Por Adriana Vigilanza, 11/11/2016
El Papa Francisco ha confesado su ideología política. Aunque no hace
mucho, las haya condenado a todas, afirmando que “son malas y llevan
a dictaduras”. Pero si según él –y tal como lo reseño la prensa hoy, 11 de
noviembre de 2016. (Ver: http://www.lapatilla.com/site/2016/11/11/el-papa-dice-que-son-los-comunistas-los-que-piensan-como-los-cristianos/)
“los comunistas son los que piensan como cristianos”, al menos esa ideología,
según el Papa, se salva. ¿O no?
Parece increíble que una persona culta y en pleno Siglo XXI, afirme tal
cosa, precisamente cuando los ejemplos de comunismo mundial son Corea del
Norte, China, Cuba y Venezuela. Emporios de violaciones masivas a los Derechos
Humanos y gobernantes de mil millonarios, por obra de la más dantesca
corrupción que haya conocido el planeta Tierra. Parece que el Papa Francisco no
estuviese enterado de eso y de que, además, sus camaradas le cortan la cabeza a
las estatuas de la Virgen María, trafican fuertemente con drogas y al único amo
que obedecen es el dinero. En divisas.
A juzgar por lo que ha traído el comunismo a la humanidad,
humildemente, yo no lo consideraría precisamente cristiano. Pero además, es
natural que no lo sea. Me explico:
El comunismo es una ideología política. Dice pretender lograr una sociedad utópica, de
absoluta justicia e igualdad social, pero mediante una “lucha de clases”, es decir, mediante la confrontación. Si es
armada o mediante instituciones dominadas con terror o dinero, eso no es un
problema. En cambio, el cristianismo es
justamente lo opuesto, aunque persiga exactamente la misma sociedad
utópica. Rechaza la confrontación. Cree en la disuasión, mediante el amor, es decir, en la acción espiritual, no
en la acción política, impositiva. Por eso, el comunismo sólo ha traído y
seguirá trayendo grandes tragedias humanas, donde quiera que se imponga
Esa es su palabra clave: IMPOSICION.
El comunismo pretende suplantar la evolución espiritual del ser humano,
por un altruismo construido a la fuerza. Que el resultado sea, INVARIABLEMENTE,
el desastrosamente perverso “hombre nuevo”, es lógico. Como toda doctrina
política, el comunismo persigue el poder. Pero en la doctrina omunista, para
alcanzarlos, hay que mentir. Hay que fingir no quererlo. Hay que fingir ser
altruista, tener caridad y compasión con el prójimo. Es decir, hay que ser
contradictorio. Por eso, el comunismo es perversión. Porque se deben fingir los
valores cristianos, para alcanzar algo - el poder político- que esos valores no
persiguen. No se nos escape que el fin último de los comunistas, como el de
cualquier otra ideología política humana, es el poder.
Los buenos cristianos, en teoría, jamás deberíamos querer alcanzar el
poder político (ni económico), como fue el caso de mi querido San Francisco de
Asís. Los comunistas, si lo buscan. En todo caso, los buenos cristianos debemos
ocuparnos de ayudar al prójimo, por amor. No de manipularlos, por ambición.
Decir que “son los comunistas los que piensan como los cristianos”, aunque
resulte escalofriante viniendo del Papa, me suena a esa manipulación.
Si es que es verdad que eso fue lo que declaró hoy el Papa Francisco,
los venezolanos debemos agradecer a la Providencia que se sepa. Pues entonces,
el Vaticano se ha descalificado como acompañante o mediador para sacar a
Venezuela de la opresión comunista que la agobia. Un militante del comunismo,
es decir, del Marxismo - Leninismo, no nos puede ayudar porque estaría
del lado del opresor.
Por tratarse del Papa, que se pronuncie favorablemente sobre los comunistas,
ni es una tontería, ni ayuda a la humanidad. En especial a las sociedades como
la venezolana, oprimidas por el Castro-comunismo. El Papa debería también
saber que en la jerga política, el término idiota útil o tonto útil (en ruso: Полезный идиот, transliterado como Polieznyi, Polyeznyi o
Poljeznyj idiot) era usado para describir a los simpatizantes de la Unión Soviética en los países occidentales,
y la supuesta actitud del régimen de ésta hacia ellos. Según Wikipedia, este
vocablo compuesto es ahora usado más ampliamente para describir a alguien que
es manipulado por un movimiento político, generalmente de tendencia extremista,
un grupo terrorista o un gobierno hostil, sea esa agrupación de naturaleza comunista
o no lo sea.
El Papa Francisco no nos parece que sea un tonto. Por eso, a la luz de
su afirmación en pro de los comunistas, va a resultar que la elección de
Donald Trump en EEUU podría ser buena, siempre que se convierta en un “contra
peso”, ante los nuevos y poderosísimos mejores amigos que se ha granjeado esa
nefasta doctrina política: el gobierno de los EEUU y el del Estado
Vaticano, quienes simplemente han venido tratado, al menos a los
comunistas caribeños –y sabiendo que manejan el crimen organizado- como a
“uno de ellos”. Confiamos en Dios para que esto cambie.
Adriana Vigilanza
@adrianavigi
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