber sido sustituidas por la tecnología en sus empresas.[13] Pero esta y otras soluciones son solo paliativos que no resolverán el problema y que, a mediano-largo plazo generarán incentivos perversos, pues habrá quien no quiera trabajar por estar cubierto por esta renta.

La solución apropiada a largo plazo consiste en reeducar a los trabajadores, en función de las competencias que necesitan para permanecer en el mercado laboral. Es necesario construir un sistema de educación que, en todos sus niveles, se ocupe de capacitar a las futuras generaciones mediante currículos alineados con la era iniciada en este siglo. La misma velocidad de cambio obliga a los trabajadores y a las nuevas generaciones a abrazar el aprendizaje para toda la vida, como el principal mecanismo para hacerse más competitivos en el mercado de trabajo y aumentar su empleabilidad.

Las experiencias de Indonesia y Malasia tienen en común la formulación e implementación de planes estratégicos para transformar sus sistemas educativos. Las iniciativas no son improvisadas, sino que obedecen a un proceso de reflexión promovido, en ambos casos, por las autoridades gubernamentales. Aunque estas políticas públicas lucen acertadas, es necesario incluir en las reflexiones estratégicas, además de los gobiernos nacionales, a los sectores industriales privados, pues tienen mucho que aportar en cuanto a las habilidades que necesitan los colaboradores para desempeñarse apropiadamente en las empresas.

Tomado de:

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