Páginas

viernes, 22 de julio de 2022

El 'chavismo' pierde unas elecciones universitarias


Por: Gregorio Afonso Castilla

El 13 de julio pasado, la primera y más antigua universidad del país, la Central de Venezuela (UCV), eligió a los representantes de sus egresados ante el co-gobierno universitario, claustro y asambleas de facultad. Podían participar los titulados de los últimos 50 años.
Estas elecciones se celebraron en un contexto adverso para las universidades públicas venezolanas. Durante los gobiernos de Chávez y Maduro, han perdido la capacidad de gestionar con autonomía por las limitaciones presupuestarias y jurídicas que éstos les han impuesto; han padecido la migración forzosa de sus profesores y estudiantes producto de la crisis que vive el país y la imposición de unas condiciones de trabajo y estudio que lesionan la dignidad humana, siendo testigos del deterioro sostenido de su infraestructura y la vandalización contra sus instalaciones.

En la pandemia, todos los problemas de la UCV se agravaron, siendo noticiosos los vinculados a sus infraestructuras. Se hicieron visibles para el país con el desplome de una losa del pasillo número 5, el icónico Pasillo Techado de Humanidades en 2020, que generó conmoción porque es una institución declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.

[Recibe los análisis de más actualidad en tu correo electrónico o en tu teléfono a través de nuestro canal de Telegram]En medio de esa realidad y con la Universidad sin actividades presenciales, el régimen de Maduro decidió intervenirla, mediante obras de mantenimiento y restauración, con el argumento de recuperar la infraestructura de la UCV. A tal fin, creó una Comisión Presidencial para la Recuperación de este centro educativo y desarrolló una intensa campaña propagandística que incluyó varias visitas a sus instalaciones de ministros, la vicepresidenta y el propio Maduro, en las cuales relacionaron las obras con el propósito de preservar el patrimonio.

El régimen, convencido de que estas obras y la efectividad de su maquinaria electoral podían darle un triunfo en la siempre crítica UCV, decidió participar en los comicios para representantes de sus egresados. Su apuesta era instalar en el país la imagen de invencible en cualquier espacio, incluso en los tradicionalmente adversos, una acción que formaba parte del Plan Estratégico para ganar las presidenciales de 2024.

El chavismo presentó candidaturas en toda la Universidad. Su estrategia era, por un lado, vincularlas con los trabajos de recuperación y con el valor más preciado de los universitarios; de ahí que denominara sus listas Juntos por el Patrimonio y, por otro, recurriera a garantizarse los votos de los egresados de la UCV que trabajan en las instituciones del Estado.
Aunque el régimen se mimetizó hábilmente y escondió su discurso y simbología tras nombres que no le son propios, al tiempo que mostró un despliegue de recursos y de movilización más parecido a la elección para un Gobierno regional o nacional que para unos comicios universitarios, el resultado fue una derrota electoral inapelable.

De nada le valieron toldos (centros de operaciones) en cada facultad, la logística para sus activistas y autobuses estatales para transportar a electores, ministros y a la propia vicepresidenta de la República. Fueron derrotados en las 11 facultades. En la única en que habían ganado inicialmente lo fue por dos votos de diferencia; hubo recuento, que se saldó con un vuelco. De la misma forma, el chavismo perdió en 38 de las 43 escuelas de la UCV. Las preguntas obligadas son: ¿cuál es la razón de estos resultados? ¿Qué implicaciones tienen?


La UCV es una institución de dilatada tradición autonomista; los electores del 13 de julio son sus egresados, es decir, que fueron formados allí integralmente. En consecuencia, es válido pensar que los resultados son el producto de la íntima conciencia de la mayoría de los electores de que sin autonomía no hay universidad, porque es la que posibilita la libertad académica, el debate de ideas y la calidad educativa.

Se trata, por tanto, de un triunfo de la autonomía universitaria sobre el autoritarismo. La vocación intervencionista del chavismo es inocultable.

El voto que el 13 de julio rechazó el régimen en la UCV no es emocional; al contrario, es racional. Pese a que compitió de forma desigual contra toda la estructura del Estado, dispuesta para favorecer su propia opción , consiguió derrotarlo. Fue un voto consciente contra quienes pretenden hacer de la educación universitaria un espacio donde no quepa pensamiento crítico.

La pretensión chavista de consolidar en estos comicios su imagen de invencible ha generado, a la luz de los resultados, el efecto contrario. Las universidades reclamarán al Estado venezolano que se les permita elegir a sus autoridades.

Al mismo tiempo, crece la convicción de que el régimen, pese al ventajismo con el que actúa, es minoría y, por tanto, que es posible derrotarlo electoralmente en las universidades y el país. Esto es así porque, aunque estas elecciones se dieron en las instalaciones de la UCV, sus características (al tratarse de sus egresados) es la que involucra de manera más directa a la sociedad con esta casa de estudios.

Tomado de:

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico