Edgardo Agüero 06 de noviembre de 2016
Fernando
Rodríguez no deja de opinar sobre la realidad y la política venezolana. Primero
desde el —ahora— semanario “Tal Cual”, donde pasó ocho años por su cercana
relación con Teodoro Petkoff, y en los últimos tiempos desde “El Nacional”.
Filósofo, politólogo y poeta ha sido presidente de la Cinemateca Nacional de
Venezuela, director y profesor jubilado de la escuela de Filosofía de la
Universidad Central de Venezuela y miembro de la directiva del partido político
Izquierda Democrática.
Bajo
su perspectiva, la saturación del tema político en los últimos años “le ha
devuelto a un país irresponsable y gozón la conciencia y la moral colectiva” y
aunque no cree que la “hora final” del gobierno de Nicolás Maduro venga
directamente de la Asamblea Nacional y el juicio político le hacen, está seguro
de que hacerlo “tiene una enorme carga política y simbólica”.
Con la
misma convicción con la que afirma que la Mesa de la Unidad Democrática es “el
aparato indispensable para lograr la cohesión y la victoria definitiva”,
asegura que en Venezuela si la izquierda sobrevive “será democrática”.
¿Tendrá
algún efecto este juicio político al presidente Maduro?
Aunque
no es nada sensato andar prediciendo en política, mucho menos en un escenario
tan descoyuntado como el venezolano, y en especial bajo un gobierno que ha hecho
de la mentira pura y dura, de la demagogia sin freno y la ignorancia de todo
tipo las claves mayores de su perfil ideológico. A pesar de todo ello, que hace
tan volátil nuestro presente y futuro, me atrevería a decir que este gobierno
está ya en la agonía. Y que va a morir pronto electoralmente, probablemente por
elecciones adelantadas. La crisis económica es de tales magnitudes y crueldad,
la opinión planetaria tan opuesta al gobierno, los sacrilegios institucionales
de tal magnitud y la pérdida de apoyo popular tan gigantesca, que la mafia en
el poder tiene que ceder para poder tener un mínimo de sobrevida en el futuro y
algo de clemencia para sus monumentales delitos, que van desde la corrupción
más escandalosa al narcotráfico con y sin charreteras. La verdad que no sé qué
alcance real tendrá el juicio que le ha montado la Asamblea, posiblemente no
venga directamente de allí su hora final, pero sí es seguro que tiene una
enorme carga política y simbólica. La Asamblea es la voz del pueblo,
constitucionalmente hablando.
¿Es
partidario del diálogo? ¿Considera que en medio de esta situación hay razones
para confiar en que este diálogo gobierno-oposición arrojará resultados
positivos?
Si el
Vaticano ha mandado a su intermediario y Francisco ha recibido al pecador de
Maduro, si el Departamento de Estado se ha empeñado por el diálogo como no lo
ha hecho por otras cosas no menos importantes en nuestro subcontinente, si el
gobierno que ha sembrado como ningún otro el odio entre los venezolanos ahora
habla de paz y amor, de conciliación, algo se está moviendo ahí. Y si la MUD ha
terminado por aceptar sentarse con semejantes truhanes, muchas veces picada de
culebra, también debe ser por algo inmediato y concreto. No creo que para un
dialogo al estilo Santos-FARC, para unos cuantos años. De todos modos hay que
multiplicar las victorias políticas para que la culebra no se vaya a alebrestar
otra vez, para que el alacrán no ejerza su naturaleza. Victorias tan rotundas y
decisivas como la marcha del miércoles. Sin esas luchas de calle e
institucionales puede pasar cualquier cosa, que las palabras se las lleve el
viento por ejemplo.
El
estratega político J.J Rendón planteó la muerte de la MUD y pidió la creación
de una nueva alianza opositora, que no solamente incluya a partidos políticos
sino un más vasto sector de la sociedad que aglutine gremios, sindicatos,
exiliados, chavistas descontentos, etcétera
Ese es
un tipo bastante oscuro. Lo mejor es tenerlo bien lejos de la causa. Y que diga
lo que quiera.
Con
todo esto, ¿no se le ha ocurrido pensar que la MUD va por un lado y la gente
por otro?
Es
posible que la Mesa haya cometido errores. En días recientes vimos desacuerdos
y equívocos entre varios de sus integrantes más importantes, posiblemente no
todos resueltos todavía. Y fallas en sus formas, a veces poco transparentes, de
relacionarse con la gente. Pero todo eso se sana, se satura cuando suceden
eventos como la victoria del 6D o el 1S o la torrencial inundación de
ciudadanos demócratas en todas las ciudades del país que vimos en días pasados.
La MUD es el aparato indispensable para lograr la cohesión y la victoria
definitiva sobre el cáncer que nos carcome. No tengo dudas al respecto.
Ha
sido abrumadora la saturación de la política en nuestras vidas. Todo es confrontación
AN vs. TSJ, referendo, diálogo, y han ido ganando todos los espacios de la
cotidianidad. No hablamos de otra cosa que no sea de política, pero también
existen la filosofía, la literatura, la poesía, el arte, ¿cómo hace usted?
Es
cierto, hemos estado indigestos de política por más de tres lustros. La gente
parece no pensar ni hablar de otra cosa. Ahora se habla mucho de precios
astronómicos y escasez dantesca, que es otra manera menos directa pero más
cruda de hacerlo. Como todos los excesos éste tiene cosas muy negativas para el
sosiego y la creatividad de los espíritus, para esa natural pluralidad de
nuestros afanes y pensamientos que pides. Pero también tiene elementos muy
positivos, le ha devuelto a un país irresponsable y gozón la conciencia y la
moral colectiva. En un futuro deseable las cargas deben enderezarse, hablaremos
algo de política, cosa que hacíamos tan poco en el mundo prechávez, lo
necesario para llevar con buen viento la nación de todos. De resto hablaremos
de arte conceptual, de béisbol o de mujeres buenas (u hombres, para que no nos
tilden de machistas). De la riqueza de la vida. Me da la impresión de que si
restituimos la democracia pasaremos un buen tiempo liberándonos de cadenas
radioeléctricas, insultos, amenazas y disparates, antes de reinventar otra
manera de entendernos o contradecirnos políticamente. Nos merecemos un reposo.
A
veces, como en el reino de la insensatez, tengo la impresión de que vivimos un
tiempo irracional. Irracionalidad de lado y lado, ¿o se trata de una falsa
impresión?
Es
cierto. El populismo, como el fascismo, trabaja sobre lo irracional, el
sentimiento más primario, la adulación, la incultura, lo cursi. Mientras menos
se piense mejor, más fácil la tarea de los que se han hecho mediante la demagogia
del poder. En Venezuela tenemos la mejor prueba de ese procedimiento, hemos ido
de los delirios patrioteros y neciamente sublimes del difunto a las colas, al
hambre y al crimen generalizados. ¡Qué de falsas promesas y qué infernales
resultados!. Nos hemos embrutecido mucho, unos más que otros. Debemos recuperar
el argumento, la lógica, el amor a la sabiduría y a la cordura.
Usted
dice que cuando todo acabe habrá que restablecer el andamiaje mental del país,
que habrá que reconstruirlo intelectualmente. ¿Tiene claro por dónde comenzar?
Hay
una tarea titánica de muy largo alcance que mezcla viejas deudas, multiplicadas
por este apogeo de la ignorancia que ha sido el chavismo. Por ejemplo, rehacer
todo el aparato educativo que abarca millones de agentes y receptores. Pero yo
comenzaría por las universidades autónomas que pueden liderar el proceso de
reconstrucción educacional. Habría que invitar a los que se fueron, algunos o
muchos querrán volver y aportar a la resurrección nacional. Habría que hacer, también
tarea inmediata, una verdadera política de medios, sobre todo estatales, para
ponerlos al servicio de la cultura y hacerlos eficientes instrumentos
educativos, en el sentido más amplio. Además de creadores de un real espíritu
democrático. No me ocuparía demasiado de la cultura elitesca porque esta es
capaz de caminar sola.
En
teoría, la justicia norma el poder, pero ¿qué justicia norma este poder, en
este orden de ideas?, ¿será posible hablar de Estado de Derecho en medio de
este caos?
Uno de
los rasgos más monstruosos de este monstruoso régimen es haber acabado con la
separación de poderes. En otras palabras, ponerlos todos al servicio rastrero
del Ejecutivo y éste reducido a las limitaciones y caprichos de un militar sin
cultura ni buen sentido, para no hablar de su sucesor que es una mala copia de
aquél. ¿Qué justicia puede haber en el país de la jueza Afiuni, por citar uno
de los casos y mecanismos más torcidos de esas relaciones? O lo que está
pasando con la Sala Constitucional del TSJ que cachetea incesantemente, no a la
Asamblea, sino al soberano por ella representado. Es más, se ha llegado a negar
a Montesquieu teóricamente por altos funcionarios del TSJ, que no deben haberlo
leído nunca y todo ello para halagar al déspota. Por supuesto no hay Estado de
Derecho. Esto es una vulgar dictadura. Una mezcla atroz de dictadura bananera,
que al fin y al cabo ponía un orden perverso en la sociedad, con Estado
forajido, aquel donde la anomia ha terminado por crear importantes centros de
poder paralelos al del Estado, delincuenciales y donde se deshacen las bases
mínimas de la normalidad económica e institucional. Lo peor mezclado a lo peor.
¿Cómo
interpreta el haber colocado en manos de los militares el control de la
producción y distribución de alimentos? ¿Finalmente aceptó Maduro su
incapacidad para el manejo del problema?
El
poder está, en última instancia, en la punta del fusil, dijo alguien. Es verdad
cuando ya no se puede imponer ideológica o democráticamente. A eso hemos
llegado, ciertamente. Se le ha entregado a los militares la mayoría de las
tareas fundamentales del Estado, aun siendo los sectores menos aptos para ello.
Los militares aprenden básicamente a disparar. Se les ha garantizado la
impunidad ante las acusaciones que caen sobre las espaldas de muchos
oficialotes. Pero ese poder también es limitado. No es fácil masacrar a un
pueblo enardecido. No es fácil mantener la cohesión de miles de militares que
piensan con algún grado de diversidad, o que muchos de ellos padecen los males
que sufre toda la sociedad. No es sencillo aislarse de la comunidad mundial. Y
al fin y al cabo todas las tiranías fenecen tarde o temprano, a pesar de los
fusiles. Yo creo que a eso estamos llegando también. Si no se cree que se oigan
las palabras con que Ramos Allup fustigó en días recientes a Padrino López,
investido de todos los poderes. Eso indica un contrapoder al fusil nada
simbólico.
El
problema histórico de la desigualdad sigue intacto. ¿Será posible derrotar esa
desigualdad social?
El
socialismo, versión marxista, ha fracasado estruendosamente. Y las estatuas y
los muros han sido derrumbados. Quedan residuos o desastrosos o profundamente
modificados como China, donde hay más milmillonarios que en Estados Unidos. Y
es el primer mercado de arte del mundo, compitiendo con las grandes galerías
centenarias norteamericanas. O la mísera Cuba protegida ahora por EEUU. O la
grotesca monarquía coreana. Pero tienes razón, la desigualdad continua entre
países y en cada país. La realidad sigue siendo de izquierda, aunque el mundo
actual ciertamente tiene menos pobreza que nunca. Contra esa desigualdad hay
que luchar, es cruel e inhumana. Pero sí pienso que borrando para siempre uno
de los postulados básicos del marxismo-leninismo, la lucha de clases
antagónica, vale decir, la guerra a muerte en que una de las facciones de la
sociedad tiene que morir, literalmente. Si algo se ha impuesto en el mundo de
hoy, al menos como valor, es la democracia, la tolerancia, la transacción. Lo
cual no quiere decir que no habrá conflictos de intereses, los habrá mientras
la desigualdad persista, pero no necesariamente tendrán que resolverse
sangrientamente. Si la izquierda sobrevive, así lo creo y lo quiero, será
democrática.
Si
para Marx la fase superior del socialismo es el comunismo, para el capitalismo
lo es la globalización, pero las grandes corporaciones mundiales no sólo se han
apoderado de la economía mundial han secuestrado la esperanza de los pueblos.
¿Qué posibilidad tiene el individuo de enfrentar esa situación?
Que la
humanidad alguna vez sea una es un gran ideal. Las naciones son siempre
mezquinas, esas arbitrarias segmentaciones de la especie producto de la avidez
y las contradicciones de la voracidad del capitalismo. Ahora bien, el hecho de
que las transnacionales tiendan a imponerse sobre las naciones es Guatepeor. Si
algo está planteado hoy es la creación de una nueva institucionalidad para ese
mundo sin fronteras, capaz no solo de buscar la paz universal, ese sueño
kantiano, sino el control de la avidez sin límites ni escrúpulos de esas
monstruosas corporaciones cuyo capital y poder suele ser muchas veces mayor al
PIB de varias naciones menores juntas. Es uno de los grandes retos del
inmediato futuro. Por ejemplo, necesitamos reformar la ONU, ponerla a la altura
de los tiempos. No ganamos demasiado, tampoco en que tengamos un planeta que en
vez de muchas naciones, doscientas, se convierta en un pugilato de una decena
de bloques nacionales enfrentados. Hay que aspirar a un planeta de todos, de
ciudadanos del mundo, justo y equitativo. Que eso está muy lejos, económica e
ideológicamente, es verdad. A lo mejor tiramos las bombas antes de lograrlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico