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domingo, 17 de febrero de 2013

Impactos de la devaluación del bolívar…


“Hombre Rico, Hombre Pobre”… así se tituló el best-seller original de Irwin Shaw, publicado en 1970, que narra la historia de la familia Jordache, enfocándose en un par de hermanos cuyas vidas toman distintos caminos, uno disfrutando de una gran riqueza y enorme poder personal, y el otro, al borde de la miseria… el centro argumental de la novela se ambienta en épocas de la guerra de Corea, la rebelión de los estudiantes y la llamada revolución negra.


En el país estamos a punto de reeditar algunos capítulos de esa novela, puesto que nuestra sociedad se está segmentando entre ambos conceptos pero teniendo como telón de fondo etapas diferentes de la vida política continental, desenvuelta bajo revoluciones distintas a las que motivaron a Shaw…

Por Armando Urdaneta M. y Franco D´Orazio P.

El día viernes 8 de febrero de 2013, en horas vespertinas, el país fue informado de nuevas medidas de devaluación monetaria por funcionarios responsables del área financiera, que anunciaron un sombrío escenario empleando discursos exculpatorios ya agotados aderezados con palabras disfrazadas, muy apropiadas al asueto carnavalesco ya en vísperas.

Esa decisión, por cierto, no sorprendió a los ciudadanos debidamente informados y sobre todo, aquellos preocupados por estudiar el problema y elaborar algunos pronósticos al respecto (http://wp.me/p29J0n-Ex), que permiten visualizar la deficiencia de esa devaluación cantada a dúo que se queda corta ante el déficit fiscal del país, que actualmente representa entre el 10% y el 12% del Producto Interno Bruto (PIB).

Una correcta lectura de la verdadera situación económica venezolana hubiese sido aplicar una devaluación que cubriera de una vez el escenario mínimo de 8,25 Bs/$, a fin de respaldar al menos el 100% de la base monetaria para no aplicar medidas adicionales en el corto plazo. No cubierta esta brecha, pues solo se hablo de una devaluación lineal, esas medidas para ser efectivas deberían ir acompañadas entonces de un recorte del gasto fiscal y políticas monetarias restrictivas, la cual, bajo ningún criterio debería aumentar la oferta monetaria a la economía, pues de lo contrario volveríamos a estar en la misma situación anterior a la devaluación. Nada de eso fue anunciado.

Desde el punto netamente social, la devaluación decretada que afecta 46,5% el “bolívar fuerte” y proyecta la tasa de cambio de 4,3 Bs/$ a 6,30 Bs/$, provoca que el salario mínimo en Venezuela disminuya de $476 a $325, a ese cambio oficial. Ese mismo “bolívar fuerte” ya había perdido, desde su fecha de emisión en enero de 2008, hasta enero de 2013, el 70% de su poder de compra, y ahora con esta nueva devaluación el signo monetario pierde, según estimaciones propias, el 82,5% de su poder de compra… mientras que el valor de la canasta básica alimentaria, cuyo rubros alimenticios son importados en su mayoría, se incrementa al menos en un 40% adicional, pasando su costo de 4.573 Bs, para un grupo familiar de 5 personas, según lo estimara el CENDAS (Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros) a inicios de este año, a 6.400 Bs según estimaciones propias, tomando en cuenta la tasa de inflación interanual del sector alimentos.

Simplemente comparando esta última cifra con el salario mínimo nacional, que sigue estancado en 2.047 Bs/mensuales, nos da una clara idea del verdadero tamaño del empobrecimiento de la población.

Igualmente, otro factor a considerar en el impacto de esta medida devaluacionista es el índice de riesgo país, un indicador fundamental para la cotización de la deuda externa así como su costo asociado, a través del posible incremento de las tasas de interés como consecuencia del incremento del índice de riesgo país. Esto es debido a que las calificadoras de riesgo internacionales toman como patrón fundamental para calcular dicho indicador la relación: Deuda Externa Total (DE) / PIB Nominal (PIBN). Esas cifras en el año 2011, eran:

Es decir, la deuda externa representaba el 31% del PIB Nominal, medido en dólares norteamericanos; mientras que a partir del anuncio de la devaluación, dicha relación 2012 es la siguiente:


Lo cual indica que la deuda externa representa ahora el 42% del PIB Nominal, igualmente medido en US dólares, indicando esto un mayor nivel de riesgo para invertir o para prestarle dinero al país, debido que su deuda externa es cada vez mayor… y su producto interno bruto, medido en dólares, es cada vez menor.
Todo ello sin tomar en cuenta la deuda externa consolidada de la petrolera estatal PDVSA, que supera los 40 millardos de US$ y cuya inclusión en las cuentas de la nación implicaría que el índice de riesgo antes mencionado se colocaría muy próximo al sesenta por ciento, lo cual dificultaría o en todo caso encarecería aún más la adquisición de nueva deuda, que ha sido el pilar fundamental que ha cabalgado la macroeconomía del país en el último lustro, paradójicamente, de extraordinaria abundancia petrolera… aunado a la eliminación del concepto de Sitme (Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera), utilizado por muchas empresas pequeñas y medianas para comprar sus insumos en el exterior y que llegó a representar unos 5 millardos de US$ anuales, lo cual veremos reflejado en la inflación de este año que alcanzará dos dígitos altos, con suerte.

Observándose estos rasgos de la política fiscal y monetaria emprendida por el gobierno a principios de este año, decreto de inamovilidad incluido, concluimos que persisten las mismas desviaciones que existían antes del proceso de devaluación que agudizan la situación económica a futuro, que de no ser corregidas apropiadamente, pues más temprano que tarde nos colocará ante un nuevo escenario deficitario cuyo impacto será mucho mayor para los trabajadores, para los que viven de las dádivas de alguna misión, para los pensionados y sobre todo, para los que no tienen trabajo… afectándose seriamente la calidad de vida de todos los venezolanos.

Y ni hablar del precio de los combustibles, que en la actualidad se venden a cifras muy inferiores al costo de producción, sin considerar su verdadero costo de oportunidad, todo ello adicional al deterioro del parque refinador nacional (http://wp.me/p29J0n-nh) que obliga a importar ingentes cargamentos que deben comprarse a precios internacionales para ser subsidiados en el mercado interno.

Nada halagador el panorama económico que se visualiza, a pesar del gran sacrificio popular que significará la devaluación recién decretada, proceso inflacionario incluido, aún en proceso de ajuste y digestión por parte de los factores de producción nacional… y de la población en general, donde los hombres pobres tendrán que cargar de nuevo con el pesado paquete diseñado por los hombres ricos!

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