Por Simón García
Nunca será llover sobre
mojado seguir demostrando que este gobierno es incompatible con el Estado de
Derecho; que su ruta excluye a la democracia, incluso en el PSUV y que su
aspiración es la prolongación totalitaria de su mandato, manteniendo algunas
apariencias de libertad.
Las consecuencias de su
gestión, las evidencias de que no puede sacar a la población de su
sobrevivencia, su destrucción de la producción y la restricción de las
libertades y la democracia, lo han convertido en la peor tragedia que ha
soportado Venezuela.
En un país hecho un
descontento cotidiano, una buena pregunta es por qué la oposición no ha logrado
desplazar al régimen. La brecha entre el país desafecto al gobierno y la
identificación con los partidos es otra interrogante que hay que abordar.
Pistas más útiles para buscar soluciones, que esperar un mal turno al bate de
la MUD para arrojarle toda clase de descalificaciones.
El Gobierno inventó este
diálogo para ganar tiempo. Instaló una Comisión de Mediación con expresidentes
comprensivos con el régimen. La participación del vaticano, solicitada por la
MUD y aceptada por ambas partes, introdujo un factor de equilibrio activo y ha
comunicado al diálogo un clima diferente. Puede que haya queso en la tostada.
El comunicado leído a dos
veces sobre la segunda reunión fue punto a favor del Gobierno. Pero los
acuerdos adoptados constituyen punto a favor de la oposición. El asunto es que
ahora el gobierno le toca respetarlos o incumplirlos. No tiene más taima.
Cada una de las partes
siempre difundirá una versión favorable a sus objetivos. Las versiones sobre
los resultados son parte de la batalla por ganar a los seguidores y a quienes
se mantienen neutrales. Pero ha ocurrido, que mientras el gobierno pasó a la
ofensiva, la MUD parpadeó ante la percepción común de que había aceptado
palabras y visiones propias de la narrativa del poder. Un grave resbalón.
La MUD tiene que desplegar
su capacidad ofensiva, su carga de presión, la justeza de sus puntos de vista y
explicar por qué se ha avanzado, aunque sea insuficiente y parcialmente, en el
camino de quitarle espacios al régimen y contener su involución reaccionaria y
represiva.
La MUD debería revisar su
estrategia comunicacional, eludir la rutina, convencer que está unida en una
causa nacional y acercarse más a la gente real. Especialmente en un diálogo
complicado y que si se rompe debería dejarnos con un territorio mayor al de la
situación inicial.
Acompaño las críticas a la
MUD que apuntalan un debate y una acción para estar a la altura de los
compromisos que debe asumir. Rechazo aquellos reclamos de quienes piden a otros
lo que ellos no hacen o las posiciones que siguen la ola de la opinión para
ganarse unos puntos de popularidad. Pero, porque somos unitarios, hay que
debatir, especialmente con quienes creen que el grito “a Miraflores” es una
política.
20-11-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico