Ismael Pérez Vigil 09 de abril de 2023
@Ismael_Perez
La
Semana Santa, como época de reflexión, lo es también de descanso del
acostumbrado reflexionar político −en mi caso electoral− sobre el impacto de la
primaria 2023, sobre las decisiones de la Comisión Nacional de Primaria, sobre
la oportunidad de la elección presidencial de 2024, y un largo etcétera.
Si embargo, aprovecharé la ocasión para abrir un paréntesis y comentar sobre el tema de la corrupción “descubierta” en PDVSA. Lo malo de escribir sobre este tema, es que seguramente repetiré buena parte de lo ya vertido en cientos de páginas desde hace dos o tres semanas. Pero lo bueno de hacerlo después de haber trascurrido ese tiempo, es que ya mucho está dicho y me puedo ahorrar comentarlo y concentrarme en una nota, con algunas “aristas” del tema.
Lo
primero que llama la atención cuando se denuncia la “desaparición” de varios
miles de millones de dólares −cantidad difícil de imaginar− por actos de
corrupción de altísimos funcionarios del gobierno, es: ¿Cómo sería la magnitud
de la corrupción en este caso, que el propio gobierno la denuncia y persigue a
sus “corruptos”? Sí, “suyos”, porque todos ellos son, o fueron, altos,
altísimos, funcionarios del régimen, que seguramente tienen relaciones y
ramificaciones en los más altos niveles del Estado.
Pero,
no se trata de algo nuevo; desde sus albores este régimen se destacó por ser
“poco escrupuloso” en eso de los manejos del erario público y así lo fueron
denunciando sus propios Ministros −cuando lo eran o dejaban de serlo− y hasta
la Asamblea Nacional, controlada por el régimen (casos como el Plan Bolívar
2000, Cadivi, diversos casos anteriores de PDVSA, las Cajas Clap, Fonden y
cientos de obras inconclusas en las que se gastaron miles de millones y por las
que se pagaron millonarias comisiones), lo demuestran a la saciedad. No voy a
seguir enumerando cosas que otros con mayor propiedad han hecho, por ejemplo,
el Dr. Fernando Fernández en un artículo de esta misma semana en El
Nacional (Extinción de Dominio y Fachada Contra la Corrupción, https://bit.ly/40Kr4Xe)
En el
caso actual de PDVSA, hasta no hace mucho, varios de los conspicuos personajes
envueltos en él, hoy presos o buscados, eran alabados y ensalzados, desde los
más altos niveles del gobierno y del partido de gobierno. Incluso, algunos de
sus “escritores” estrellas y “destacados intelectuales”, se rasgan las
vestiduras justificando el delito con aquello que donde todos roban −hasta la
oposición, dicen ellos− hacerlo es algo común e idiosincrático.
Así,
por ejemplo, hace poco el gobierno y algunos analistas económicos resaltaban el
“arreglo” del país y surgían como vivo ejemplo de esa supuesta pujanza
económica vistosas obras, edificaciones e inversiones, de algunos de estos
“prohombres” de la patria que, como ya dije, ahora están presos, sometidos a
tribunales o prófugos y supuestamente perseguidos.
Obviamente,
todo lo “bueno” que ocurría en el país, durante la “era del arreglo” y antes,
lo atribuía el Gobierno a su “política económica”, preparando así el camino
para mantenerse en el poder con la elección presidencial del 2024, que la veían
fácil, segura, un paseo; bastaba tan solo afincar su estrategia de dividir a la
oposición e intimidar al pueblo, blanco de sus prebendas populistas y el
trabajo estaría hecho. Pero últimamente las cosas ya no eran, ni son, tan
sencillas; el descontento se hacía y hace cada vez más evidente y hasta vimos y
vemos que siguen proliferando manifestaciones de empleados públicos, maestros,
jubilados, etcétera, y el camino a 2024 deja de ser tan favorable.
Ensayaron
culpar a los EEUU y la UE por las sanciones internacionales, impuestas desde
2019, a pesar de que los males del país los arrastramos desde hace casi un
cuarto de siglo; y ahora, cuando les revientan en la cara eventos como el
reciente de PDVSA, que nos ocupa desde hace tres semanas, tratan de justificar
con “esos” delitos todos los añejos males del país: que no hay buenos sueldos,
ni servicios públicos, ni empleo, ni seguridad social, ni tantas otras cosas,
es porque “nuestros” corruptos, dicen, se robaron −probablemente sin compartir
de manera adecuada− varios miles de millones de dólares, que nadie sabe a
ciencia exacta si son tres mil, veinte mil o cien mil. Se obvian todos los
desmanes cometidos desde 1999, todos los males que nos aquejan desde ese
fatídico año, pareciera que son producto de la “corrupción 2023”.
No me
voy a enfrascar en entender o explicar si se trata de corrupción en el alto
gobierno, que obviamente lo es, o si se trata de ajustes de cuentas, luchas
“fratricidas” por el poder, que también lo es, o de una “purga” al mejor estilo
estalinista o cualquiera de las otras explicaciones que han circulado o si es
una mezcla de todas ellas; cada quien lo interpretará desde su sesgo particular
y el mío, como es el político electoral, trataré de ajustarlo a él, por eso,
para mi −y es la vuelta que buscarán darle− el corolario es el mismo que el del
“arreglo” de la economía: “vean como luchamos contra la corrupción…” y
parafraseando una reciente intervención de un alto funcionario de la Asamblea
Nacional: “… pues como somos el gobierno que más ha luchado contra la
corrupción desde 1830…” dirán que merecen seguir en el poder.
El
problema no es buscar unos culpables, en esta ocasión sin duda lo serán los que
“perdieron” el forcejeo interno; ni encontrar una nueva excusa para justificar
los desmanes y ruinas causados durante este cuarto de siglo, cualquier excusa
les es válida; su problema es como desestimar lo ocurrido y convertir todo eso
en demagogia e instrumento electoral; pero, una vez que sea evidente que la
población no cree en el discurso de lucha “anticorrupción, ¿Qué seguirá?
Quién
sabe. Preparémonos para cualquier exceso, pero sin perder objetivo ni rumbo:
una exitosa primaria en 2023, es la preparación a la elección presidencial de
2024 y la general de 2025 en la que estarán en juego la Asamblea Nacional,
Gobernaciones y Alcaldías. Volveremos la próxima semana con los temas políticos
y electorales acostumbrados.
Ismael
Pérez Vigil
@Ismael_Perez
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