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sábado, 27 de agosto de 2022

Compliance, inclusión financiera y bancarización, Por Roberto Hung Cavalieri @robertohungc


Por Roberto Hung Cavalieri

Una relación cuando menos paradójica desde los Templarios hasta el Open Banking y la Neo Banca.

El sistema bancario como lo conocemos hoy en día es un gran y complejo entramado que ha venido desarrollándose desde los inicios de la creación, o descubrimiento, del dinero, la banca y el desarrollo del comercio, evolución principalmente espontánea, aunque también con importantes inducciones, imposiciones y colusiones, que han llevado la práctica de la actividad de las aguas originalmente comerciales y mercantiles hacia las de control social y político, mutación que muchas veces pasa desapercibida.

Han formado parte a lo largo del tiempo en la formación de este complejo sistema un sinnúmero de acontecimientos y actores, donde la tensión entre ellos ha sido constante y no siempre pacífica, desde conflictos religiosos e ideológicos, literales cacerías de brujas y ejecución de herejes, hasta las más específicas construcciones e implementación de prácticas que han superado desde desavenencias y hasta secretas complicidades como la asunción de un sistema bancario de reserva fraccionaria, la creación de los bancos centrales, el sistema del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y tantos otros aspectos de gran interés pero sobre los cuales lamentablemente no nos podremos referir aquí con detalle.

Pudiéramos pensar que hace mucho tiempo atrás quedaron superadas las discusiones sobre si le era permitido a un cristiano el cobrar intereses ya que era considerado un acto pecaminoso, situación hoy que no nos genera mayor dificultad en asimilar y que en el pasado fuese causal de enormes conflictos que le costaría literalmente la vida a miles de personas, no obstante, subsisten hoy muchas nuevas fricciones y tensiones en las que igualmente son también no ya miles, sino millones las personas condenadas a graves limitaciones a acceder a formas de generar recursos vitales y con ello libertad, estaríamos pues en un nuevo oscurantismo con su propio aparato inquisitorial en plena era digital cuando ya deberíamos haber superado con la ilustración la imposición de irracionales designios.

Nos hemos referido a como la evolución de la moneda y la creación de la banca como una manifestación de dicha evolución ha generado más que el interés, la necesidad por parte de los agentes de poder en someter y controlar no sólo a los bancos como tales, sino a cualquier otro participante en el tablero de juego de poder, lo cual se ha hecho siempre sin escatimar el uso de cualquier herramienta que sirva si no para extinguir y aniquilar toda manifestación o actividad adversa, o para mejor aún, coludirse de manera que pueda mantenerse el equilibrio, o complicidad, de fuerzas, aunque de ello resulte la condena de los ciudadanos y la sociedad a permanecer es estado de miseria, tribalismo, primitivismo y barbarie.

Recordamos como en uno de los episodios que podemos referir de gran importancia en el estudio de la historia de la banca, el poder en el medioevo del siglo XIV representado nada menos que por el propio rey de Francia Felipe IV y el mismísimo Papa, Clemente V, no tuvieron reserva alguna en señalar como herejes a los Caballeros Templarios y llevarlos a la hoguera, entre ellos a su último Gran Maestro, Jacques de Molay ejecutado el 18 de marzo de 1314 en la ciudad de París.

El motivo de dicho proceso inquisitorial habría sido eminentemente «bancario», ello en el sentido de que tal imputación de herejía por parte de los entonces deudores no fue sino una manera no solo de “extinguir” la obligación con la aniquilación del acreedor, sino que de allí ya empezaba a perfeccionarse ese particular diálogo entre los agentes de poder en los que en tanto se mantenga el tenso equilibrio que poco importa la civilización, el progreso y la perpetua condena de la sociedad.

Si procedemos a adelantar rápidamente la película de la historia del dinero y la banca en relación a ese equilibrio de poderes veríamos como la idea de un dinero nacional u oficial no obedece a otra intención que la de garantizarse los estados el dominio tanto político frente al poder económico de la banca ya que es el que suministra la moneda, así como de sus potestades exactorias frente a todos los contribuyentes, expresión en ocasiones eufemística que es utilizada para referirse a nuevas clases de siervos, reforzando así la recaudación para sufragar tanto los gastos justificados que nadie objeta, pero también todos aquellos que históricamente han correspondido a meros caprichos de gobernantes de turno y quienes siempre procurarán la cercanía íntima con la banca, la que por lo general de alguna manera u otra, en mayor o menor grado termina cediendo ante los coqueteos, en especial de servir de esa figura que causaba aversión, la del recaudador de impuestos, o al menos su colaborador.

A la vez que transcurre la fugaz película de acontecimientos globales, por la mente de cada uno pasan las historias de nuestras propias realidades nacionales, corridas y corralitos, controles de cambio, hiperinflación, crisis, ayudas, intervenciones y liquidaciones de bancos, fondos de garantías insuficientes y la siempre protagonista estelar, la corrupción. Continuamos con la sucesión de imágenes y episodios en cámara rápida, distinguimos las de los atentados contra las torres gemelas y lucha contra el terrorismo, los detenidos en Guantánamo, la Ley Patriota, para luego llegar a la crisis financiera de 2008 y al año siguiente el paper del famoso aunque aún incomprensible Bitcoin, del que más allá de si vale cero o varias decenas de miles de dólares, hay quienes siguen diciendo que es una burbuja, sin embargo los Estados no dejan de atacarlo. ¿Si es insignificante por qué se le da tanta importancia en desacreditar el fenómeno? pareciera que estuviéramos en 1314.

Nace entonces de este mismo contexto una nueva idea un nuevo fenómeno, tal vez síndrome, que si bien pudiera provenir de una preñez con buenas intenciones”, como muchos otros fenómenos y prácticas sus efectos materiales puede que no manifieste las bondades que la inspiraron, aunque pudiera darse el caso que otras más oscuras y subrepticias intenciones hayan podido tener cabida; nos referimos al famoso y tan recientemente en boga compliance como conjunto de prácticas y hasta en la creación de una propia cultura basada en la justificación de prevenir el lavado de dinero y luego reforzado con la lucha contra el terrorismo, imponiéndose para tal fin actos catalogados desde “recomendaciones” y regulaciones al sector financiero en general y a la banca en particular, mediante las cuales se “recomienda” pero materialmente se “ordena” sean supervisadas todas las operaciones de los bancos, lo que con las actuales tecnología en efectos son todas, y se reporten todas aquellas consideradas sospechosas o de riesgo, ¿pero alguna vez nos hemos preguntado si pueden afectar el desarrollo social e incluso violar derechos de los ciudadanos? ¿Somos todos los destinatarios de estas órdenes? Pues aunque nos cueste creerlo en la práctica, todos seriamos sospechosos de lavado de dinero o terrorismo y solo si pasamos algunas pruebas u obstáculo no que desvirtúen, sino que alivianen un poso esa presunción de ser criminal blanqueador de dinero y terrorista es que se nos permitirá abrir una pequeña cuenta bancaria.

Paradójico pareciera ser que al mismo momento en que a bancos con ingentes patrimonios en depósitos a los que se les somete a la cultura del compliance con sus regulaciones y recomendaciones, donde incluso existen organizaciones y programas de formación de profesionales especialistas, una suerte de neo inquisidores, existe otro grupo de personas para quienes resulta prácticamente imposible siquiera abrir una sencilla cuenta bancaria para sus operaciones básicas y de esa manera procurar salir de la informalidad que limitaría a optar a préstamos o financiamiento, situaciones que resultan en los fenómenos conocidos en el foro como trabas para la bancarización y a la inclusión financiera”.

¿Alguna vez nos hemos puesto a pensar cómo inciden en las facilidades para abrir una cuenta y con ello bancarizase con esas rebuscadas “recomendaciones materialmente convertidas en obstáculos propios de la cultura del compliance creadas por reguladores y policy makers sobre KYC, AML”, “UBO y otros acrónimos a través de diversas Directivas, “opiniones” y “recomendaciones” entre otros. (Actos sobre los cuales merece estudiar su naturaleza jurídica ya que parecieran más bien una suerte de nuevos Malleus Maleficarum para los neo inquisidores)?

Por supuesto que existen organizaciones terroristas que representan graves riesgos para todos, y por supuesto que existen graves casos actividades delictuales cuyos ejecutores pretenderán blanquear el dinero producto de sus fechorías, pero por qué condenar a toda la sociedad a un sin fin de obstáculos para simplemente bancarizarse y una cuenta en la que, y nuevamente insistimos, los reguladores preñados de buenas intenciones, nos quieren proteger de criminales y terroristas, pero la mejor manera no puede ser jamás considerándonos como tales, y lo que es peor aún, cuando surgen proyectos, plataformas y soluciones financieras y tecnológicas pueden atender a estos grupos tan necesitados, son los propios estados y los reguladores, quienes en supuesta aplicación de estas normas de cumplimento, impiden la implementación de estas soluciones, quedando en evidencia, principalmente en estados con pocas libertades democráticas, que el uso del sistema monetario y el financiero no es más que un instrumento de control social y de gestión de la miseria para el sostenimiento del poder político y del que la banca es un engranaje esencial.

Resultaría una valiosa tarea el que se efectuaran estudios y se levante la data necesaria para observar como la cultura del «compliance» estaría afectando negativamente los índices de bancarización (lo que incluso habría que cuestionarse si la idea de bancarización sería provechosa actualmente, pero por otros motivos a los hoy tratados), así como de los efectos en los de inclusión financiera, cuyas preocupantes cifras seguramente resultarán de los estados con histórica vocación de violación de las libertades individuales y derechos fundamentales, altos niveles de corrupción, envilecimiento de sus instituciones políticas y democráticas y gran afectación en la vigencia del Estado de Derecho, aunque ello no sería exclusivo de los países de economías emergentes, otra forma eufemística para denominar a las sociedades en la que los factores de poder gestionan la miseria para sus personales beneficios, sino que ello también puede ocurrir, y en efecto ocurre, en estados que consideramos desarrollados, baste poner como ejemplo el caso del Reino de España, aunque también se ve otros estados de la Unión Europea, en el que el para abrir una cuenta bancaria si bien pudiera resultar sencillo, las complejidades y obstáculos sustentados en el compliance son tales que los depósitos quedan prácticamente secuestrados sin que los titulares puedan hacer uso de ellos, pero eso sí, ello no ocurre para cobrarse las altas comisiones de cuanto concepto se les ocurra, y claro está, los impuestos y cualquier otra clase de “contribución”.

Antes de continuar cabe preguntarnos algunas cosas, son solo 19 interrogantes que tal vez deberíamos hacernos nosotros mismos individualmente para arribar a nuestra propia conclusión, veamos: ¿Qué es entonces el compliance, y la cultura que se está creando a su alrededor? -“Compliance” y más importante aún, la noción del “Compliant” es decir a quien se le exige el cumplimiento, se relaciona con la noción de “obediencia” que es lo que literalmente significa-; entonces, ¿Lo que queremos son sociedades obedientes? ¿Medianamente obedientes o completamente obedientes? ¿Ciegamente obedientes? y… ¿Quién debe obedecer y a quién? ¿Los bancos y demás instituciones? ¿Pueden estos trasladar a los usuarios esa exigencia de ciega obediencia? ¿Se estarían convirtiendo éstos en brazos ejecutores de estas medidas? ¿Complicidad? ¿Colusión? ¿Por qué es tan complicado para una persona humilde abrir una cuenta así como para un empresario honrado y trabajador debiendo para ello prácticamente desnudarse ante estas medidas de compliance y que simplemente desean proteger su patrimonio mientras abundan las noticias de corruptos que libremente abren cuentas y movilizan fortunas? ¿Por qué tantas limitaciones y ataques a sistemas y plataformas que efectivamente pueden “bancarizar” y ser verdaderamente inclusivos? ¿No será que los estados en connivencia con los bancos si no se garantizan como intervenir e invadir el patrimonio y propiedad de las personas para garantizar su conveniente poder exactor no les importa que millones de personas se encuentren en estado de miseria? ¿No será que toda la justificación de la lucha contra el lavado de dinero y el terrorismo no son más que la racionalización de prácticas fiscales y de control abusivas e invasivas que pueden llegar a ser hasta expoliatorias? ¿No estarían los estados en evidencia de su fracaso e incapacidad de luchar contra estos flagelos y no consiguen otra forma que la de condenar a la sociedad al servilismo y ciego acatamiento de requisitos que limitan la libre empresa? ¿Cuál es la naturaleza jurídica y fuerza ejecutiva de las “recomendaciones” y demás actos emanados y resultantes del Grupo de Acción Financiera Internacional (FATF-GAFI) como organización intergubernamental? ¿No estaríamos ante una nueva clase de inquisición? ¿Sabías que la sede del FATF-GAFI está en la ciudad de París a pocos kilómetros de donde fue ejecutado Jacques de Molay? ¿Qué crees tú que diría sobre todo esto?

Sin duda que las anteriores cuestiones nos invitan a discusiones más profundas sobre el tema, sin embargo su planteamiento no tiene otra inicial intención que la de excitar un pensamiento crítico y que cada persona arribe a sus propias conclusiones, lo cual culminamos con una pregunta final: ¿Acaso no deseamos ciudadanos críticos en vez de ciudadanos ciegamente obedientes, es decir meros “compliants”? y aquí una nueva paradoja, sociedad de ciudadanos ciegos y serviles o responsables y críticos.

La humanidad se encuentra hoy en importantes momentos de cambio, así como ocurriera en otros tiempos como los del paso de la edad media a la moderna, el renacimiento, la ilustración o la revolución industrial, entre otros, con la diferencia de que esta vez ocurre a velocidades inimaginables y de manera global, esta es la era de la cuarta revolución industrial y transformación digital, y en la que prácticamente ninguna área del conocimiento humano está libre de resultar afectada, y en materia de dinero y fenómenos relacionados como la banca, y claro está la fiscalidad y el tema “regulatorio” deben ser abordados con la debida seriedad y profundidad, previendo la afectación que pueda causarse en la esfera de las libertades individuales y derechos fundamentales que se han visto duramente restringidos bajo la excusa de la seguridad.

Fenómenos como los del Open Banking, Finanzas Descentralizadas y los llamados Neo Bancos, además de múltiples plataformas de pago e intercambio comercial son una realidad como son también una realidad los riesgos de terrorismo, actividades ilícitas cuyos patrimonios desean indebidamente ser blanqueados, así como igualmente existen nuevos riesgos que no era posible hace pocos años siquiera imaginar como lo son los relacionados con la ciberseguridad, identidad y privacidad digital, todos ellos aspectos que deben ser tenidos en cuenta en la formulación de políticas y la generación de un ordenamiento jurídico que lejos de promover la formación de estados policiales que utilicen la tecnología para sus prácticas abusivas e invasivas, que es lo que hemos estado observando, sean más bien garantes de las libertades y el bienestar común, situaciones que no es difícil de advertir pudieran presentarse en planos de gran tensión.

El propósito de las ideas aquí expuestas y de los cuestionamientos hechos no obstante pudieran parecer incómodos no es otro que el de advertir los grandes retos que han de asumirse desde las muy distintas áreas del conocimiento humano partícipes en la formulación de políticas y acciones en aspectos como los de las monedas descentralizadas emanadas de bancos centrales y que puedan como dinero programable que es usarse como instrumento de opresión como los casos que ya se han visto casos en estados con poca o ninguna vocación democrática no esconden tales actuaciones e intenciones, o como son los mismos estados los que en su supuesta lucha contra el lavado de dinero y terrorismo, de manera masiva vulneran abiertamente los derechos de privacidad e intimidad de los ciudadanos, además del derecho de propiedad, del de libertad de empresa, libertad de expresión, libre desenvolvimiento de la personalidad entre otros.

Por último, en cuanto a la noción de la moneda, del dinero, es innegable que es necesario hoy en día repensar en una nueva idea una nueva clase de dinero, el que a estos fines he preferido referir como “dinero inteligente”, verdaderamente inteligente y no en el sentido utilizado en el mercado bursátil, u dinero que además de reunir las funciones y atributos del dinero tradicional, cuente adicionalmente con otros más acordes con los nuevos tiempos que se desarrollará en el siguiente aparte como lo son…

(*) El presente texto es un extracto y adecuación de un capítulo de mayor extensión de un trabajo del autor denominado: “Un nuevo dinero. Un ensayo crítico con el propósito de invitar a repensar la idea de dinero en la era digital y como su regulación y el llamado ‘compliance’ podrían atentar contra el progreso y la libertad.” y del contenido de la ponencia a ser presentada en el Sexto Congreso Latinoamericano en Ciencia Administrativa, centrado en: “Impulsando el Cambio Disruptivo en las Organizaciones” de la Federación de Colegios de Licenciados en Administración de Venezuela (FECLAVE) denominada “El Nuevo Dinero \ Una aproximación crítica a la idea de regulación y compliance por su afectación a la libertad de empresa y autonomía negocial.”

Tomado de:
https://www.elnacional.com/opinion/compliance-inclusion-financiera-y-bancarizacion/

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