Por Jesús Alexis González, 7/11/2016
Estimamos pedagógicamente necesario,
iniciar el artículo puntualizando que mediación
es un proceso voluntario donde
dos o más partes involucradas en un
conflicto trabajan con otra persona imparcial
denominada mediador encargada de intervenir en un enfrentamiento
entre partes para ayudarlos aencontrar
una solución; a tenor de ello, ha de asumirse que la Santa Sede en la persona de Monseñor Claudio María Celli (enviado
especial del Papa Francisco) no es mediadora sino ¡acompañante! de buena fe en el marco de un diálogo nacional que debe emanar de la sincera voluntad del gobierno nacional de retomar el sendero
constitucional. Es así, que L. Almagro en su condición de Secretario General de
la OEA expresó (05/11/16) que la tarea de mediación
de la organización es convencer al Gobierno que respete la Constitución y
reactive elproceso del referendorevocatorio,sin entrar a mediar entre el Gobierno y la Oposición; en un enfoque
diametralmente distinto al sostenido (03/11/16) por un alto vocero
“oposicionista” quien señaló que “algunos
dirigentes opositores mienten al asegurar que para el 11/11/16 habrá una
solución surgida del diálogo entre el Gobierno y la oposición”; negando que
en la transversalidad de un verdadero
diálogo se pueden alcanzar alternativas constitucionales en aras de parar la caída del hecho socioeconómico por
el despeñadero. En la misma fecha, el presidente N. Maduro afirmó: “vienen
dos años vitales, y yo ratifico al pueblo mi juramento: los años 2017 y 2018 me
voy a dedicar a cuerpo entero a trabajar por la recuperación económica, la
felicidad social y la estabilidad política. Así lo voy a hacer. Ni nada ni
nadie me va a detener” (¿?);
secundado en su “planteamiento” por un miembro de la cúpula del PSUV (05/11/16)
que sostuvo no verle futuro al diálogo
con la oposición incluida la posibilidad de adelantar unas elecciones
generales en 2017.
En concordancia con el tradicional populismo gubernamental chavista, como
una estrategia para intentar mantenerse en el poder en momentos que los rechaza
más del 85% de la población, N. Maduro anunció (27/10/16) con vigencia a partir
del 01/11/18 un aumento “nominal” del
salario mínimo integral SMI (el número 14 de su mandato y el 36 del
chavismo) desde Bs 22.576 a Bs 27.091 en el salario mínimo (20%) mientras que
el bono de alimentación vario desde 8 UT a 12 UT desde Bs 42.480 a Bs 63.720
(50%) hasta alcanzar dicho SMI un total
de Bs 90.811(la remuneración al
trabajo apenas representa el 30%);
configurando un doble impacto negativo tanto por el lado del trabajador al no considerar el cesta ticket
para la acumulación de prestaciones sociales, vacaciones, utilidades y otros
beneficios, como por el lado del sector
productivo nacional que debe asumir el impacto sobre el gasto que tal
incremento genera al margen de la contracción económica nacional, del control
de precios y de la disminución critica de sus beneficios para la reinversión
futura. Tan dantesco desenvolvimiento lo impulsa el “gobierno”, bajo el
“argumento” de colaborar con el trabajador en su “lucha” por procurar armonizar
el costo de vida(hace referencia a
la estimación de los bienes y servicios que los hogares necesitan consumir para
lograr cierto grado de satisfacción, equivalente a un determinado nivel de
vida)y el poder adquisitivo(se
refiere a la cantidad de bienes y servicios que puede conseguirse con una
cantidad fija de dinero—salario—en correspondencia a un determinado nivel de
precios condicionado por el índice de inflación);conflictofamiliar donde irresponsablemente
el “gobierno” madurista (y el chavista en general) ha colaborado en muy
poco (casi nada) al no haber instrumentado un plan coherente contra el proceso
inflacionario ni desarrollado un
programa en favorde estimular el aparato
productivo domestico; al punto que el Banco Mundial en su informe anual “Doing Business 2017: Igualdad de
Oportunidades para Todos” donde evalúa 190 economías sitúa a Venezuela en la posición 187 como una
de las peores economías del mundo;
la cual refleja un déficit fiscal superior
al 20% del PIB, un diferencial cambiario
cercano al 2.500% (en “beneficio” de los “enchufados”), una inflación que ronda un 800%, una deuda externa de más de $ 130.000
millones, y un largo etcétera; en un marco caracterizado por el desabastecimiento (cuando existe una
disminuida oferta de productos a nivel
microeconómico p.ej. supermercados y abastos pero no se consigue una marca
o tipo específico) y por la escasez (cuando
no existe oferta alguna de ciertos productos en particular a nivel macroeconómico—el país--) siendo
que para el caso venezolano del 2016 laescasez
dealimentos supera el 65% de los productos básicos; en un ambiente de
“oferta nacional” mayoritariamente compuesta de productos importados a precios
(obviamente “dolarizados”) inalcanzables para los estratos menos favorecidos y
para los estratos medio-medio y el
medio-alto, en el entendido que el alto
y los “enchufados” no experimentan escasez y sufrimiento alguno.
Resulta de perogrullo señalar, que en
Venezuela no existe seguridad
alimentaria (acceso a alimentos suficientes y nutritivos) al extremo que la
producción agrícola por habitante (en
Miles de Bs/hab) disminuyó desde 169,9 en 1998 hasta 132,9 en 2014(22%), al tiempo que las importaciones agroalimentarias (en
Miles de $/hab) aumentaron desde 70,6 en 1999 hasta 298,1 en 2014 (322%). Vale recordar, que ante tal “desbarajuste” y
otros concomitantes, la Asamblea
Nacional declaró (febrero 2016) una crisis
alimentaria nacional por la falta de suministros a nivel nacional
solicitando a la FAO y a la Unicef que enviaran expertos al país
para evaluar los riesgos que implica la escasez
de alimentos; lo cual desde nuestra visión está propiciando una ¡hambruna! habida cuenta de una oferta
marcadamente insuficiente para proveer a la población que ha propiciado una
elevación de la tasa de mortalidad como
consecuencia del hambre y la desnutrición.
Concluimos con
dos citas;otra de Monseñor Celli en su condición de representante del
Vaticano enviado por el Papa Francisco como
acompañante en el aún indefinido diálogo: “Es indudable
que la situación está muy fea. No solamente a nivel político, sino a nivel
social, económico, no hay comida, no hay medicinas. Es innegable que el país
está enfrentando una situación muy difícil”; y una de Monseñor Roberto Lückert del06/11/16 (Obispo de la Diócesis
de Coro): “El Vaticano va a tener que darse cuenta de la angustia de la
población ante la escasez de alimentos y medicinas, la persecución y el encarcelamiento
de los disidentes políticos, y la suspensión del referendo revocatorio”.
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexisgon
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