Paulina Gamus 03 de diciembre de 2023
Antier
Juana, quien es mi acompañante desde hace años, me preguntó que era eso de «ISIQUIBO»
que decían a cada momento por televisión. Procuré resumir el tema de manera
simplificada. Le respondí que un país de Europa llamado Inglaterra, se las
había arreglado para quitarnos parte de nuestro territorio que se llamaba
Esequibo. Con la pregunta de Juana, quien cuando no está pegada al celular lo
está del televisor, llegué a la conclusión de que el régimen que se ha gastado
una millonada en promover la votación en el referendo consultivo de hoy domingo
3 diciembre, no ha tenido mucho éxito en hacerlo entender por los potenciales
sufragantes que desconocen los intríngulis de la controversia.
Existe una profesión relacionada con la publicidad política, comercial o de lo que sea, y es la de creativo. Como en todos los casos, suele haberlos muy buenos, regulares y malos. Voy a referirme a la única cuña guyanesa que he visto circular por las redes. Empieza con su himno nacional y los protagonistas son niños que hablan del amor por su país, formado por tres «condados» de los cuales uno es el Esequibo. Un niño dice que Venezuela sabe que la controversia sobre el Esequibo es «over» o sea terminada. Otra niña dice que el Esequibo es muy rico en recursos naturales. Después todos gritan: «Venezuela, mantén tus manos fuera del Esequibo que es nuestro futuro».
Si yo
no fuera venezolana, si no estuviera absolutamente convencida de que el
Esequibo es nuestro y que nos fue arrebatado mediante trapacerías diplomáticas
y jurídicas, creería en la fuerza expresiva de esos jovencitos guyaneses
entusiastas y patriotas que defienden con el alma su pequeño país. Pero como
soy venezolana tengo derecho a formular públicamente algunas preguntas una de
las cuales comienza por los creativos que el régimen contrató para hacer la
campaña que debería motivar a millones de nacionales a ejercer su voto
refrendario.
Una de
las cuñas con las que nos agobian día y noche es la de una voz masculina
lánguida, desangelada, sin alma, estreñida, que nos dice que votemos porque el
Esequibo es nuestro.
Una de
las peores: un hombre joven y como se dice coloquialmente «maiceaito»,
duerme en la misma cama con un anciano vestido al estilo dieciochesco. El más
joven le arranca la cobija al anciano mientras le dice algo así como «te
quieres quedar con lo mío, el Esequibo es nuestro». Es imposible no
sentir simpatía y hasta lástima por el anciano violentamente despojado de la
cobija. No se está robando el Esequibo, solamente arropándose porque tiene
frío.
La de
Yulimar Rojas en la Gran Sabana, entre tepuyes y con la vista del Salto Ángel
es como paisaje, hermosa. Pero uno se pregunta, ¿y es que Guyana también nos
quiere arrebatar esas prodigiosas tierras? Lo mismo sucede con otra pieza
publicitaria que insiste en que Los Roques, Morrocoy y no sé cuántos otros
lugares paradisíacos, son nuestros. Como si estuviéramos al borde de una
invasión extranjera dispuesta a despojarnos de toda la geografía nacional. Y
dígame aquella en la que se oye a lo lejos una música indefinible. No es
clásica –faltaba más– ni joropo, rock, bolero o reggaetón. Enseguida una voz en
off dice «esta música es nuestra y el Esequibo también».
Así
las cosas es imperativo preguntarse cuántos y cuántas Juanas están
hoy –preguntándose a su vez– qué es el Esequibo, qué es lo que deben votar, que
significan las 5 preguntas y si en realidad sus votos sirven para algo o «con
que se come eso del Esequibo.» No hay que ser ignorante del tema para
hacerse la misma pregunta sobre la pertinencia, necesidad y resultados del
referendo. Imaginemos que 10 millones de venezolanos entienden la histórica
diatriba y salen corriendo a hacer largas colas, no para el «borrón
y cuenta nueva» de Corpoelec, sino para reafirmar que el Esequibo
es nuestro, ¿y luego qué?.
Porque
en el caso de la última jornada electoral que vivimos el 22 de octubre, último
sabemos que los 2.253.825 votos obtenidos por la candidata María Corina
Machado, la convirtieron en virtual ganadora de la elección presidencial en
2024. Claro, además de la inhabilitación, el Tribunal Supremo de Justicia
decidió ejercer una maniobra de taumaturgia para desaparecer ese impecable acto
electoral y sus resultados. Eso mismo, sin necesidad de tanto rebusque
tramposo, es lo que ocurrirá en la práctica con los resultados del referendo
sobre el Esequibo.
Claro
que el Esequibo es nuestro, podemos gritarlo, proclamarlo, ponerle música,
arrebatarle la cobija al anciano clon de Francisco de Miranda y el mundo dirá
en inglés, idioma oficial de Guyana ¿So what?
Paulina
Gamus
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