Páginas

martes, 23 de agosto de 2022

Cuidar y cuidarte / Por Luisa Pernalete

 

@luisaconpaz

Llegó agosto, y con o sin bono vacacional, necesitamos un respiro, un alto en nuestra cotidianidad. Los niños, niñas y adolescentes están en vacaciones escolares. Los padres tienen que seguirlos cuidando y más de uno tendrá que cuidar nietos, pero también tenemos que cuidarnos nosotros, nuestra salud mental. Nuestro organismo necesita un respiro para poder seguir reconstruyendo este país que no se ha arreglado: la emergencia humanitaria compleja continúa, la pandemia también, ya no hay hiperinflación, pero la inflación sigue altísima, el bolívar no es fuerte para nada… en fin, necesitamos cuidarnos, Les sugiero algunos tips con 9 C.

Cálmese primero. No puede seguir corriendo entre urgencia y urgencia. Sus hijos en vacaciones escolares no tienen que levantarse temprano ni hacer tareas. Cálmese y haga su plan de vacaciones, aunque usted tenga que seguir trabajando fuera y dentro de la casa.

Comparta con su familia. Unos juegos de mesa, por ejemplo, barajas, contar chistes o anécdotas graciosas de cuando estaban pequeños puede generar momentos agradables, y de paso, arrancar a los chicos de la tableta o del celular. ¿Qué tal pedir a los hijos que cuenten eventos graciosos de la escuela? No se olvide compartir también sus bienes con los que menos tienen. Si es de los que va a misa, seguro en su parroquia católica hacen la “olla comunitaria” y siempre ayuda llevar un kilo de algún alimento. Y si no, seguro conoce algún ancianato o alguna casa hogar, o alguna persona que esté pasando necesidad. Acuérdese de que que ser amable nos hace más felices, retarda el envejecimiento, es saludable. Le recomiendo que lea Los cinco beneficios de ser amable, de David Hamilton (2017).

Cuente cuentos. Si tiene hijos pequeños, léales algún cuento, y si le gusta el teatro, anímelos a ponerlos en escena. Hay muchos cuentos interesantes y divertidos.

Converse con esas amistades de siempre. No se contente con unos “buenos días” por mensajito, agradables, pero insuficientes. Una llamada, una visita una tarde. Un café en buena compañía puede ser muy terapéutico. No se olvide de conversar con Dios un rato todos los días. Ore pues, cuéntele cómo le va, cuéntele qué le preocupa, dele gracias por cada día que despierta.

Camine. ¿Para cuándo va a dejar ese compromiso con usted mismo de comenzar a hacer un poco de ejercicios cada día? Mínimo 20 minutos al menos 4 días a la semana. Si invita a algún vecino, mejor todavía. Le reduce el estrés, le ayuda a bajar los niveles de glicemia y colesterol, mejora su digestión y circulación. No tiene que trotar, ni levantar pesas, esas son palabras mayores, pero sí puede caminar.

Cocine cosas ricas, para su familia o para usted. Le distrae y luego le da gusto a su paladar. Sobre todo, cocine platos inusuales, no se trata de hacer arroz y caraotas.

Cante, baile, aunque cante desafinado -como canta Alfredo, un amigo mío- y baile, aunque sea solo. Nadie le va a decir que le falta un tornillo, precisamente, para que no se le aflojen los tornillos, necesita esos momentos de relajamiento, sin dejar de hacer sus ejercicios de respiración profunda, y si es de los que medita, mejor todavía.

Controle sus pensamientos negativos. Deje de estar rumiando pensamientos negativos. Ocúpese, pero no se enganche. Aprenda a mirar con los dos ojos: el que mira los dramas, los problemas, y el que mira las cosas buenas que también hay a su alrededor, aunque sean pequeñas esas velitas en medio del apagón.

Consiéntase un poco. Algunas “Cs” van por esa línea: sea amable con usted mismo, consiéntase, dese algún gusto. Lea esa novela que lleva tiempo diciendo que la va a leer, o esa antología del buen humor. Recuerde que el buen humor, reír, tiene valores terapéuticos, distiende, acerca. Cómase ese helado que le apetece, aunque se salga de su dieta por un día. Dese un premio, usted se lo merece.

Finalmente, cuéntese sus aprendizajes de este año escolar, sea o no educador de profesión, ha sido acompañante de sus hijos en este difícil año. ¿Qué errores cree que cometió? ¿Qué aprendió? ¿Qué puede mejorar?

Y aunque no empiece con C sino con S, sonríase a usted mismo, frente al espejo, unos 20 segundos cada mañana, verá como se relaja y llega sonriente a la cocina.

Me cuenta cómo le va si aplica esta familia de las C para las vacaciones y si se siente mejor.

https://correodelcaroni.com/opinion/hagamos-las-paces/cuidar-y-cuidarte/


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico