Trino Márquez 11 de noviembre de 2022
@trinomarquezc
Ya
estamos viendo cómo, a medida que se acerca el 5 de enero, fecha en la cual la
Asamblea Nacional electa el 2015 debe comenzar un nuevo año legislativo,
arrecian los ataques al ‘Gobierno interino’ encabezado por Juan Guaidó,
por parte del régimen y de algunos adversarios del dirigente dentro de la
oposición.
El Gobierno de Nicolás Maduro se burla sin compasión y seguirá calificándolo de farsa ridícula. Se valdrá incluso de personajes oscuros como el embajador de Colombia en Venezuela. Al régimen le duele demasiado que Guaidó, una figura poco conocida surgida de repente, le haya asestado golpes nobles de los que nunca ha podido recuperarse. Los competidores de Guaidó en el campo opositor, en medio de su extravío, tratan de descalificarlo y minimizar su relevancia.
Guaidó
es de los pocos líderes opositores que se tomó en serio que su designación fue
producto de un acuerdo colectivo ampliamente consultado, analizado y
discutido dentro de la oposición y con aliados internacionales.
Ese
arreglo se adoptó cuando Maduro y Diosdado Cabello –en ese momento presidente
de la Asamblea Nacional Constituyente, convocada de forma ilegítima en 2016-
llamaron a elecciones presidenciales en mayo de 2018, adelantando de forma
unilateral e inconsulta el calendario comicial y pasando por encima del
Consejo Nacional Electoral, único organismo facultado por la Constitución para
convocar procesos electorales.
Los
comicios en los que Maduro se reeligió fueron desconocidos por la gran mayoría
de los países democráticos del planeta, que a su vez apoyaron el acuerdo de los
opositores, quienes establecieron que la Asamblea Nacional electa en 2015,
ganada ampliamente por las fuerzas opositoras, se mantendría activa luego de
enero de 2019, cuando Maduro asumiría de nuevo el cargo de jefe de Estado; y
que Juan Guaidó, presidente de la AN en ese momento, cubriría el vacío
legal dejado por Maduro, quien haciendo un uso abusivo del poder, había
alterado el hilo constitucional con el fin de empotrarse en Miraflores. Esos
fueron los hechos que precipitaron el surgimiento de Guaidó y su ‘Gobierno
interino’.
Ahora,
a pesar de que nada ha cambiado en el panorama jurídico, esa historia es
ignorada por muchos de los detractores de Guaidó. De esos detalles se olvidan
hasta algunos de los defensores más apasionados de la Constitución de 1999, que
en su momento señalaron la conveniencia de desconocer a Maduro por ilegítimo,
promover la continuidad de la AN de 2015 y designar a Guaidó como presidente
interino, debido a su condición de presidente de la AN.
Juan
Guaidó y el equipo que fielmente lo ha acompañado a lo largo de este proceso
tan complicado, se han anotado algunos triunfos importantes que han provocado
la ira del régimen. Gracias a ese grupo, Citgo no ha caído en las garras de
Maduro. Este no ha podido hacer con esa empresa lo mismo que con Pdvsa, con la
CVG y con las numerosas firmas estatizadas. Por las acciones de ese equipo, las
reservas de oro que se encuentran en el Banco de Inglaterra tampoco han
ido a parar a las arcas del régimen.
Producto
de las actividades de Guaidó y su gente, los venezolanos en el exterior
–especialmente en Estados Unidos, Colombia y España, para citar solo tres
países- han recibido un trato especial; a los compatriotas se les reconocen los
pasaportes vencidos, lo que les permite entrar y circular libremente por esas
naciones.
Los
derechos humanos en Venezuela han recibido especial atención de los organismos
internacionales durante los años recientes, también debido a las labores
de ese grupo. Además, el régimen no ha sido aún más feroz con la oposición
durante los últimos años porque se levantó el muro de protección construido por
Guaidó y compañía, junto con los factores de la comunidad internacional que lo
respaldan.
Una
revisión rápida y desapasionada de la gestión de Guaidó y su pequeño
dispositivo indica que, a pesar de no haberse cumplido las metas de sustituir a
Maduro y convocar elecciones libres, existen otros logros significativos
que sí se alcanzaron.
En el
marco del diálogo planteado entre el Gobierno y la oposición –entre cuyos
promotores se encuentran Emmanuel Macron, Gustavo Petro, Gabriel Boric y
Alberto Fernández- conviene considerar esas conquistas.
El
régimen y algunos sectores de la oposición pretenden que cesen las labores de
Guaidó sin que Maduro ceda nada concreto a cambio. El régimen, al menos,
tendría que comprometerse con los actores nacionales e internacionales de ese
diálogo a garantizar el llamado a elecciones libres, equilibradas y
transparentes con supervisión de organismos internacionales; reconocer que el
CNE es la única instancia con atribuciones para convocar elecciones y fijar el
calendario; y conceder una amnistía que levante las inhabilitaciones que pesan
sobre los dirigentes más destacados de la oposición incluyendo, desde luego, a
Juan Guaidó y a los dirigentes que se encuentran en el exterior, debido a que
fueron perseguidos y expulsados por el Gobierno.
Desactivar
a Juan Guidó y desmontar su grupo sin lograr esos compromisos me parecería
un error garrafal.
Trino Márquez
@trinomarquezc
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