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lunes, 7 de noviembre de 2016

Calle y Diálogo frente la Emergencia Nacional por @RobertoPatino


Por Roberto Patiño


Dos de los temores principales sobre el Proceso de Diálogo entre el régimen de Nicolás Maduro y los representantes de la MUD,que se inició la semana pasada, son los de que la negociación pueda convertirse en un eventual “salvavidas” para el gobierno dictatorial madurista, permitiéndole ganar tiempo y atornillarse al poder, y que los términos en discusión sean insuficientes frente a la profundidad de los cambios que se requieren para conjurar la actual crisis del país.

La puesta en marcha del diálogo es recibida en medio de un ambiente de desconfianza, confusión, urgencia y expectativa. Se produce luego del bloqueo de las vías democráticas y electorales por parte del gobierno, con la cancelación del referendo revocatorio. Esto sumado a la agudización, en este año, de una política estatal que niega la existencia de la brutal crisis que vivimos y que criminaliza y reprime a la mayoría del país que se le opone. El régimen de Nicolás Maduro ejecuta planes y acciones que han recrudecido los graves problemas de alimentación, salud y seguridad ciudadana, entre muchos otros, que nos afligen.

Si bien la mediación del Vaticano aporta la presencia de un actor objetivo, también marca el inicio de un proceso cuyos tiempos y alcances deben priorizar, en relación a una perspectiva regional y más distanciada de los mediadores internacionales, las soluciones a la apremiante situación de Venezuela. El diálogo se realiza en medio de libertades cercenadas y crisis, frente a un gobierno dictatorial, en condiciones de urgencia que no pueden ser pasadas por alto por los organismos mediadores y observadores internacionales.


Una larga negociación que busque extenderse, simplemente consumirá un tiempo que los venezolanosno tenemos. 

La crisis, y el recrudecimiento de la misma, generada por las políticas maduristas, se mide en vidas venezolanas afectadas a cada día que pasa. En este sentido es muy clara la visión que al respecto tienen miembros de la Iglesia Nacional como el padre Luis Ugalde, quien muy certeramente estima que los objetivos de este proceso deben ser “salir de esta crisis terrible: parar la hemorragia mortal de la economía destruida, con miseria creciente e inseguridad, grave desabastecimiento y falta de medicinas; dramática caída de la economía con brutal descenso sostenido del PIB combinado con la inflación más grande del mundo y con un gobierno que viola sistemáticamente la Constitución hecha por los suyos”.

El falso dilema de “calle o diálogo”, debe superarse entendiendo a la necesidad de generar una estrategia de movilizaciones coherente y realista, sostenible en el tiempo y en la que se articule a los diversos sectores (que representan la gran mayoría de los venezolanos) que buscamos cambiar al actual régimen madurista y sus políticas destructivas y criminales.

Durante el jueves 3 de noviembre, personalmente acompañamos a miembros del Movimiento Estudiantil que salieron a manifestar y entregar a la NunciaturaApostólica un documento donde exigían la liberación de estudiantes detenidos, solución a la escasez de alimentos y medicinas y convocatoria a elecciones generales. Tuvimos la oportunidad de encontrarnos con distintos líderes de la comunidad y jóvenes dirigentes políticos de varios partidos, con los que compartimos lides como dirigentes estudiantiles en 2007. Todos cohesionados con los estudiantes, acompañando a las nuevas generaciones y demostrando la apertura y apoyo que debe producirse entre los diversos sectores del país que se están activando en la calle, para exigir celeridad y resultados a este proceso de diálogo. 

También desde la calle, debemos continuar reproduciendo y fortaleciendo las distintas iniciativas para atender a la emergencia nacional. La defensa y construcción de espacios de convivencia y solidaridad resultan ahora primordiales frente a esta crisis histórica y el régimen madurista. En las calles de nuestro país, la gente está buscando comida en la basura para poder sobrevivir. Todos los días en las comunidades, vemos a personas que enfrentan el hambre y la desnutrición, la inseguridad y la violencia. Tenemos que reconocer y promover la importancia y la diferencia, a veces entre la vida y muerte, que marcan iniciativas realizadas por la gente para llevar alimento, medicinas y asistencia.

Esto ante la irresponsabilidad e insensatez de un régimen que frente a esta situación de urgencia que se cobra la vida, entre muchas otras, de una niña de cuatro meses que fallece por desnutrición en Cotiza, da por respuesta, tan sólo un par de días después, un programa de radio con Nicolás Maduro poniendo discos de salsay bailando.

Entramos ahora en una etapa de calle y diálogo. Debemos articularnos entre todos, exigir soluciones y realizar acciones reales frente a la destrucción que significa el gobierno y las políticas maduristas. Así, con convivencia y solidaridad, y podremos a salir de la emergencia y la crisis en la que estamos.

07-11-16




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