La desmotivación en los adolescentes en el país ha venido en crescendo. Diversos testimonios de familias y docentes de diferentes latitudes nacionales y socioeconómicas dan cuenta de esta realidad. La expresiones abarcan el sentimiento de indiferencia, es decir, que les da igual aprobar o reprobar. No se trata de todos los adolescentes, pero va en aumento el número de estudiantes que manifiestan su deseo de insertarse en la vida laboral, iniciar un emprendimiento, argumentando que la situación está complicada y que la educación no les ofrece una salida.
Generaciones que han visto como las redes sociales se han convertido en el referente de lo que está «bien» y no hacer; la necesidad de ser exitosos de la manera más rápida y posible; están relegando la idea de que el estudio y esfuerzo continuado tenga algún resultado. Todo ello deriva en una de las causas del aumento de la ansiedad, depresión e ideación suicida que ha permeado en sus almas.
La Semana Santa ocupa un espacio especial en nuestra vida. La imagen de la pasión de Jesús forma parte de los cimientos de nuestra cultura. Si bien es cierto que el consumismo y materialismo se ha hecho razón de vida para sociedades enteras. La expresión del «vales cuanto tienes» no da respuesta para momentos como los que estamos viviendo.
La espiritualidad juega un papel fundamental en la humanidad y es un factor protector fundamental para el desarrollo de la resiliencia, esa capacidad de sobreponerse a las situaciones adversas y salir fortalecidos de ella.
Para quienes son creyentes, la Pascua judía o la Semana Santa cristiana es una oportunidad para interiorizar y buscar su real sentido. Una oración, la lectura de pasajes de los evangelios, orar en familia, tener presente a nuestros seres queridos que están en otras parroquias, ciudades o países, a los que perdieron a familiares o migraron.
El espíritu de Dios está presente en la conexión que podemos establecer con nosotros mismos y quienes nos rodean. Poder sentir que el amor no está confinado a un lugar y tiempo específico. En tiempos de incertidumbre y temor -como los que vivimos- la fe puede transmitir seguridad y paz a nuestros niños. Una oración al levantarse, agradecer a la hora de comer y orar a la hora de acostarse ayuda a dormir con tranquilidad.
Decíamos que no es potestad de las religiones. Desarrollar en nuestros hijos la posibilidad de relajarse, respirar, meditar, agradecer y valorar la vida, respetar y disfrutar de la naturaleza, conectarse con las expresiones artísticas, la música, pintura, danza, participar como voluntario en alguna iniciativa social para ayudar a otros niños, mascotas, son vías para cultivar su ser y su espíritu.
Cultivemos lo espiritual en la familia para formar niños que tengan recursos para transitar los caminos de la vida. Esta Semana Santa puede ser un espacio para pensar qué debemos hacer diferente para ser mejores, para promover la esperanza y la resiliencia. Devolver a nuestros niños y adolescentes la certeza de que vale la pena vivir.
https://efectococuyo.com/opinion/tiempo-para-avivar-la-esperanza/
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