ALFREDO MEZA 06 de noviembre de 2016
Leche
en polvo, café, suavizante o azúcar han comenzado a aparecer en Venezuela, pero a precios que no
pueden ser pagados por la mayoría de sus ciudadanos. No solo superan el valor
fijado por el Gobierno de Nicolás Maduro para esos productos, sino que su coste
es mucho más elevado que en Estados Unidos, de donde se importan generalmente
estas mercancías ante la falta de producción interna. Desde mediados de
octubre, el Gobierno obliga a las empresas privadas y públicas a vender hasta
la mitad de sus mercancías a comités chavistas.
Se
llama Cine Citta y está en la planta baja del conocidísimo Centro Polo de la
urbanización Colinas de Bello Monte, en el sureste de Caracas. Es un pequeño
bodegón, como llaman en Venezuela a las tiendas que venden exquisiteces
importadas. También ofrece algunos de los insumos básicos más escasos en el
país: azúcar, detergente en polvo de EE UU, pasta y café italianos o aceite de
maíz también estadounidense. No hay colas ni gente desesperada por
adquirirlos.
En
otros supermercados del este de Caracas, donde se asientan los barrios más
acomodados de la capital venezolana, se repite la historia, aunque con menor
variedad de ofertas. Medio kilo de pasta rigattoni podría costar hasta dos
dólares si se toma en cuenta la cotización de la moneda estadounidense en el
mercado negro (unos 1.400 bolívares por dólar). A finales de octubre, Cine
Citta vendía un recipiente de cinco litros de suavizante Ultra Downy por 33.000
bolívares. En la tienda virtual Amazon ese mismo suavizante cuesta 22,99
dólares, que en el mercado negro serían unos 32.000 bolívares.
Es un
caso atípico porque la brecha se ensancha con otros artículos. Por 192 pañales
de la marca Huggies, el cliente de Cine Citta paga 120.000 bolívares. Un
paquete de 184 pañales del mismo tamaño cuesta en Amazon 48,63 dólares (68.082
bolívares con el cambio a 1.400 por dólar). Una diferencia similar se observa
con el cloro marca Clorox. El recipiente de 3,57 litros se obtiene por 43.000
bolívares. En Amazon cuesta 12,57 dólares (17.598 al cambio oficial).
Guerra
económica
Son
ejemplos de manufactura importada que se comercializa en el país sin controles.
Hace ya varios meses que del lenguaje oficial desapareció la expresión “precios
justos”, un latiguillo impuesto en 2014 por el Gabinete de Maduro cuando se
impuso un control total de todo lo que se comercializa en Venezuela. La
televisión oficial tampoco transmite ya operativos que siguen a fiscales
gubernamentales en busca de acaparadores o comerciantes que no acatan los
controles.
Que
los anaqueles de los supermercados ofrezcan productos importados como
alternativa solo es posible en
una economía que dejó de producir. Pero solo un porcentaje muy pequeño de
la población puede llevarse esos artículos. Es insuficiente para compensarlo el
aumento del 40% del salario mínimo integral decretado el 28 de octubre —a
partir del 1 de noviembre será de 90.102 bolívares, unos 65 dólares al valor de
la moneda en el mercado negro—.
La
estrategia del Gobierno es permitir que los supermercados se llenen de oferta
del exterior para concentrarse en reconquistar a las clases populares
vendiéndoles alimentos subsidiados. Así, desde mediados de octubre, una
resolución ordena a las empresas vender hasta la mitad de su producción a los
Comités Locales de Abastecimiento y Producción, organizaciones de base que
reparten bolsas de comida con frecuencia irregular, “a fin de combatir y vencer
la guerra económica de los sectores desestabilizadores”.
No
pocos piensan que Cine Citta puede vender a precios tan elevados porque
pertenece a un enchufado, como se le conoce en Venezuela a los empresarios
cercanos al régimen chavista. No son los únicos.
En las
provincias fronterizas también se ofrecen productores colombianos o
brasileños gracias a las gestiones de los propios gobernadores. En marzo
pasado, Francisco Arias Cárdenas, máxima autoridad del Estado de Zulia, la
cuenca petrolera venezolana, dictó la resolución 1035, que le permite tomar
medidas “para colocar artículos esenciales, servicios, medicamentos, productos
de limpieza e higiene personal en el mercado interno del Zulia”.
Otro
tanto está ocurriendo en el sureño Estado de Bolívar, fronterizo con Brasil,
donde las zonas del norte de ese país encontraron una oportunidad de colocar su
mercancía en Venezuela. No tienen competencia. No se sabe por cuánto tiempo.
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